Septiembre 20, 2024

¿FF.AA de pocos o de todos?

dsc_7160

dsc_7160En los días recién pasados, el Ejército de Chile ha llevado a cabo el “Primer Consejo Militar”, en el cual ha tratado los temas atingentes a la institución así como los objetivos de ésta en el presente nacional durante todo este año.

 

Ello cobra especial relevancia dadas las expresiones populares ciudadanas que comenzaron el año pasado, exigiendo demandas básicas de derechos sociales, civiles y políticos que han sido negados por más de 20 años de democracia formal  y perpetuados en la espera con matices de esperanza, que, como dijo Bourdieu, es una de las maneras más efectivas de dominación de un grupo sobre otro.


Colateralmente esto ha llevado a que la atención tanto mediática independiente como de la sociedad civil se haya centrado en el nefasto protagonismo de las fuerzas represivas de Carabineros en la conservación de un sistema desigual, esbirros de un gobierno de elite. Ha estado en el aire la sensación de que las FF.AA han pasado en este corto plazo a un papel secundario, a uno de bajo perfil provocado por la innegable coyuntura. Esto es sumamente delicado, dado los antecedentes institucionales  e históricos golpistas y reaccionarios, y que se han explicitado  en un protagonismo proteccionista de una clase hegemónica y un modelo de sociedad beneficioso para una minoría.


El adoctrinamiento de las FF.AA y en particular del Ejército a partir de 1885, tuvo un claro componente constitutivo prusiano.  Bajo este prisma,  se afianzo un concepto de identidad o auto imagen a lo largo del siguiente siglo, de forma paralela a los procesos de cambios estructurales económicos, sociales y políticos en los cuales la civilidad se involucro. El golpe del 24´ genero un cisma que duraría hasta el 32´, en el cual lo castrense supedito a lo civil a su esfera. Este antecedente seria el que marcaria la intención de participación de las FF.AA en todo lo que restaría de siglo. ¿El porque? Las instituciones castrenses siempre han pretendido integrarse a la civilidad y a sus asuntos políticos y socio – económicos como una forma de plasmar en la práctica su proyecto de nación y sociedad.  En otras palabras, plasmar en sociedad  los valores que obedecen a una minoría hegemónica que ha sido histórica, a la minoría hegemónica de la cual son sus lacayos.


Lo que no se niega históricamente, pues hay fuentes primarias que lo avalan, es el interés social de las FF.AA por sacar de la ignorancia a la masa, en base a un interés de labor educativa de una sociedad que no los tomaba en cuenta. Tal cual menciona Varas, Agüero y Bustamante (1980) ello trae implícito un compromiso social como un todo y no solo enfocado a lo bélico o al calculo político para la obtención de beneficios de clase o institucionales.


No obstante este objetivo, si se considera en si mismo y ajeno a otras variables, puede ser engañoso, pues puede dotar al Ejército – especialmente –de una sensibilidad social reformista, hasta revolucionaria, acorde a las necesidades demandadas por el grueso de las capas populares a partir de comienzos del siglo XX. El Coronel Guillermo Aldana, citado por los académicos antes mencionados, remarcaba el ambiente militar como uno idóneo para el desarrollo de habilidades que pudieran cumplir un fin nacional. En sus palabras “en la vida del cuartel se practican virtudes tales como la puntualidad y el estricto cumplimiento de los deberes; se enseña cuales son estos para el ciudadano, se estimula el amor a la familia y a la patria” (1980:82).


