En poco más de tres semanas, los enemigos de América Latina cerraron el primer semestre del año en curso: constitución de la Alianza del Pacífico (dirigida contra Brasil y los países de la Alba y Mercosur, 6 de junio); homenaje de la ultraderecha a Augusto Pinochet (Valparaíso, 10); golpe de Estado en Paraguay (22); conjuras destituyentes en Bolivia (24) y Argentina (27), y triunfo del PRI en los comicios presidenciales de México (1º de julio).
Los golpes derechistas en Honduras y Paraguay representaron sendos reveses para los proyectos de integración y cooperación en América Central y del Sur. Frente a ellos, los gobiernos de Nicaragua, Bolivia y Ecuador (ni se diga Venezuela) han puesto sus barbas en remojo.
En carta fechada con membrete de la presidencia (14 de noviembre de 2009), el derrocado presidente de Honduras (28/6/09) Manuel Zelaya se dirigió a Obama, diciendo que en la Cumbre de Trinidad Tobago, “Usted manifestó: ‘Que dejáramos de acusar a Estados Unidos por lo que hizo en el pasado en el continente y que viéramos hacia el futuro’”.
Aclara: El futuro que hoy nos muestran al alterar su posición en el caso de Honduras y favorecer la intervención abusiva de las castas militares en la vida cívica de nuestros países en el siglo XXI no es más que el ocaso de la libertad y un desprecio a la dignidad humana, en una nueva guerra contra los procesos de reformas sociales y democráticas tan necesarios en Honduras
.
Sin embargo, no todo fue negativo. En Asunción, el golpe leguleyo solapado por Washington permitió el ingreso de Venezuela al Mercosur (bloqueado por el Congreso narcomafioso de Paraguay); Ecuador retiró a los militares que estudiaban en el Instituto del Hemisferio Occidental para Cooperación en Seguridad (ex Escuela de las Américas); la Alba expulsó a la golpista Usaid de sus países, y en México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) impugnó el triunfo de Enrique Peña Nieto, favorito de la Casa Negra, el Pentágono, el duopolio Televisa-Tv Azteca y la plutocracia nativa.
Detengámonos en México, donde, más allá del amargo desenlace que para millones representó la derrota de AMLO, la histórica participación (62 por ciento) cuestionó el supuesto de que en política los mexicanos son apáticos
. Sólo que, en esta participación, 66 por ciento le dio el voto a los partidos derechistas.
En cuanto a calidad, conciencia y voto razonado
, los sufragios cosechados por AMLO también fueron históricos. No son pocos 16 millones de votos en favor de un líder popular honesto y probado, que en términos comparativos realizó la campaña sin un centavo, con precaria organización, y contra el bombardeo mediático de las fuerzas del mal desde mucho antes del fraude de 2006.
¿Qué falló y seguirá fallando, si no se corrigen ciertas percepciones? Me parece que la tarea pedagógica
(llamémosla así) impulsada por las fuerzas de AMLO cometió el grueso error de subestimar u omitir (por negligencia, táctica
o mero desconocimiento) el rol estratégico de México en los reacomodos de recolonización imperialista mundial.
En el segundo debate incluso (al tratarse el apartado política internacional
) resultó desesperante oír al moderador recordando una y otra vez a los candidatos, el asunto a debatir. Era lógico que Peña Nieto o Vázquez Mota callaran. ¿Pero le era complicado a López Obrador recordar que desde 1994, con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en calidad de nación subordinada, los pueblos de México vienen hundiéndose sin sus aliados históricos (y naturales) de América Latina?
De los miles de metros cúbicos de comentarios y artículos, rescato un breve artículo publicado por el periodista Miguel Ángel Ferrer antes de las elecciones. Con mirada de águila, Ferrer otea pasado y futuro, recordando entretelones del asesinato de Álvaro Obregón (1928) y Luis Donaldo Colosio (1994):
“Desaparecido Colosio Murrieta –dice–, se designó un nuevo candidato. Es decir, se designó un nuevo presidente. Y todo siguió como siempre, desde 1920. Casi un siglo de una práctica que con diferentes nombres (revolución, democracia dirigida, el fiel de la balanza, dictadura perfecta, alternancia) permanece hasta ahora inmutable” (Una práctica casi centenaria
, El Sol de México, 29/6, destacado al día siguiente en la importante página web de España Rebelión).
Sigue: “Todo, también hasta ahora, ha fracasado para cambiar esa fórmula de relevo en el poder… ¿Cambiarán las cosas en este 2012? ¿Desaparecerá la fórmula hasta ahora invariable y exitosa?”
Hace un par de años, Ferrer me comentó algo que quizás aprendió de Marco Aurelio, Maquiavelo, o en su propia experiencia profesional. Palabras más, palabras menos, observó: en política, el poder no se entrega ni se delega.
Miguel Ángel cierra el texto apuntando: Para atisbar el futuro, el fundador del Partido Acción Nacional, el sabio reaccionario Manuel Gómez Morín, solía utilizar una acertada expresión que hoy resulta imposible no recordar: para que no haya desilusionados, no debe haber ilusos
.