La crisis del sistema educacional chileno es un fiel espejo de la falta de humanidad de quienes detentan hoy el poder en nuestro país.
Se disfraza el problema con la ilusión que la educación es un problema económico y por lo tanto debe resolverse por dicha vía. La estructura tributaria actual que fue gestada con inequidad y desigualdad, profundizó el foso entre ricos y pobres y por lo tanto no puede reformar la educación con la sola modificación de un par de artículos y resolver así el drama de millones de compatriotas.
Aquí se necesita de cirugía mayor, no solo de la modificación del código tributario, sino que de un gran cambio estructural político, económico, social y cultural en toda sociedad en su conjunto.
La dictadura económica exilió la ética y la humanidad de la política. Max Horkheimer, que escribió El eclipse de la razón (1947) explica esta transformación: “la razón ya no se orienta por la búsqueda de la verdad y por el sentido de las cosas, sino que es secuestrada por el proceso productivo y rebajada a mera función instrumental, transformada en un simple mecanismo tedioso de registrar hechos. La razón se atascó en el pantano de los intereses individuales, es lo económico que estructura todo con una mercancía regida por una cruel competencia y una ganancia desmedida. Desapareció la sociedad libre con mercado y se impuso la sociedad de mercado”.
Cuando la clase política tiene capturada la razón por los intereses individuales y corporativos, cuando está al servicio de las corporaciones transnacionales y de los grandes grupos económicos criollos, que podemos las ciudadanas y los ciudadanos esperar de una reforma tributaria que hace aún más regresiva la actual distribución del ingreso? .La mezquindad del proyecto de gobierno no aborda el clamor popular y solo distrae la atención por un tiempo para calmar los ánimos electorales. Es una fiesta de disfraces, “pan y circo” como decían los romanos.
La Constitución Política del Estado establece que el poder radica en la Nación, es decir en las ciudadanas y en los ciudadanos. Nuestra educación es un problema nacional patrimonial que debe ser abordado por todas y todos. Ya no hay cabida más al tecnicismo de subsidios o rebajas de tasas de interés y aranceles, o cambios tributarios disfrazados; se necesita que asumamos aumentar los ingresos fiscales hasta financiar una educación gratuita para todas y todos. Necesitamos un profundo cambio político, económico, social y cultural para que, como lo dice nuestro emblema patrio: “Por la razón o la fuerza”, Chile vuelva a ser más temprano que tarde un país con educación gratuita.
Cuando desde el poder, los oídos se niegan a escuchar y los ojos se cierran para ver las demandas de los movimientos sociales, el único camino de las ciudadanos y de los ciudadanos es la movilización y articulación de sus organizaciones sociales. Hoy en día, y fiel ejemplo de este diálogo de sordos con las autoridades, es su falta de respuesta a la masiva expresión de la ciudadanía, ya no solo en las calles, sino que también en cada rincón a lo largo y a lo ancho de nuestro país. Es por ello que los hechos determinan que la presión social debe llevar al límite a la clase política ahora para que aprueba una reforma constitucional que cree la herramienta del plebiscito nacional vinculante convocada desde la ciudadanía, para así perforar la Constitución del 80 y poder someter al veredicto del pueblo los temas pendientes para democratizar Chile entre ellos por cierto, el cambio de la propia Constitución.
De lo contrario, la falta de credibilidad, representatividad y confianza en el poder político llevará al quiebre del sistema institucional y a una explosión social con impredecibles consecuencias
Es por ello la necesidad urgente de un plebiscito. Es vital dar trámite urgente y aprobar en el más breve plazo en el Parlamento esta reforma constitucional nacida desde las organizaciones ciudadanas para que conjuntamente con las elecciones municipales, tengamos en Octubre una tercera urna donde sometamos a Plebiscito Nacional si estamos por una educación gratuita para todas las chilenas y chilenos. Ese es el desafío y a ello les convocamos.
Katia Cotoras es arquitecta y miembro de “Amigos de La Reina Ambiental”
Moisés Scherman es economista, miembro de Barrio Ñuñoa y del Movimiento Amplio de Izquierda.