El 16,5% de los trabajos asalariados de Chile corresponde a empleos tercerizados, o sea aquellos que prestan servicios a otras empresas u holdings, y que comúnmente conocemos como “subcontratados”. Por eso la marcha para este martes 12 de junio. Por eso se levanta el pueblo trabajador.
La inestabilidad y la precariedad parecieran ser términos análogos cuando se nos viene a la cabeza la palabra “subcontratación”, y está claro, ya que hasta la fecha los indicadores arrojan que cerca del 16,5% de los trabajos asalariados corresponden a empleos tercerizados, o sea aquellos que prestan servicios a otras empresas u holdings, y que comúnmente conocemos como “subcontratados”.
Este universo laboral externo que nutre de fuerza de trabajo a gran parte del comercio -y a rubros importantes de la economía como lo es el cuprífero-, adolece de muchos obstáculos para su normal desenvolvimiento: la incertidumbre que acarrea el no saber quién es verdaderamente tu empleador (empresa mandante, agencia prestadora de servicios, administrador de un local, gerente, encargado, etc.), más la pauperización económica que sufren al no percibir los mismos salarios que sus pares contratados directamente (esto último deviene en que haya una complicada organización que agrupe a distintos subcontratados, ya que como entenderán se fragmenta contractualmente ambos sectores dividiendo a la clase trabajadora), sumado finalmente al lucro por parte de las agencias prestadoras de servicios que se enriquecen a costa del esfuerzo de cada trabajador.
El triste escenario para el mundo del trabajo subcontratado en nuestro país subsume a gran cantidad de ellos en la mezquindad misma, en parte por la alta rotación de personal como también por la constante deslocalización o movilidad tiempo-espacial de los mismos (empleados que deambulan de ruta, de local o de agencia distintas), en conjunto con el factor que señala que generan menos productividad v/s los contratados internos de una empresa. Finalmente no se escapa el mencionado devalúo en cuanto a remuneraciones propiamente tal, demostrando una asimetría salarial tremenda ya que se trabaja lo mismo o incluso más.