En los equipos que acompañan al presidente Sebastián Piñera en sus salidas a terreno existe el convencimiento de que la figura más popular de este gobierno, por muy lejos, es la primera dama, Cecilia Morel. Sin embargo, ella no ha sido incluida en ninguna de las encuestas que miden los afectos ciudadanos. Técnicos y asesores que durante dos años han recorrido el país con el mandatario, conocen bien las debilidades y fortalezas del jefe de Estado, de sus ministros, de los parlamentarios invitados a las giras, y de otras figuras que habitualmente rodean al presidente Piñera. De todos, la única que ha mantenido y acrecentado su “llegada” con la gente -dicen los asesores- es Cecilia Morel.
Así, entre algunos de esos colaboradores se ha ido imponiendo la idea de que la esposa del presidente podría ser la mejor carta de la centroderecha para postular a un segundo periodo en La Moneda. ¿Si Cristina Fernández lo hizo en Argentina, por qué no Cecilia Morel en Chile?, se preguntan esos consejeros.
La Coalición por el Cambio accedió al gobierno -principalmente- por la pertinacia y el dinero que Sebastián Piñera puso en su campaña. Los gastos se calcula que superaron los 15 millones de dólares. Ninguno de los precandidatos que hoy aparecen en la derecha para suceder al actual gobernante, dispone de recursos económicos similares y necesariamente requerirá del apoyo empresarial y del hoy primer mandatario.
Sebastián Piñera quiere que su periodo -que considera demasiado breve y condicionado, además, por los efectos del terremoto de febrero de 2010-, se prolongue hasta marzo de 2018. Cree que sería suficiente para que el país vista pantalones largos en los umbrales del desarrollo. El sueño del presidente, sin embargo, está supeditado a los afanes y propósitos de los partidos que conforman la coalición que lo apoya.
Las dos cartas de RN
En Renovación Nacional, el partido del mandatario desde 1990, la influencia que ejerce su actual presidente, el senador designado Carlos Larraín, es determinante. Larraín representa a los grupos más conservadores de la derecha, muchos de ellos anclados en resabios de la dictadura militar, en un catolicismo integrista y en un modelo económico neoliberal a ultranza. Un sector minoritario de RN -el que reúne a los “liberales” o “piñeristas”- no ha conseguido suficiente respaldo para poner en riesgo la hegemonía de Larraín y sus seguidores.
En el actual escenario político, el principal precandidato presidencial de RN es el ministro de Defensa, Andrés Allamand, un abogado y ex senador que escaló en las encuestas de popularidad luego del accidente aéreo en el archipiélago Juan Fernández. Allamand fue senador por la Décima Región antes de llegar al gabinete. Ese cargo representativo lo obtuvo gracias a que fue el único candidato de la derecha por esa circunscripción. Su rival fue el senador democratacristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Ambos se repartieron los beneficios del sistema binominal. En pocas palabras: fue una elección amarrada y cocinada por los dos grandes conglomerados partidarios que se reparten el control del país.
Andrés Allamand había sufrido una derrota en las elecciones senatoriales de diciembre de 1997, a manos del candidato de la UDI Carlos Bombal, cuando ambos disputaron el cupo por la circunscripción Santiago Oriente, un importante bastión de la derecha. El líder de la entonces “patrulla juvenil” de RN, abandonó el país rumbo a un exilio político voluntario en Estados Unidos, donde hizo su “travesía del desierto”, antes de regresar a Chile.
RN también cuenta con otro precandidato presidencial: el abogado y ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Hombre cercano a Piñera, Hinzpeter se mantuvo en los top five de las encuestas en el primer año de gobierno. Pero su estilo autoritario y distante lo postergó rápidamente. Hoy, bastante maltrecho en un cargo que produce intenso desgaste, parece no tener posibilidad alguna de participar en la largada de la carrera presidencial.
Por ahora no se divisan otros precandidatos en RN, pero no es descartable que los sectores conservadores que lidera Carlos Larraín intenten levantar alguno, aunque sea un independiente.
Los cuatro de la UDI
El ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne, independiente, ya está en campaña. Opina de lo que le pregunten, canta donde puede, va a cuanto programa radial o de TV lo invitan, se multiplica en puntos de prensa y vocerías de todo tipo.
Golborne ajustó sus equipos de asesores, en particular de comunicaciones, para salir a las calles en Santiago y provincias. Se le nota que quiere ser el candidato de la derecha. La incógnita que aún no se despeja es si lo será como militante de la UDI, partido con el que simpatiza, o como independiente con apoyo de toda la Coalición por el Cambio. El hombre es simpático y tiene arrastre, no cabe duda; pero existe incertidumbre sobre sus capacidades para gobernar. Golborne exhibe experiencia como ejecutivo de empresas privadas, en especial un exitoso paso por Cencosud, el conglomerado de Horst Paulmann, dueño de los supermercados Jumbo y Santa Isabel y del edificio más alto de Santiago. Pero nada más. En el mundo de la política, sólo se ha mostrado en los últimos dos años. Y eso, es insuficiente.
