Noviembre 28, 2024

La falsa disputa por la Asamblea Constituyente

marcha28_6

marcha28_6La disputa entre el Partido Comunista y el Socialista por quítame allá estas pajas, es probable que no sea seguida con mucho interés por los estudiantes de la enseñanza media que van a volver a la calle el próximo 27 de septiembre. El enfrentamiento entre unos y otros ha reavivado diferencias que parten en los días de la Unidad Popular, pasan por la salida de la dictadura, y llegan hasta nuestros días remecidos por el paso lúcido de los estudiantes.

 

 

 

Pero el encono con que se enfrentan más bien es el boxeo propio de los matrimonios mal avenidos, que se mantienen sólo por el qué dirán o las esperanzas de buenas dotes.

 

La pelea entre socialistas y comunistas no se relaciona ni con la situación de la educación y los numerosos proyectos de ley que aguardan para enterrar la educación pública, ni con nada que interese de verdad a la gente, sino que, en gran medida es el costo que hay que pagar por meterse en fiestas que no son propias, por una parte, y de recibir a invitados que en cierto sentido intentan ocupar un puesto ya destinado. Pocas cosas tan ofensivas para un macho alfa, como la presencia de un postulante al trono

 

Va ser difícil conciliar ambas posiciones. Sobre todo porque se discute sobre un tema falaz. Para decir las cosas por su nombre, la actual constitución no va a ser cambiada por otra por medio de una Asamblea Constituyente. Al menos no del modo en que algunos sectores la entienden: nacida de la voluntad soberana del pueblo, con un claro sentido democrático, que proponga un cambio radical en la construcción del país. El sistema jamás lo va a permitir. SI va a cambiar, será para peor, como ha venido siendo en sus muchas modificaciones.

 

Situar en el centro de la discusión algo tan inútil como artificial, lo único que logra es debilitar las movilizaciones de los estudiantes que, cosa curiosa, no tiene esa idea en el centro de sus exigencias.

 

A nadie en su sano juicio político y que se manifieste en contra del actual orden, le es indiferente el tema de la Constitución. Resulta obvio que las modificaciones profundas que se requieren para hacer de Chile un país democrático, sólo serán posibles una vez que la actual Constitución sea reemplazada por otra. Pero para el efecto, no sirven las buenas y cándidas intenciones de algunos, y las encubiertas y oscuras de otros.

 

Lo que tarde o temprano va a cambiar la constitución, en un sentido revolucionario, va a ser la irrupción imparable del pueblo alzado detrás de un programa de gobierno, que represente una potente expresión política capaz de sumar a los movimientos sociales y partidos, y que por esa vía obtenga grandes porciones del poder político que se disputa en las elecciones. En todas. Por secretaría, jamás se le va a ganar al sistema.

 

La discusión entre socialistas y comunistas tiene que ver con el modo en que se hace política desde hace mucho en este país: alejada de la gente y poniendo en el centro intereses electorales que no hacen sino fortalecer el statu quo. La exigencia de una Asamblea Constituyente no está en el centro de las exigencias ciudadanas. Ni siquiera existe como una referencia que se pueda encontrar en la historia del país. Ni Allende se lo propuso porque entendió que para el efecto se precisan mayorías imbatibles.

 

Al compañero Escalona hay que reconocerle eso sí, su capacidad de decir lo que muchos hasta ahora no se han atrevido: que es inviable una Asamblea Constituyente. El que se oponga de una manera tan vehemente a la iniciativa de exigirla, dice de lo imposible de tal operación: el sistema no tiene vocación de suicida y antes de permitir por su propia voluntad desmembrar su esqueleto, volverá a patear el tablero y todo lo demás.

 

En un tono algo más honesto y brutal, el senador Chahuán abrevia palabras para dar sus razones y propone derechamente calificar de terroristas a quienes planteen ideas contrarias al sistema. Y Walker agrega que no baila la música de los anti sistema. Como se ve, pocas cosas les generan tanta urticaria a estos sostenedores del orden, como plantearse una nueva Constitución distinta y contraria a la actual.

 

Estos personeros, con estilos distintos pero con estrategias idénticas, son la primera de las muchas líneas de defensa que el régimen va a poner en acción para defenderse de esas revolucionarias ideas constituyentes. La última, como siempre, son las FF.AA. Y nadie se asombre si la mismísima ex presidenta Bachelet y sus tres antecesores, sean de la misma opinión.

 

Mientras tanto, los estudiantes de la Enseñanza Media, casi solos contra el mundo, enseñan por dónde va el camino. Es de esperar que los cartelitos, palomitas, lienzos, afiches y fotografías de gente risueña y bien vestida, sean reiteradas veces blanco de su bronca.

 

Sería una linda forma de manifestar sus opiniones respecto de la política y los chamullos que intentan desplazarlos para despejar el camino a los mismos de siempre, los que con caras que pretenden ser distintas, inventan ahora el curioso caso de la Asamblea Constituyente, sabiendo que en todo movimiento que se precie, primero van los bueyes y luego las carretas.

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