Septiembre 21, 2024

TELESCOPIO: Uno de esos rituales

piera21mayo290

piera21mayo290Todos los países tienen sus rituales, algunos pueden ser más coloridos y simpáticos que otros. En Chile, esto del mensaje presidencial ante el Congreso en pleno—copiado seguramente del “State of the Union” que rinde el presidente de Estados Unidos ante el Congreso de ese país—es uno de los más tradicionales. De algún modo, con este ritual, el jefe de estado intenta no sólo informar a los congresistas y a la ciudadanía de “cuan bien lo está haciendo”, sino además fijar la agenda política para los doce siguientes meses.

 

En cuanto al primer objetivo, por cierto todo dependerá de dónde se sitúe aquél a quien se le pregunte. Para mala suerte del presidente Sebastián Piñera, la inmensa mayoría de los interrogados por las encuestas no creen que lo esté haciendo bien del todo y siendo así, es difícil que por más retórica que ponga y por articulado que sea el mensaje, esa mayoría vaya a cambiar su mala opinión sobre la gestión gubernamental.


El segundo objetivo es generalmente el más importante. Una importancia doble además porque fijar la agenda supuestamente le da ventaja a la fuerza política que gobierna ya que tiene los medios para hacer que la gente se ocupe de esos temas. Para Piñera en lo personal eso puede ser significativo tomando en cuenta que entra ahora a la última parte de su mandato y por cierto ningún presidente quiere irse dejando un muy mal recuerdo. Más importante que la imagen que Piñera vaya a dejar para la posteridad sin embargo, es el otro aspecto de esa doble importancia a que antes apuntaba: lo que esa agenda que ahora intenta fijar va a significar para el quehacer político y en especial para la elección presidencial próxima. Complicadas como están las cosas para la derecha, es lógico que aun así y como toda agrupación política, aspire a proyectarse en un próximo gobierno. Vanas aspiraciones dirán quienes dicen que allí la derecha sueña en Technicolor, porque si Michelle Bachelet es la candidata ninguno de sus candidatos le hace collera. Pero dejemos eso de lado por ahora, por lo demás en política todo puede suceder por lo que—vuelvo a insistir—lo importante ahora es fijar esa agenda política. Que es lo que ha intentado hacer Piñera en este nuevo ritual republicano (palabra que ha estado muy de moda en este último tiempo en Chile al parecer).


En lo formal habrá que decir que el discurso siguió un formato muy didáctico, enfocando cada punto ordenadamente en general, cada uno de esos puntos también correspondía al campo específico de cada uno de los ministerios. Hasta allí todo bien, excepto que cuando se llega al desarrollo de cada punto hubo muy poco de específico y en una gran variedad de casos el presidente estuvo diciendo “voy a presentar un proyecto de ley para…etc. etc.” lo que más bien señala una intencionalidad muy mediatizada, porque naturalmente tales proyectos de ley pueden tomar meses o años en aprobarse, pueden modificarse o pueden derechamente ser rechazados. Uno quisiera escuchar más de lo que él como presidente (por lo demás sin carencia de poderes en un estado tan fuertemente presidencialista como es Chile), hiciera más referencias a lo que intenta hacer en el ámbito de sus propias atribuciones y facultades, como poder ejecutivo.


Naturalmente, siendo este un gobierno de derecha para el cual el modelo económico es consustancial a su credo y su práctica, todo el discurso es una persistencia en la validez del modelo neoliberal. Tocaré aquí algunos de sus temas. En materia de educación que fue la primera área abordada en el mensaje, la demanda estudiantil de una educación superior gratuita y de calidad fue deliberadamente presentada como un intento de los estudiantes de beneficiar a la minoría más rica que tendría así educación sin pagar. Por cierto un modo mañoso de presentar las cosas, pues si así fuera la demanda estudiantil sería profundamente regresiva y reaccionaria. Lo que no se dijo, ni se aludió mayormente, es algo que los estudiantes han también sostenido desde un comienzo precisamente en respuesta a esa objeción: que una tal política educativa, que todos sabemos costaría dinero, en ese sentido efectivamente nada es gratis, sólo puede entenderse en conjunción con una profunda y real reforma tributaria. En ese contexto, las familias de los estudiantes de altos ingresos y las grandes corporaciones pagarían con sus impuestos la educación no sólo de los hijos de las clases altas, sino la de otros jóvenes. No hay pues en la demanda de educación gratuita un regalo a los ricos, sino simplemente una propuesta redistributiva que otros países ya utilizan.


