Diciembre 26, 2024

Grecia, un puzzle casi imposible de armar

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syrizaGrecia se ha convertido en la patata caliente de la Unión Europea. Allí se dirime la viabilidad de una austeridad impulsada por la UE -materializada en los planes de rescate- pero que es capaz de desestabilizar y atomizar políticamente al país. Siendo uno de los estados más endeudados del mundo y con un conflicto social que ha provocado cerca de veinte huelgas generales desde el inicio de la crisis, ahora el país heleno se encuentra ante una situación de máxima inestabilidad política tras las elecciones celebradas ayer, que han dejado el Parlamento con siete partidos.

 

Con el desgaste que conlleva la ejecución de los distintos programas de rescate dictados desde la UE y el FMI, todas las fuerzas, a un lado u otro del arco político, han hecho de la cuestión europea el eje vertebrador de sus discursos en estas elecciones. Así, los dos históricos partidos -los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok- que han sostenido el sistema democrático en Grecia han sido los únicos que siguen apostando por la vía europea de los recortes y la austeridad, por lo que han sido desbordados tanto por la izquierda como por la derecha.


Los resultados ofrecen difíciles opciones para estas fuerzas políticas. Los conservadores de Nueva Democracia, que cuenta con 108 escaños gracias a los 50 que obtiene por ser primera fuerza, tienen la intención de hacerse con la presidencia griega volviendo a pactar una alianza de gobierno con el Pasok de Venizelos. Sin embargo, juntos sólo obtendrían 149 escaños, por lo que se quedarían a dos de los 151 requeridos para formar gobierno.


De esta forma, la vía de continuista de ND y Pasok necesita pactar con una tercera fuerza para acceder al gobierno. La única posibilidad de lograr cierta estabilidad es que los 19 diputados de Izquierda Democrática se abstengan para hacer posible un Gobierno en minoría entre conservadores y socialdemócratas.


El peligro ha sido reconocido por el propio líder de ND, Antonis Samaras, que ha afirmado que “estamos listos para formar un gobierno de salvación nacional” y ha hecho un llamamiento a todos los partidos de orientación europeísta para pactar un gobierno de coalición.


Ante la minoría en la que han quedado estas dos fuerzas, Samaras ha defendido su posición alegando que son “la única garantía de estabilidad política. Entiendo la ira de la gente, pero Nueva Democracia no dejará el país sin gobierno“. Palabras muy parecidas a las que dijo Venizelos cuando afirmó que “de las elecciones no ha salido un claro vencedor y es necesario un gobierno de unidad nacional con partidos de orientación proeuropea”.


Durante estos últimos años de crisis la credibilidad de los políticos ha caído al tiempo que iba creciendo la desesperación de las capas más pobres de la sociedad. Prueba de ello es que en estos dos últimos años los suicidios han aumentado en un 40%. Este creciente descontento social ha dado lugar a que la participación en estas elecciones haya sido del 65%, la más baja en elecciones parlamentarias desde la vuelta a la democracia en 1965.


Momento histórico para la izquierda

La caída en picado de las dos fuerzas tradicionales en Grecia ha supuesto el ascenso meteórico de otras fuerzas. Una de ellas ha sido la de la Coalición de Izquierda Radical, Syriza, que ha cuadriplicado sus apoyos y se ha convertido en la segunda fuerza del país con 52 escaños. Además, es la primera fuerza en Atenas y otras grandes ciudades del país. Bajo la dirección de Alexis Tsipras, de tan solo 39 años, esta formación se levanta como el nuevo referente progresista griego, al superar al hasta ahora hegemónico Pasok.


Syriza es una coalición de partidos y organizaciones de izquierda radical de nuevo cuño que rompen con la tradición ortodoxa de las formaciones comunistas tradicionales. Proveniente del movimiento antiglobalización y del Foro Social Griego, surge en 2004 de la convergencia del ‘Espacio’ creado por este conglomerado de fuerzas sociales y políticas que habían confluido en los movimientos de protesta de los años 90. Las luchas que forjaron esta alianza fueron las que se dieron contra la reforma neoliberal de sistema de pensiones, la oposición a las nuevas leyes antiterroristas y la preparación de la participación griega en la contracumbre internacional de Génova en 2001.


