Con la identificación forense de los restos de la ciudadana argentina María Rosa Clementi de Cancere, hallados en un barril metálico relleno con hormigón petrificado, se identificó en Argentina a dos de las tres victimas de crímenes de lesa humanidad perpetrados por la Operación Cóndor, bajo la dictadura militar (1976-1983), contra personal de la Embajada de Cuba en Buenos Aires. Falta aún encontrar los restos de otro diplomático cubano secuestrado en la misma fecha.
Las restos del diplomático Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, fueron hallados también en junio 2012, junto con Ricardo Manuel González, cuya nacionalidad fue omitida en el reporte de Telam, la agencia oficial argentina de noticias, que ha sido la principal fuente de esta información. Estos tres cuerpos fueron hallados en diferentes barriles encontrados en el mismo sector de Florencio Varela, en el municipio bonaerense de San Fernando, cerca del aeródromo local, según informó la agencia. En esa misma zona de San Fernando fueron hallados otros 11 barriles en 1976, cuyos contenidos fueron sepultados entonces como NN. En 1989 se estableció que una de estas víctimas era Marcelo Gelman, hijo del poeta Juan Gelman.
Del informe periodístico de Telam se desprende que aún faltaría encontrar los restos de otro diplomático cubano secuestrado y desaparecido en 1976, Jesús Cejas Arias, quien tenía 23 años cuando fue capturado por unos 40 individuos junto a su compañero de trabajo Galañena Hernández, el 9 de agosto de 1976. Ambos cubanos se desempeñaban en la custodia del embajador Emilio Aragonés Navarro, a quien ya habían tratado de asesinar en Argentina.
Las autoridades judiciales continúan excavando en el sector para establecer si existen más barriles con restos humanos. Probablemente, allí estén ocultos también los restos de Cejas Arias, quien además se desempeñaba como secretario general del comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas de la sede diplomática en Argentina.
Automotores Orletti, centro de tortura y exterminio del Plan Cóndor
María Rosa Clementi de Cáceres no era cubana, sino argentina. Nacida en Capital Federal el 19 de abril de 1945, casada y con una hija de seis años, tenía 31 cuando fue secuestrada el –3 de agosto– a la salida de una escuela anexa a la Embajada, donde cuidaba niños de los diplomáticos cubanos. Galañena Hernández y Cejas Arias fueron emboscados y capturados el 9 de agosto, en los alrededores de la Embajada, y conducidos al centro clandestino de detención “Automotores Orletti”, donde fueron torturados hasta morir, según fuentes cercanas a la investigación del juez federal Daniel Rafecas, citadas por la agencia Telam.
La causa judicial que lleva adelante Rafecas acreditó que el diplomático Crecencio Nicomedes Galañena Hernández fue visto en los talleres Automotores Orletti. “La circunstancia de que la introducción de cadáveres en tambores cementados fuera práctica sistemática de los represores de ese centro clandestino para ocultarlos, lleva a concluir que las otras dos víctimas también habrían estado secuestradas allí”, explicaron a Telam portavoces de la investigación. Los tres tambores presentaban características idénticas, numerados y rellenos de concreto. Probablemente, otro tambor aún no encontrado contenga los restos de Cejas Arias, que también podrían hallarse entre los restos no identificados sepultados en 1976.
El juez Rafecas tramita una “megacausa” por delitos de lesa humanidad perpetrados por el Primer Cuerpo de Ejército durante la dictadura militar (1976-1983). El juicio fue reabierto tras la derogación y declaración de “nulidad insalvable” de las denominadas leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987), ambas aprobadas bajo la administración del radical Raúl Alfonsín (1983-1989). Las fuentes judiciales indicaron que “esta clase de tareas tendientes a determinar el destino final de las víctimas de Orletti se vienen realizando desde 2003”.
El trabajo de identificación genética de los restos fue realizado por el Equipo de Antropología Forense de Argentina, en colaboración con la Policía Científica de Gendarmería Nacional, que participó en la búsqueda de los tambores, tras el hallazgo casual del primer barril por unos niños que jugaban en el sector, el 11 de junio 2012. La identificación determinó que ese envase metálico contenía los restos de Crescencio Nicomedes Galañena Hernández, desaparecido hace 36 años.
Típico montaje periodístico de Operación Cóndor
La Operación Cóndor “trató de encubrir el secuestro y asesinato de los dos diplomáticos cubanos como “deserción del comunismo”, en una típica maniobra de montaje periodístico-mediático de esa transnacional del crimen. En 1975, la alianza criminal Cóndor preparó la Operación Colombo para encubrir un caso chileno también conocido como Los 119. Se fundaron dos publicaciones que aparecieron por una sola vez, revista Lea en Buenos Aires y el periódico Novo O’Día, en Curitiba, Brasil, para dar la “noticia” falsa de dos supuestos enfrentamiento armados entre “extremistas chilenos que se mataron entre sí en las pampas argentinas”, con un balance total de 119 muertos, en su gran mayoría del MIR. Los nombres fueron extraídos de las listas de los habeas corpus presentados por los familiares desesperados e ignorados por la entonces indolente justicia chilena al servicio de la dictadura.