La UDI también tiene como aspirante a La Moneda al ya casi eterno Joaquín Lavín, hoy ministro de Desarrollo Social luego de su fracaso en Educación. Aparece muy disminuido en las encuestas. Curtido en mil batallas políticas, experto en el manejo de los medios de prensa, Lavín cuenta con una especial habilidad: sabe manejar los tiempos en la política. Hoy parece no tener ninguna oportunidad como candidato, pero esto podría variar de aquí a fin de año. Y eso no depende sólo de él, sino -sobre todo- de sus actuales competidores.
Otro precandidato de este sector es el ministro de Economía, Pablo Longueira, ingeniero y ex senador, quien poco a poco ha conseguido superar su histórica mala performance en las encuestas. Un poco más relajado, sonriente incluso, va por el gobierno haciendo cosas y hablando de lo que se le plantee. Eligió destacarse con una agenda propia, concentrada en las expectativas económicas de la gente: defiende a los consumidores, critica -ocasionalmente y no mucho- a los grupos económicos y parece querer empujar a Chile a un mayor dinamismo. En la UDI son muchos los que ya cortan las huinchas por proclamarlo candidato presidencial. Longueira, en tanto, calcula y recalcula sus posibilidades.
Como en una competencia hípica, la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, ex senadora, está corriendo por los palos en la pista de la UDI, tratando de ganar una buena posición antes de la recta final. Muy hábil en las minucias de la política, la ex adversaria del presidente Piñera ha sabido ganarse un lugar de privilegio en el gabinete, mérito mayor estando al frente de un cargo tan delicado para un gobierno de derecha. Poco a poco la ministra Matthei ha ido mostrando gran capacidad de liderazgo y talento innato para resolver conflictos, cualidades que en esta administración no abundan.
El ramillete de la ConcertaciOn
En la oposición, el Partido Demócrata Cristiano es el que exhibe mayor cantidad de aspirantes a La Moneda, número que sigue aumentando. El último en sumarse fue el senador por la Cuarta Región Jorge Pizarro, quien declaró que si se lo piden “no podría negarse”. En la cola de precandidatos se ubican la ex intendenta de Santiago y actual senadora por la Séptima Región, Ximena Rincón; el alcalde de Peñalolén, Claudio Orrego y el propio presidente del partido, senador Ignacio Walker. Orrego parece haber sacado cierta ventaja. Le dieron su apoyo explícito el ex presidente de la República Patricio Aylwin; el diputado por Providencia y Ñuñoa Jorge Burgos y varios alcaldes de la Región Metropolitana.
Otro postulante en al Concertación es el independiente Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda de la presidenta Bachelet. Velasco cuenta con amplia cobertura de los diarios de la cadena El Mercurio, pero sufre la resistencia de vastos sectores de la Concertación que lo consideran un “traidor” a Bachelet.
Desde el Partido Radical Social Demócrata (PRSD), por segunda vez quiere postularse el senador, ex ministro de Justicia y presidente de esa colectividad, José Antonio Gómez, abogado y protagonista de un bochornoso incidente con Camilo Escalona, entonces presidente del Partido Socialista, en las raras primarias de la Concertación donde se impuso la candidatura de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
En el Partido por la Democracia (PPD), en tanto, ha surgido el nombre del senador Ricardo Lagos Weber, ex ministro de Bachelet e hijo del ex presidente Ricardo Lagos Escobar. Causó sorpresa que el diputado del PDC Aldo Cornejo, considerado un cercano a Bachelet, sugiriera el nombre de Lagos Weber para reemplazar a la ex mandataria si ésta finalmente no repostula.
Los socialistas, por su parte, confían en que Michelle Bachelet aceptará tomar las banderas de la Concertación y encabezar -lo que suponen- será un triunfal retorno al palacio de gobierno. Por ahora, en el PS ni siquiera han pensado en la posibilidad de que la ex mandataria opte por seguir en Naciones Unidas y que se vean obligados a elegir un nuevo precandidato.
Las alternativas
El Partido Regionalista Independiente (PRI) ya nominó al ex democratacristiano Tomás Jocelyn-Holt como su candidato presidencial. Este no participará -aseguran- en las primarias de la Concertación. Jocelyn-Holt, ex diputado y descendiente de cuatro presidentes de Chile, afirmó que competirá en la primera vuelta de las elecciones y que será el auténtico candidato de los independientes. Otro que sostiene lo mismo es el ex diputado socialista Marco Enríquez-Ominami, fundador y líder absoluto del Partido Progresista (PRO). Figura en las encuestas del diario La Tercera como favorito en caso que Michelle Bachelet no repostule a la Presidencia.
Los partidos y movimientos de Izquierda que el Partido Comunista aglutina en cada elección en el Juntos Podemos Más, han expresado su intención de levantar la candidatura del diputado Sergio Aguiló Melo, ex militante del Partido Socialista y de la Izquierda Cristiana.
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MANUEL SALAZAR SALVO