Esto deja claro que esta “vocación humanista” no es más que un modo amable de presentar la dominación y la hegemonía de una clase confesional, reaccionaria y tradicionalista. En otras palabras, pequeño burguesa y latifundista. Un discurso tendencioso hacia la letanía. Virtudes funcionales a un sistema, ya en ese tiempo y a pesar del desarrollo de un Estado de Bienestar a medias, segregacionista, amparado en el capital y en la pretensión de convertir la emancipación del sujeto popular en un servilismo con maquillaje democrático. A esto se agrega el hecho del cálculo de las elites civiles chilenas, de cambiar junto con el cambio para conservar sus privilegios. Tal cual una democracia cristiana en la década de los 60´, una derecha liberal en pleno siglo XXI o si apelamos a la exigencia, a una Concertación lanzando migajas de socialismo, del pan que ya no los alimenta.


En síntesis, luego del 32´ lo castrense fue marginado de la actividad civil, naturalmente por los sectores populares como por  una oligarquía, ya endémicamente recelosa, que prefirió el juego estratégico de poder dentro del sistema político. Su único papel: garantes de la soberanía y de la institucionalidad recuperada por la civilidad (aquí otro tema que da para más. Lo criticable de la postura que sostiene a las FF.AA como garantes de la constitucionalidad). Esto por el recuerdo de las intervenciones de la década anterior. No sería hasta luego de pasar por la permeabilidad de doctrinas foráneas imperialistas, entiéndase Doctrina de Seguridad Nacional, y con el paralelo adn prusiano durante casi  décadas, que se alzarían cobardemente en el nefasto quiebre de la institucionalidad formal del 73´, derrocando a un presidente socialista democrática y legítimamente elegido.  Ellos mismos se definían (1) de tal manera que “El Ejército, en un ambiente de respeto y consideración, tanto individual como colectivo, debe percibir el alma nacional, pero llevando siempre una coraza impenetrable, aisladora de toda veleidad colectiva, al margen de la cual debe permanecer inflexible” (1984:110). El Presidente Salvador Allende cometió un error; no reconocer en las FF.AA esa hipocresía histórica. Si lo vio, reacciono demasiado tarde.  Estas, así, “quedaban reducidas a los cuarteles esperando el momento en que una convulsión nacional requiriera su presencia de forma represiva” (1980:79).


Hasta acá, hay que tener claro que la brutal intervención de las Fuerzas Armadas y de Orden en el golpe de Estado no se debe causalmente a la gestión de la Unidad Popular, tal cual esgrimen tantos opositores al proyecto socialista integral que llevo al pueblo a la esfera política, al control de su devenir. Si bien esto afecto los equilibrios que la derecha poseía, por medio de la monopolización del poder armado, a duras penas, esta es una variable correlacional. Otra, y muchas veces obviada, es el adn prusiano claramente antimarxista, anti popular y contradictorio,  cultivado en la oficialidad burguesa durante décadas, y en algún grado contrarrestado por la suboficialidad y la oficialidad constitucionalista. Aunque no siempre. He allí el error, ver el hecho histórico como de corto plazo, obviando los procesos que se diluyen temporalmente y que escarban bajo los cimientos de un país.


Ya estaba plasmada en textos oficiales la perspectiva con respecto a la igualdad, una mal entendida, funcional a los mismos intereses de clase mencionados. Una manera de alienar al sujeto popular, planteándole (2) que “…dentro de un marco en que primen, como principio básico, el concepto de PATRIA [mayúsculas del texto original] sin reservas ni restricciones y en el cual la orientación de estos principios lo llevan al convencimiento de que al amparo de nuestras leyes, encuentra bienestar, tiene garantía de su libertad y puede desarrollar sus actividades dentro del más perfecto ambiente de igualdad” (1984:98) 


A partir de esto cabe un cuestionamiento. Hay que acuartelar a las FF.AA  y darles un margen de acción interno desde el cual puedan gastar a destajo las utilidades por concepto del cobre y generen una conceptualidad de realidad diferida de la mayoría, o por el contrario incluirlos a la vida civil.