Defiende la nacionalización de los bancos y los sectores estratégicos de la economía, las nuevas formas de participación democrática y la instuaración de nuevos derechos sociales. Se define como una fuerza democrática, socialista, ecologistas, feminista, anticapitalista y alterglobalizadora.


En parte su éxito se ha debido a la personalidad de Tsipras, el político más valorado del país y el primer líder parlamentario nacido después de la caída de la dictadura militar en 1974. Fue un importante dirigente estudiantil durante las movilizaciones juveniles de los años 90. Como líder de Syriza, se ha destacado en los mítines donde ha criticado la corrupción de los dos partidos mayoritarios y ha defendido la idea de nacionalizar la banca y no pagar la deuda estatal, al considerarla ilegítima. “Durante dos años han tomado decisiones sin preguntarnos”, ahora “es tiempo de que la democracia vuelva al lugar donde nació”.


Con 26 escaños, también han subido, pero no tanto, los comunistas el KKE, que es el partido político más antiguo de Grecia. Con un posicionamiento más ortodoxo y prosoviético, se han negado a pactar con cualquier otra fuerza política de izquierda.


Finalmente, con 19 escaños, ha aparecido en estas elecciones la formación Izquierda Democrática, una escisión de Syriza que recoge el voto descontento del Pasok pero desde posiciones más centristas. Es crítica con la UE pero que aboga por mantenerse en el euro renegociando las medidas de austeridad.


La irrupción de “los camisas negras”

Por la derecha antieuropea, la formación Griegos Independientes ha conseguido obtener 33 escaños. Este partido es una escisión de Nueva Democracia que critica el seguidismo de éstos hacia la UE. Mantiene posiciones conservadoras y nacionalistas, con un discurso populista que apela a la “nación griega” frente a la pérdida de soberanía que implica la UE.


Pero otra de las sorpresas y la más preocupante que han dejado los resultados electorales es la irrupción en el futuro Parlamento griego del partido neonazi de Amanecer Dorado, que, de ser un fenómeno marginal, ha recibido el apoyo casi el 7 % de los electores y tendrá un grupo parlamentario de 21 diputados.


Frente al paro y el empobrecimiento de grandes capas de la población, esta formación ha jugado la carta del odio a los inmigrantes y el discurso ultranacionalista antieuropeo. Con su discurso de respuestas fáciles, ha ganado popularidad a través de campañas de ayuda social en los barrios obreros que más han sido golpeados por la crisis, al tiempo que sus ideas racistas han calado en amplios sectores desesperados que han querido ver al inmigrante como culpable de la crisis.


Su líder, Nikos Michaloliakos, lo dejó claro tras conocer el resultado de los comicios: “Voy a avanzar, enfrentándome a la tiranía de los medios de comunicación, de las televisiones y los periódicos. Quiero dedicar esta victoria a los valientes de camisa negra”.


Fundado en 1993 por el exoficial del Ejército griego Nikolaos Mijaloliakos, el partido mantiene vínculos con otros movimientos neonazis europeos y, según las denuncias de la prensa y políticos griegos, con elementos de la Junta Militar depuesta en 1974 e incluso con grupos de la actual Policía.


Hasta hace poco, Amanecer Dorado solo contaba con un apoyo electoral mínimo, pero en las municipales de 2010 logró un concejal en el Ayuntamiento de Atenas, consiguiendo en algunos barrios hasta el 20% de los votos.


Como ejemplo del absolutismo que propugna este partido, anoche los miembros de la seguridad del líder de Amanecer Dorado obligaron a los periodistas que acudieron al mitin postelectoral a ponerse de pie para recibirle en la sala.

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