Noviembre 23, 2024

Los planes de Tsipras (Syriza) para Europa

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tsipras_mitin_290Alexis Tsipras (Atenas, 28 de julio de 1974) afronta su gran oportunidad. La debacle del en otros tiempos todopoderoso partido socialista panhelénico (Pasok), tras su apoyo a los rescates y a las políticas de austeridad, le ha situado a las puertas del gobierno griego.

 

 

Su formación Syriza, levantada en 2004 de una amalgama de partidos maoístas, trotskistas, ecologistas, provoca pesadillas en todas las cancillerías europeas, que hace unas semanas, cuando inició una gira para calmar a todos aquellos que pensaban que Stalin se había reencarnado en Grecia, se negaron a recibirle. Con la cercanía del Gobierno, sus propuestas y su discurso, repleto de guiños a la esperanza y al futuro, el que quieren conquistar los jóvenes como él, en una Europa donde la clase política peina canas, se ha moderado relativamente, tendiendo a ocupar el espacio tradicionalmente socialdemócrata. Aun así, casi nadie en Europa le quiere ver presidiendo el Gobierno griego.


Vaya por delante que Tsipras es europeísta, más por cierto que los socios de Angela Merkel en el Ejecutivo alemán, que está con el euro y que nada más lejos de su intención tumbar el proyecto europeo. Lo repite una y otra vez, como un mantra. “El futuro está en Europa”, “gobernaremos para asegurar la permanencia de Grecia en Europa”, “que no apuesten los especuladores a que Grecia abandonará el euro porque perderán”. Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Por qué nadie le recibe? El presidente francés, el socialista François Hollande, lo expresó muy claramente hace unos días: “Puede haber países de la zona euro que prefieran terminar con la presencia de Grecia en el euro. Soy consciente de que los electores griegos deben tener la plena soberanía, pero tengo que prevenirles, es mi deber, de que si dan la impresión de que quieren alejarse de los compromisos, habrá países de la zona euro que preferirán su salida de la zona euro”.


Más claro, agua. Europa apuesta porque gane la derecha en Grecia, Antonis Samarás. Frases como éstas, como puños, son las que preocupan a Merkel y otros en Europa: “Después de dos años y medio de catástrofe, de choque neoliberal, los griegos han sido puestos de rodillas. El estado social está colapsado, uno de cada dos jóvenes está en el paro, hay cada vez más personas que emigran, el clima psicológico es de pesimismo, depresión, suicidios… El pueblo griego jamás estuvo tan mal”. Y con esto se quedan. Esto es lo que escuchan. Y dicen en los palacios europeos: Claro, un tipo que no habla de la prima de riesgo, ni de la cifra de déficit debe estar loco. No tiene cabida en Europa. ¿De dónde ha salido?


Pues de Grecia. Y esto es lo que no escuchan, lo que Tsipras dice, no tan diferente de lo que dice Hollande: “No estamos contra la unión monetaria. Nosotros no queremos chantajear, queremos convencer a nuestros asociados europeos de que el camino elegido para Grecia es totalmente contraproducente. Es como tirar el dinero a un pozo sin fondo. Es importante que los europeos sepan que el dinero con el que están contribuyendo a la supuesta resolución de la crisis griega no está siendo aplicado en inversión y crecimiento, ni para hacer frente al problema de la deuda. En realidad, si seguimos el mismo rumbo, estaríamos obligados a discutir un tercer paquete y después un cuarto”. Grecia ha aceptado ya dos rescates, por valor del 85% de su PIB. En comparación, el español supone en torno a un 10%.

Lo que, hablando en plata, propone Tsipras es decretar una moratoria del pago de la deuda y sus intereses hasta que el país recupere la senda del crecimiento y pueda de esta forma pagar sus deudas. Esto es, por supuesto, algo impensable en la Europa de Merkel.

Además de todo esto, de afrontar, en fin, la gran crisis con un espíritu positivo, Tsipras ha tocado todos los palos que tradicionalmente han enfangado el país, singularmente la corrupción. Aunque a él mismo le han acusado de beneficiarse de contratos del Gobierno, su porte descamisado y relajado aporta aire fresco al estancado sistema político griego, dominado por dos partidos y dos familias desde el fin de la segunda guerra mundial: Nueva Democracia, dirigido por tres generaciones de Karamanlis y Pasok, por tres de Papandreu. El segundo ha caído. El primero aún le disputa a Tsipras el poder en estos comicios.

Él confía en vencer y convencer. “No solo la persona que pide prestado está en una posición difícil, también lo está quien presta. Si usted debe 6.200 euros a un banco tiene un problema, pero si debe 620.000 euros el problema es del banco. Este es un problema común. Es un problema europeo. Es un problema mundial”.

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