Soy un convencido de que si se les condena a un ostracismo en el cuartel, que por lo demás les acomoda pues pueden jugar al soldado, esparciendo la semilla de una posible carrera armamentista en la región, seguirán siendo lacayos del poderoso, de la derecha económica y de su proyección al espacio decisional; la derecha política. Concuerdo con el historiador Gabriel Salazar (3), del cual escuche tal proposición, al repensar a estas FF.AA como unas ya no adoctrinadas, sino educadas a partir de planes y programas dependientes de la sociedad civil en cuanto soberana, es decir, consciente de sí misma y de su papel como sujeto de transformación en el espacio público.


Hay que cortar de raíz la glorificación de estas instituciones, que han construido su historia a partir de 23 victorias en contra del pueblo de Chile y volverla real, sabida, reflexionada y condenada. Esto último como requisito para lo primero. La condena explícita y publica de los violadores a los Derechos Humanos y que aun las FF.AA siguen manteniendo en servicio activo y con pago de pensiones por años de servicio.  Por años de detenciones, torturas, fusilamientos sumarios y desapariciones. Hay que entender y asumir que empapar a las FF.AA de civilidad es necesario para que no exista un pueblo temeroso de la metralla tras sus espaldas. Que esto implica también que la “obediencia debida” no es inherente a su accionar y atenuar a estas como las “instituciones totales” que son (4). Llevar a los militares a la Universidad, mezclarlos en esa constante simbiosis estudiantil. Revolucionaria, pensante, libre y laica. Pero acá nace otro problema: ¿Qué concepto tenemos de Universidad? Si consideramos a estas como un espacio académico puente entre el conocimiento y el pueblo en función de las demandas y emancipación de este, iremos por buen camino.  Más que mal,  actualmente algunas de nuestras universidades son destinos comunes de militares en proceso de adoctrinamiento y promoción, en programas de posgrado intermedio, paralelo a los perfeccionamientos netamente militares en Centro América y Europa. Dinámicas institucionales a primera vista contradictorias, pero en lo implícito, totalmente coherentes.


Sin duda es atractivo renegar a estos individuos a sus cuarteles y que dejen la conducción de la sociedad a la civilidad. Claramente esto último debe ser así, pero ello no significa que los primeros deban ser exiliados de una socialización civil y democrática. Es eso, en el aspecto educacional y con sus consecuencias respectivas. La otra alternativa; acuartelarlos para que sigan siendo patrimonio de las 4.000 familias que tienen secuestrado al pueblo de este país.

 


* Profesor de Historia y Ciencias Sociales. Cursando Magister en Ciencia Política y Políticas Públicas.


(1) Coronel Jorge Carmona. “Problemas de la Defensa Nacional”. Memorial del Ejército. Julio-Agosto. 1940

(2) Capitán Ángel Vásquez. “Algunos procedimientos que conviene adoptar en el Ejercito para contrarrestar la propaganda de doctrinas contrarias al orden social”. Memorial del Ejército. Año XVIII, 1er Semestre. 1924.

(3) Video disponible en http://www.youtube.com/watch?v=h9bFHIxYx8Y 

(4) El psiquiatra Goffman define a las organizaciones de este carácter como aquellas en donde existe una sistemática transgresión del yo de los sujetos que la componen. Vigilancia, información, control del movimiento y de la privacidad. Movimientos a partir de normas verticales explicitas que rigen para todos por igual, hacia un mismo objetivo, y bajo una misma autoridad, casi siempre, con tratos vejatorios.

– Bustamante, Fernando; Agüero, Felipe y Varas, Augusto. 1980. Chile, democracia y FF.AA. Flacso Chile

– Varas, Augusto; Agüero, Felipe. 1984. El Proyecto Político Militar. Flacso – Chile.

Si es de interés:

– Agüero, Felipe. 2002. Militares, Estado y Sociedad en Chile: Mirando el futuro desde la comparación histórica. Revista de Ciencia Política. XXII. Nº 1, p. 39 – 65-

– Valenzuela, Arturo. 2003. El quiebre de la democracia en Chile. Ediciones Universidad Diego Portales. Santiago

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