El presidente también aludió a mejoramientos en los otros niveles de la educación y al rol de los profesores, en relación a estos últimos repitió declaraciones anteriores en el sentido de dignificar la profesión y mejorar su formación así como sus salarios. Ojalá así sea. Sin embargo la referencia a dar un bono a los profesores de “mayor rendimiento” entraña un peligro: la idea que en un futuro se pueda tratar de incorporar una modalidad de pago a los profesores que ya existe en algunas jurisdicciones en Estados Unidos y que aquí en Canadá siempre ha sido rechazada: el pago por mérito. Esto es, pagar a los educadores según los resultados que muestren sus alumnos en pruebas estandarizadas. Este es un concepto muy consistente con el modelo neoliberal de la educación con su obsesión por mediciones que en el fondo no reflejan lo que verdaderamente ocurre en el medio escolar y que tiende a reducir todo a estadísticas como si se tratara de la performance de una empresa. Cualquiera que conozca un poco de educación se dará cuenta que ofrecer incentivos y eventualmente pagar a los profesores según el rendimiento de sus alumnos es pedagógicamente aberrante y además injusto ya que se intentaría indirectamente evaluar a los docentes por factores que ellos no controlan: aparte de las evidentes diferencias de equipamiento de un liceo a otro y de los condicionantes sociales de los hogares de donde provienen los estudiantes, en última instancia aun en una sociedad donde la calidad de las escuelas fuera igual, los condicionantes sociales equitativos e incluso los niveles de motivación escolar altos, subsistirían las lógicas diferencias individuales de los estudiantes, en otras palabras, algunos serían más inteligentes que otros. Eso sin contar otros innumerables factores imponderables e imprevisibles en el contexto del proceso educativo. El concepto mismo de pago por mérito o por rendimiento para los profesores sería tan absurdo como pagar a los médicos según si sus pacientes se mejoran o no, o a los meteorólogos según si aciertan en las predicciones del tiempo.


La persistencia en el modelo neoliberal—algo por lo demás esperable—estuvo también presente en otras referencias hechas por el presidente. En materia de obras públicas por ejemplo se insiste en la dependencia en el automóvil como medio de transporte, al enfatizar la construcción y ampliación de carreteras sobre otros modos alternativos como debería ser el ferrocarril para la movilización interurbana y suburbana, y el transporte público en las ciudades (aunque hubo una referencia sin mayor detalle a posibilidades de mejorar el transporte urbano en regiones y se destacó la ampliación del metro y el metrotrén en la Región Metropolitana). En ciertos casos la carretera se justifica, como en el caso de la extensión y pavimentación de la carretera para el extremo sur, eso es una buena noticia. Lo es también el que se estudie con intención de implementar y no simplemente analizar, la construcción de un puente sobre el canal de Chacao uniendo de esa manera a la isla de Chiloé al continente con un vínculo fijo. (Aquí en Canadá se inauguró en 1997 el puente Confederation, que unió la Isla Príncipe Eduardo con la costa de Nueva Brunswick, el que fue construido en un hostil ambiente oceánico probablemente comparable con el que tendría que enfrentarse si el puente a Chiloé se hace realidad. En todo caso si este puente canadiense de casi 13 kilómetros, el más largo sobre aguas heladas en el mundo, puede dar una señal en cuanto a costo, bueno es saber que su construcción que duró cuatro años tuvo un costo de mil millones de dólares, eso hace ya quince años).


