Eso dice el Mercurio y lo que dice el Mercurio, aunque sea falso, mucha gente se lo cree. Así se va formando la opinión y sembrando el miedo.
Pero en realidad no es la inseguridad creada por los delincuentes comunes la que campea, que esa se puede controlar y hasta soportar. Es la inseguridad creada por el gobierno, por la policía, por los órganos de seguridad del Estado, que violan los derechos humanos todos los días.
Pues según el decano, en materia de delincuencia estamos peor que México, peor de lo que estuvo Colombia, peor que los peores países en guerra, ¡qué horror! De lo que hace el gobierno no se preocupa, eso es lo normal. Así nos acostumbramos con la dictadura y así tenemos que seguir, parece decir el Mercurio.
En su editorial del 22 de agosto el decano afirma que la delincuencia se propaga en términos de afectar la calidad de vida de toda la población. Al parecer, uno no puede ya andar por a calle sin que le roben el reloj, los anteojos y hasta los zapatos. ¿Y la calidad de vida de los muchachos apaleados y de las niñas abusadas, muy bien gracias, verdad?
Es un sistema muy antiguo esto de crear conflictos artificiales cuando las cosas van mal. Que las cosas van mal, no cabe duda. Por el gobierno y por la oposición nadie da ahora un centavo. Los políticos y el Mercurio se preguntan ¿Qué va a pasar en este país?
Y entonces, vamos sembrando el miedo, que eso es muy bueno porque se utiliza para aumentar la represión y distraer a la gente de los verdaderos problemas del país.
Y eso lo ha hecho siempre el Mercurio. No es que haya inventado nada porque no le da el caletre para tanto, pero aplica sistemas que han dado buen resultado en otras latitudes. Y además, se repite. No se renueva el decano, pobre, se le nota que está envejeciendo, pero qué se la va a hacer, a todos nos llega la senectud.
Que usted lo leyera en los años veinte del siglo pasado, cuando los grandes movimientos sociales y estudiantiles, o lo leyera el año 38, cuando el Frente Popular, o el 70, cuando el ascenso de Allende, siempre decía lo mismo. La gente que trabaja en ese diario tiene la vida fácil: agarra un ejemplar del año 38 y lo copia.
Porque vean ustedes: el Mercurio afirma en su editorial del miércoles pasado, que “minorías audaces pero organizadas pueden ampararse en aspiraciones estudiantiles, laborales, indígenas, gremiales, sindicales u otras” y que “grupos políticos radicalizados están instrumentalizando a los estudiantes”.
¿Y de dónde salen estas minorías audaces pero organizadas, estos grupos políticos radicalizados que instrumentan a la gente? Pero señores, por favor, ¡Si han existido siempre! Son inmortales, son omnipresentes, son “omnipeligrosos”. Son, en definitiva “El Enemigo”. Y con ese concepto de un enemigo abstracto es como se forma a los policías y militares especializados en la lucha antipopular. Se les enseñan las técnicas más brutales de agresión, los procedimientos más feroces, pero sobre todo, se les inculca un miedo atroz al Enemigo. Y cuando llega el momento de atacar, basta con decirles “El Enemigo es ese”, y ellos se lanzan a la acción como perros amaestrados, porque todo el trabajo previo está hecho.
En los años 20 del siglo pasado las minorías audaces y bien organizadas eran pagadas por el oro peruano. Ya el año 38 el oro peruano se había acabado, pero felizmente apareció el oro de Moscú que financiaba a esas minorías audaces pero bien organizadas. El año 70 el trabajo fue todavía más fácil: el oro de Moscú seguía fluyendo, y los grupos violentistas y los encapuchados eran cubanos. Ya nos habíamos modernizado, globalizado. No sólo el dinero venía de afuera, también venían personas.
Pero después, para espanto del Mercurio y de sus socios, cuando menos se lo pensaban se acabó el enemigo comunista. Ya no había oro de Moscú y si lo había, iba a parar a manos de los antiguos funcionarios enriquecidos que se daban la gran vida vendiendo sus tanques y sus aviones al mejor postor.
Qué hacer, a quién echarle la culpa, de dónde sacar a un enemigo importante. Y ¡Uf!, al fin respiraron cuando aparecieron los terroristas.
Las Torres Gemelas –que por desgracia se produjeron un 11 de septiembre y nos opacaron esa fecha tan significativa- pues las Torres Gemelas, repito, les proporcionaron un buen enemigo y una mejor solución. Ya tenían contra quien luchar, a quien echarle la culpa de todo.
Y por lo tanto, dice ahora el Mercurio, nada de garantismo, señores. Esas son pamplinas de otra época, cuando se respetaban los derechos humanos y aún había países en los que por lo menos se aplicaba el Estado de Bienestar. Y textualmente afirma que todavía hay quienes “muestran signos de anteponer a menudo cierto garantismo ultrancista por sobre otras lecturas más socialmente equilibradas”.
Y las lecturas “socialmente equilibradas” ya sabemos cuáles son: sacar a los pacos a la calle a golpear, gasear, derribar con agua a presión, tirarle el caballo encima a todo el que se atreva a salir a protestar. Y no sólo a los que protestan sino a los inocentes mirones o a los que por mala suerte pasaban por allí. A todo lo que se mueva, vamos.
Y hay algo que debemos decir al respecto: es verdad, la represión ha aumentado peligrosamente, se ha generalizado y se ha brutalizado. Pero no es nueva. Durante los gobiernos de la Concertación también se aplicó. Acuérdense de los pingüinos, unos niños, cómo los reprimieron, cómo los golpearon, cómo los gasearon. En fin, esto daría para otro artículo. Hay que escribirlo, ese articulo…
Hay excesos de garantismo, repite varias veces el Mercurio en el editorial de marras. A todos los que protestan o quieren cambiar el sistema -vaya pretensión inicua, a quien se le ocurre, esto sí que es inadmisible- hay que reprimirlos, liquidarlos, podrirlos en la cárcel. Porque lo que se requiere es eficacia y buenos resultados, exige el decano.
Pero al Mercurio sí que le gustó cambiar el sistema cuando apoyó el golpe militar que derribó a un gobierno constitucional e impuso una de las peores dictaduras de que se tenga memoria en el mundo. Es que el cinismo de este diario ya no tiene límites. Y pensar que los gobiernos de la Concertación le daban todos los avisos oficiales y con eso lo ayudaban a mantenerse y liquidaban a la prensa independiente… Todavía quedan muchas cuentas por cobrar en este país, muchos sinvergüenzas y muchos ladrones que han hecho cosas bastante peores que robarse un reloj.
Y sostiene el decano que la lucha contra el terrorismo debe ser universal y no respetar ninguna garantía. ¿Acaso en Estados Unidos después del atentado de las Torres Gemelas no se llegó a justificar la tortura? Pues sí señor. Entonces a qué viene tanto garantismo, que también los que defienden los derechos humanos son sospechosos.
¿Pero a usted no le ha afectado esta lucha contra el terrorismo? Claro que sí. Seguro que en algún aeropuerto, por pobretón que sea, lo han obligado a sacarse los zapatos. O le han encontrado un frasco de perfume y se lo han quitado porque ya no se pueden llevar líquidos, no vayan a ser bombas. Y las tijeras de uñas ¡horror! Si se le quedó una en la cartera lo van a mirar como a un terrorista peligroso y lo van a vigilar durante todo el viaje, aunque la tijera ya se la hayan…robado, naturalmente.
Y todas estas antiguas pamplinas sobre los grupos extraños pero bien organizados, que antes eran financiados por el oro del Perú o por el oro de Moscú y ahora hasta han dicho que por el oro del narcotráfico, sirven y han servido siempre para criminalizar a los movimientos reivindicativos más justos. Eso lo sabemos todos, pero el Mercurio cree que todavía nos puede meter el dedo en la boca.
Y hablando de violencia ¿nunca se les ha ocurrido a los gobiernos, los de la Concertación y ahora al de Piñera y menos al Mercurio, estudiar seriamente por qué algunos jóvenes se dedican a hacer desmanes? Nos referimos a verdaderos desmanes, no a tomarse una escuela ni a desfilar por las calles, que eso es perfectamente natural, forma parte de los derechos del pueblo y no tiene nada de repudiable.
Pero además, ¿por qué iban los jóvenes a dejarse golpear, patear y arrastrar sin defenderse? Esta lucha de las piedras contra las balas es muy antigua, la conocemos demasiado bien.
No hay duda: El Mercurio está preconizando y justificando una represión brutal. Y también se ve que el gobierno y la derecha están caminando para allá. Porque no se les ocurre ninguna otra solución y esa es la que mejor les cuadra.
Pero no lo vamos a permitir. No vamos a permitir que nuestros jóvenes, nuestros niños y nuestras niñas sean maltratados y vejados.
Que las luchas que se están desarrollando continúen, que crezcan y se multipliquen. Que se realice la Asamblea Nacional Constituyente para acabar con tanta infamia. Porque la dictadura no se ha ido totalmente y tenemos que extirpar de este país todos sus vestigios, toda su ideología, todas esas huellas sangrientas que nos dejó.
Para que al fin llegue la alegría.
Margarita Labarca Goddard