Septiembre 20, 2024

Carabineros deberá responder de sus actos

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f-31Hace pocos días el General Director de Carabineros se refería al despliegue de sus hombres en Aysén como si se tratara de una guerra contra el más feroz enemigo y no una cobarde incursión contra un pueblo que sólo se defendió con lo que tiene a mano: piedras, palos y mucho valor.

 

Hace veintisiete años, un antecesor del actual Director, llamado general rastrero por el presidente Allende, justiciaba en casi los mismos términos los asesinatos cobardes de Manuel Guerrero, Santiago Nattino y Manuel Parada.


Poco ha cambiado en estos personajes. Da la impresión que la poca democracia que se ha logrado construir en los últimos veinte años, ha pasado por fuera de sus cuarteles.


Para aplacar la respuesta de la gente, cuyos gritos y marchas causan urticaria en los guardadores del orden, se dispone del cuerpo policial más poderoso que haya conocido Chile. Nunca el Cuerpo de Carabineros había tenido tal nivel de desarrollo material y tecnológico. Y sólo en la dictadura había tenido actuaciones tan aberrantes como las que hemos visto profusamente por las redes sociales, a falta de televisión objetiva.


Carabineros de Chile actúa ante las convulsione sociales, cual si se tratara de una tropa de asalto en una guerra de ocupación. Ninguna lógica sana puede entender que para el efecto de resguardar el orden, se llegue a niveles tan agudos de violencia y abuso.


Balines de goma y de acero, gases de toxicidades extremas, lanza aguas repelentes, apaleos y golpizas cobardes contra gente indefensa, mujeres, niños y ancianos, no puede ser parte de ninguna normativa de ningún país civilizado.


Carabineros de Chile, sus actuales mandos, no han aprendido de la historia reciente. Parecen no recordar que esta misma lógica que hoy imponen en el apacible pueblo de Aysén, se transformó en un baldón vergonzoso una vez destapados los velos secretos tras los cuales se guardaban cobardes actuaciones de miembros de la policía uniformada.


Aquella gente asesinada por miembros del Cuerpo de Carabineros de Chile en los tiempos de la represión dictatorial, fue por la aplicación de los mismos criterios que hoy los mandos aplicaron sobre los habitantes de Aysén y los estudiantes.


Al poco tiempo de haber sido detenidos quienes degollaron a Guerrero, Nattino y Parada, esos cobardes policías se quebraban y llorando confesaban su deleznable crimen. Poco antes, cuando se desplazaban impunes, en sus autos de vidrios opacos, parecían tener el mundo en sus manos. Actuaban convencidos que nunca el brazo de la ley los alcanzaría. Algo parecido a lo que pasa ahora.


Desde la primera vez que una manifestación fue reprimida después de la dictadura, hasta hoy, se ha recorrido un camino ascendente en violencia, crueldad, y cobardía. Los gobiernos de la Concertación, mediante sub secretarios y Ministros del Interior que hoy intentan pasar inadvertidos, fueron dotando a la policía uniformada de atribuciones cada vez más anti democráticas e inhumanas.


Un punto alto de esa curva ascendente lo constituye la invasión del territorio mapuche que ha significado la muerte de varios jóvenes, abatidos por las balas disparadas por carabineros, quienes han ocupado esas tierras también como tropas de asalto.


Nuevos actores políticos tarde o temprano deberán reemplazar a la casta, costra, formada en veinte años de acomodos, arreglines, cohabitaciones y cabildeos espurios. Ellos tendrán el deber de nunca olvidar a aquellos jefes policiales responsables de la represión y que deberán ser enjuiciados por crímenes de lesa humanidad.


No es posible que nuevamente se tropiece con la piedra de la impunidad, sabiendo, como se sabe, que es de las peores maneras de incitar al crimen.


Los crímenes contra la humanidad no prescriben y no podrá haber ninguna norma que no permita que nuevas autoridades, de verdad democráticas y con un alto grado de decencia, dispongan juicios a quienes hayan pasado por sobre los derechos de las personas en Aysén, el territorio mapuche o donde sea.


Se hace imperioso notificar a los Carabineros de Chile que se perseguirá a cada uno de los funcionarios, con independencia de su rango, por los despropósitos cometidos con el argumento de mantener el orden. Ningún orden puede ser entendido como producto del ataque cobarde y desproporcionado. A menos que estemos en presencia de una dictadura y que no hayamos sido notificados.

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