La agencia de noticias estadounidense Associated Press informó haber recibido un sobre, por correo simple y con estampilla argentina, conteniendo las credenciales diplomáticas de los dos empleados cubanos de la Embajada. El 17 de agosto de 1976, el diario La Opinión reprodujo esta patraña que en letra manuscrita sólo decía: “Nosotros (Jesús Cejas Arias y Crescencio Galañena), ambos cubanos, nos dirigimos a usted para que por este medio comunicar que hemos desertado de la Embajada para gozar de la libertad del mundo occidental”.
La escueta nota no llevaba ninguna firma ni otra aclaración, según el libro Mártires del Ministerio del Interior de Cuba, Semblanzas biográficas, t. II, Editora Política, La Habana, 1990. La cancillería argentina certificó la autenticidad de las credenciales, pero después la dictadura montó un operativo mediático para hacer creer que los dos diplomáticos habían desertado y, por tanto, las autoridades militares no tenían por qué dar explicaciones por su desaparición. El argumento resulta demasiado parecido al usado en Chile respecto a muchos detenidos desaparecidos, que según la DINA gozaban de una buena vida en el exterior.
La Operación Cóndor ejecutó un plan coordinado de operaciones represivas entre 1970 y 1980, acordado por los regímenes dictatoriales de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, en colaboración con las policías políticas de Perú, Colombia, Venezuela y Ecuador, más el apoyo de la CIA de EEUU. Automotores Orletti fue una de sus sedes en Buenos Aires. Los crímenes del también llamado Plan Cóndor son investigados en Argentina por el fiscal Miguel Ángel Osorio.
Participación del terrorismo cubano-norteamericano
Según el periodista estadounidense John Dinges, Michael Townley, agente de la DINA de Chile y de la CIA de EEUU, más el cubano-estadounidense Guillermo Novo Sampoll habrían viajado a Argentina para interrogar a Cejas Arias y Galañena Hernández. Townley asesinó en Buenos Aires al general Carlos Prats González, ex comandante en jefe del ejército chileno en tiempos de Salvador Allende, y el 21 de septiembre de 1976 dio muerte en Washington a Orlado Letelier, ex canciller y ministro de defensa de Allende. En el asesinato de Letelier también colaboró un grupo de cubanos, entre otros los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampoll.
El FBI y la CIA fueron informados en detalle sobre los arrestos e interrogatorios de los cubanos, aseguró Dinges. El 22 de septiembre de 1976, Robert Scherrer, el agente del FBI para el Cono Sur, con sede en Buenos Aires, envió a Washington un minucioso informe, desclasificado y publicado en un libro por Dinges, con información de “sus fuentes” Describió el secuestro de los dos cubanos como una operación de la SIDE y consignó haber recibido un reporte de los interrogatorios.
En su autobiografía Los caminos del guerrero, Luis Posada Carriles incluyó el asesinato de Galañena Hernández y Cejas Arias entre los “éxitos” de su lucha contra el “comunismo castrista”. Orlando Bosch también se jactó en El Miami Herald de esta operación concertada con la CIA y con las dictaduras de Chile y Pinochet: “Nuestros aliados se hubieron de comprometer, y así lo realizaron, en el secuestro de dos miembros de la embajada en Buenos Aires, que no han aparecido jamás”.
Los sobrevivientes de Automotores Orletti relataron que las víctimas permanecían en el garaje de la planta inferior, tabicados y atados. Allí llegaban gritos de la planta superior, donde funcionaba la tortura. En uno de los métodos utilizados por los represores del centro gerenciado por la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE) consistía en colgar a los secuestrados hasta que sus pies quedaran a unos 20 centímetros del piso para aplicarse electricidad en esa situación.
Por el secuestro y desaparición de Galañena Hernández y Cejas Arias fueron condenados antes el general retirado Rodolfo Cabanillas, ex jefe de la División de la SIDE “Operaciones Tácticas 18” (que manejaba Orletti) y los represores Raúl Guglielminetti, Eduardo Alfredo Ruffo y Honorio Carlos Martínez Ruiz.
Tambores hallados en 1976
En 1976 fueron hallados otros siete recipientes del mismo tipo en el canal de la misma localidad de San Fernando, que contenían cadáveres envasados en hormigón. Los cuerpos fueron sepultados como NN –sin identificar– en el cementerio local, pero años después algunos pudieron ser identificados, sin que existieran aún las infalibles técnicas de ADN. En 1989 se estableció que una de las víctimas era Marcelo Gelman, hijo del poeta y periodista Juan Gelman. Junto con buscar más barriles, las autoridades deben establecer si los envases estuvieron 36 años en esa locación o fueron depositados allí recientemente.
El juez Rafecas escribió en su resolución: “El proceso de la deshumanización, que comenzaba con la captura y continuaba en el campo de detención y tortura, tuvo en estos casos un final que difícilmente pueda ser superado desde la perspectiva de la eliminación de todo vestigio de condición humana para con los cautivos: hay que caer en la cuenta de que personas con las que compartimos una misma cultura, una misma civilización, ejecutaron de un disparo en la cabeza a hombres y mujeres que estaban a su merced; luego se procuraron tambores, arena y cemento; luego, no sin esfuerzo, y seguramente de propia mano, colocaron los cadáveres en los tambores, los rellenaron, los sellaron, llevaron con sus brazos la carga de restos humanos hasta los camiones y finalmente arrojaron los tambores al río”.
Fuentes:
Telam: http://www.telam.com.ar/nota/37997/
Página 12: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-200147-2012-08-02.html
Mártires del MININT: http://www.ecured.cu/index.php/Jes%C3%BAs_Cejas_Arias
*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno.