Nueva York.- Según datos oficiales, julio pasado fue el mes más caluroso jamás registrado en Estados Unidos, mientras casi dos tercios del país padecen condiciones de sequía e incendios en varias regiones, así como episodios de tormentas severas, lo que amenaza tanto vastos cultivos y ganado como comunidades, y genera pronósticos de alzas en los precios de alimentos con consecuencias mundiales.
Con el informe de hoy sobre las estadísticas oficiales de julio, los últimos 12 meses marcan el periodo de las temperaturas más altas reportadas en Estados Unidos desde 1956 –el gobierno empezó a monitorearlas en 1895–, informó hoy la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), lo que significa que está sufriendo su peor sequía en más de medio siglo, la cual afecta a 63 por ciento del territorio.
Más de una quinta parte de la nación (22.3 por ciento) está declarada en sequía extrema
o excepcional
, de acuerdo con las últimas estadísticas oficiales –área que se duplicó sólo en las últimas tres semanas.
Uno de los sectores más afectados por el fenómeno son los cultivos de alimentos: según cifras oficiales, 88 por ciento de los sembradíos de maíz están afectados, y también buena parte, aunque menor, de los de soya. De acuerdo con el Departamento de Agricultura, tres cuartas partes de las tierras dedicadas a ganado se encuentran dentro de la zona de sequía.
El gobierno federal y expertos pronostican incrementos en los precios de alimentos como resultado del esperado desplome en producción agropecuaria, con alzas de entre 4 y 5 por ciento para carne de res, así como encarecimiento en productos de leche y huevo. De hecho, durante los últimos dos meses las cotizaciones de maíz estadunidense subieron más de 50 por ciento, y las de soya 20 por ciento, reportó Reuters.
Con Estados Unidos como el principal exportador internacional de maíz, soya y trigo, se pronostica un impacto global de esta crisis.
El presidente Barack Obama se comprometió a hacer todo lo que pueda para amortiguar el impacto de la sequía, y esta semana asignó otros 30 millones de dólares para ese propósito. Es una sequía histórica y tiene impacto profundo sobre granjeros y rancheros en muchos estados
, afirmó el martes. Llamó a que el Congreso apruebe una iniciativa legislativa agraria que incluya asistencia contra desastres en varias zonas. Sin embargo, el Congreso no logró aprobar ningún apoyo al sector antes de empezar su receso de cinco semanas.
La gran sequía de 2012 aún no concluye, pero ya sabemos que sus consecuencias serán severas
, advierte Michael Klare, autor de varios libros sobre los conflictos por recursos naturales, profesor en Hampshire College y colaborador de La Jornada. En un artículo en TomDispatch.com, agrega que al caer la producción de granos y otros alimentos básicos, se incrementarán los precios tanto aquí como en el extranjero, “causando mayor miseria para granjeros y estadunidenses de ingresos bajos, además de mucho mayor privación a los pobres de naciones que dependen de la importación de granos estadunidenses. Sin embargo –advierte–, esto es sólo el inicio de las probables consecuencias si la historia sirve de guía, ya que alzas en precios de alimentos también llevarán a disturbios sociales y conflictos violentos”.
Durante los últimos meses, las noticias han dado cuenta de tormentas severas, algunas de las cuales causaron daños masivos en el centro del país y en la zona de Washington, con apagones que duraron días. Los noticieros repiten alertas de tormentas peligrosas
, tornados, granizo, vientos altísimos y más. Es cada vez más común ver noticias que reportan –como sucedió varias veces el mes pasado– tormentas severas en el noreste, incendios masivos en el oeste e inundaciones en el sur
.
Vinculado con las altas temperaturas y la sequía, continúan brotando incendios que consumen cientos de miles de hectáreas en varias partes del país. Actualmente hay 49 confla- graciones grandes
no controladas y 228 incendios nuevos, reporta el Departamento de Agricultura. En las últimas semanas estos fenómenos han destruido viviendas y campos en varios estados, pero hay tantos en varias regiones más que cada vez es más difícil que equipos de bomberos y expertos en incendios forestales puedan ayudar a sus vecinos. Este verano han ocurrido cientos de conflagraciones que destruyeron decenas de viviendas y miles de hectáreas de bosques en el oeste del país, sobre todo en Oklahoma, Colorado y Nuevo México. Solo en julio, más de 800 mil hectáreas fueron consumidas por fuego.
Mientras tanto, ahora se reporta la multiplicación de ciertos insectos –como resultado de las condiciones imperantes– que atacan bosques y plantas, lo que contribuirá a la devastación de ciertas zonas.
Este escenario recuerda imágenes de los años 30, cuando durante la Gran Depresión hubo una sequía severa en el centro del país, el famoso Dust Bowl, con tormentas de polvo y granjeros abandonando sus tierras para ingresar al éxodo hacia el oeste, hecho capturado en las novelas de John Steinbeck, famosas fotos y canciones de Woody Guthrie.
Más aún, a veces parece algo así como las siete plagas
y otras advertencias bíblicas, con inundaciones e incendios, polvo y cultivos secos, sobre todo en zonas rurales donde prevalecen los mensajes cristianos religiosos (por radio, televisión y espectaculares) rodeados de catástrofe.
Justo son los cristianos ultraconservadores los que suelen rechazar dichos de los científicos de que son manifestaciones del calentamiento global, pero aquí Dios parece estar mostrando que los científicos, y no los ultrafieles, podrán tener razón.