Los temas sociales fueron largamente enfatizados por el mensaje, en especial el bono de alimento para los sectores de más bajos ingresos, que seguramente tendrá una fácil aprobación por parte de todos los sectores parlamentarios así como el llamado ingreso ético familiar.


Por otro lado sin embargo, el mensaje ignoró por completo la actual situación de alta tensión en las zonas de población mapuche y los hechos de represión que allí han ocurrido. El mandatario anunció la presentación de una reforma constitucional para reconocer a Chile como “país multicultural” (eso está bien, pero “estado plurinacional” sería más adecuado).


En materia valórica dentro del ámbito social, seguramente habrá consenso—quizás con la excepción de la derecha más dura y reaccionaria centrada en la UDI—respecto de lo positivo de la ley anti-discriminación. Pero en ese mismo ámbito valórico, el presidente se alineó definitivamente con los sectores ultraderechistas al hacer explícito su rechazo a cualquier iniciativa que permita el aborto terapéutico. En esto las mujeres ya saben que no pueden contar con apoyo presidencial.


Por último tampoco quedó muy claro qué sucederá con el derecho a voto de los chilenos que vivimos en el exterior. Piñera luego de mencionar las recientes reformas a la ley que establecieron la inscripción electoral automática y el voto voluntario—ambas iniciativas transversalmente apoyadas y ciertamente muy positivas—se refirió brevemente a que habrá derecho a voto para los chilenos que residen en el exterior agregando si, la condición “que mantengan un vínculo o compromiso con Chile”, lo cual vuelve a dejar esa aspiración en el limbo de la ambigüedad: ¿es suficiente vínculo y compromiso el hecho que uno vaya a inscribirse al consulado que le corresponda según su domicilio en el exterior, de acuerdo a lo que el Ministro Larroulet sugiriera hace unos días, por cierto un requisito razonable? ¿o es que tal vínculo o compromiso sería algo más complicado y retorcido como el visitar Chile cada cierto tiempo o por una cierta cantidad de meses, como prefrieren algunos en la UDI para reducir el número de chilenos elegibles para votar? La ambigüedad permanece porque ni en el propio gobierno hay una definición sobre el tema.


En suma, un mensaje con muchos anuncios, proyectos de ley que quizás no saldrán del parlamento, ministerios que cambiarán sus nombres, otros que se remodelarán (como Medio Ambiente) u otros que serán creados (Deportes). Algunos simplemente lo desestimarán alegando la falta de credibilidad del mandatario, otros intentarán rescatar algunos aspectos de él; por cierto nunca nada es ciento por ciento malo, menos aun si todo esto es retórica, una colección de anuncios algunos buenos, después de todo no se puede ser fanático en esto; pero en lo sustancial uno tiene que decir que hay poco, en este, un ritual previsible tanto en el tono del discurso como en el ambiente que lo rodeó: contrariamente a lo que algunos temían, en el salón de honor del Congreso todos los asistentes se comportaron como buenos muchachos y muchachas que hacen parte de uno de los más antiguos rituales de—aquí tiro la frase cliché nuevamente—nuestra “vida republicana”. Y ya sé, muchos simplemente responderán al mensaje con meras consignas, lo cual está bien hasta cierto punto como instrumento de escaramuza callejera, pero por favor no se intente levantar un programa político sobre la base de ellas. En otras palabras, el gran trabajo para la oposición ahora es levantar visiones alternativas a este, mal que mal, borrador de programa de la derecha para proyectarse en un futuro gobierno.


¿Es este mensaje presidencial algo terrible? Bien pues, entonces a pensar en una alternativa coherente y movilizadora, porque nada sacamos con sólo quejarnos o caer en alguna invocación como la que hacía un personaje al final de ese emblemático programa radial de los años 50, Intimidades de la familia chilena: “¡Señor, dame tu fortaleza!”


En verdad la única fortaleza puede venir desde el pueblo mismo, desde su juventud y sus trabajadores organizados.

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