Noviembre 16, 2024

Las mentiras de la Encuesta CASEN

lavin_mideplan

lavin_mideplanComo en el famoso cuento infantil, a la pregunta “¿quién es la  más bonita del mundo? siempre responde lo que quiere el interrogador. La Encuesta CASEN cumple una función similar: sirve para mostrar que el rostro monstruoso de la extrema miseria y la pobreza disminuye año tras año gracias a las políticas de los gobiernos,  antes la concertación y hoy la coalición por el cambio.

 

Churchill  decía, con razón, que no hay nada más mentiroso que las estadísticas, pues, en el caso de la Encuesta CASEN este aserto se confirma plenamente. Veamos algunos trucos que convierten a este espejo virtual en un falsificador de la realidad: la línea de la pobreza es de $64.134; si un ciudadano tiene como ingreso $65.000, deja de ser pobre para engrosar la fila  de los felices chilenos que no padecen esta lepra social. En el caso de la indigencia, el límite de $32.000; si se cuenta con $33.000, pasa al estado superior y deja de ser indigente.


Con estos parámetros arbitrarios, basados en una canasta básica y que no da cuenta del aumento de la inflación para los pobres, sobre todo por el incremento del precio de los alimentos y transporte, es obvio que la CASEN actual, arroje una cifra del 14,4% de pobres y de un 2,8% de indigentes. Si se aplicara un límite de la pobreza por un ingreso de $102.000, la pobreza aumentaría, fácilmente, al 33%, es decir, un tercio de los chilenos serían pobres – lo que corresponde a la realidad de hoy – .


De  aplicarse una medida justa respecto a la pobreza, el “espejo” del cuento infantil se desquebrajaría en mil pedazos y, junto con él, las erróneas políticas públicas dirigidas a combatir la pobreza. Estoy convencido de que para enfrentar esta plaga que corroe el alma de Chile se necesita, al menos, conocer a fondo la realidad de la pobreza. Es un lugar común que los pobres no son solo un numero sino seres humanos de carne y hueso cuya vida corta y precaria es una realidad gris y marginada.


El Presidente Sebastián Piñera y su ministro de Hacienda miran la pobreza como un asunto estadístico, por consiguiente, tienen derecho a complacerse ante la baja del 15,1% al 14,4% en el índice de pobreza. Discrepo de esta manera de ver la política: a mí me duele la pobreza, como diría Miguel de Unamuno, son hombres de carne y hueso con más de lo primero que de lo segundo. Los pobres no son un dato estadístico, son chilenos, personas con dignidad, que están sometidos a un monstruoso y caro sistema de transportes; al precio del kilo de pan, $1.000, alimento muchas veces único en el día a día; ni hablar del vestuario, ni mucho menos enviar los niños a la escuela; ni pensar en salud, donde son tratados como un número.


Aun cuando falsa y distorsionada, la CASEN sirve para mostrar también el Chile fragmentado entre las distintas regiones: La Araucanía sigue teniendo un 22,9% de pobres que, si se aplicara mi propuesta del aplicar una divisoria de $102.000 para establecer la línea de pobreza, La Araucanía estaría cerca al 60% de pobres. Bío Bío, el 21,5%; de aplicarse la medición propuesta, sería más del 50%.  Lo mismo ocurriría con la región de Los Ríos. Entre las dos encuestas CASEN, Arica ha aumentado su pobreza en un 23%, y, Valparaíso, en un 12%.


En la CASEN actual, la pobreza no existiría en Aysén, ni en Magallanes – pero para los empresarios -. Al parecer, las regiones extremas están viviendo en jauja, aquella región medieval donde sobraba tanto la comida, como los placeres. Como la CASEN “orienta” las políticas públicas, es precisamente en Aysén y Magallanes y, hoy Atacama, donde  han despertado los movimientos sociales más potentes, de carácter regional.


Rafael Luis Gumucio Rivas

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