Enero 2, 2025

La lucha de Aysén: una radiografía del sistema de dominación

piera_alvarez

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En tiempos de democracia representativa legítima las gestiones de los diputados de la región de Aysén –el DC Patricio Walker, el UDI David Sandoval y el Indep. Rene Alinco– con el Comité Político de la Moneda y con el mismo Piñera hubieran sido interpretadas como siendo de lo más normal. Pero en tiempo de instituciones inoperantes y cuando el movimiento social aysenino desautoriza a los políticos por no estar de acuerdo con lo pactado sin su consentimiento, el espectáculo protagonizado por los parlamentarios tiene mucho de patético. Lo peor es que los políticos del binominal no se dan por aludidos. 

 

El resultado de las tratativas entre los políticos binominales y el Gobierno fue en el sentido contrario de lo esperado. Los representantes del movimiento social de Aysén acordaron intensificar las movilizaciones y restringir el flujo vehicular en respuesta a la nula voluntad de negociación del gobierno y a la nueva doctrina del enemigo interno. Nosotros, desde el territorio social somos quienes decidimos, fue el mensaje del movimiento social aysenino. La respuesta del Estado fue que si no se negocia según las condiciones por él impuestas, se los aplasta.


La Doctrina Piñera para enfrentar los movimientos sociales venideros se nutre de la noción extraída de la doctrina de la contrainsurgencia que caracteriza a opositores como enemigos internos. La negación de la realidad social precaria en la que viven los ayseninos lleva a la derecha neoliberal a desconocer que los conflictos surgen de la toma de consciencia de esa misma realidad y del paso a la acción colectiva para vivir mejor. De ahí que el camino más fácil elegido por las derechas es el señalado por el ministro Hinzpeter en La Tercera R del sábado pasado. La mano dura y las amenazas con aplicar la Ley de seguridad Interior del Estado a algunos dirigentes. Sin olvidar que ya el concertacionismo había utilizado la represión para aplastar los movimientos sociales. Lo que explica la inacción de los parlamentarios concertacionistas, más interesados en designar a sus favoritos para las municipales que en defender el juego democrático.


Al mismo tiempo pudimos ver con claridad en este episodio cual es la función política de los medios tradicionales (TV y prensa) en tiempos de crisis. Esta consiste en salvar las apariencias del poder, ocultar las grietas en las instituciones e intentar darle un cariz de seriedad a lo que no tiene sustento político real. Cuando los representados ya no creen en los diputados del binominal y se rompe el vínculo de legitimidad que supuestamente debe existir en toda democracia llamada representativa, estamos frente  a una crisis política profunda. Este factor no se menciona en los medios.


Además, al personalizar el movimiento en las figuras de Ivan Fuentes, presidente del Movimiento Social de Aysén y en Nelson Ramírez, “líder de los camioneros”, la prensa tradicional intenta opacar y vaciar de contenido la dimensión social masiva y de raigambre popular de un movimiento donde el factor de clase, es decir, la consciencia de cómo opera un dispositivo amplio y eficaz de opresión y explotación de trabajadores, pescadores artesanales, jóvenes, mujeres y campesinos, es fundamental para comprenderlo.


En otros términos, la subjetividad específica que surge en hombres y mujeres que viven de manera cotidiana las carencias de servicios en salud y educación, viviendas inadaptadas a los rigores del clima frío, carestía de la vida, precios altísimos de los combustibles y bajísimos salarios, apunta a responsabilizar directamente al capitalismo neoliberal de la situación de precariedad en la que se encuentra la comunidad aysenina en el aparentemente paradisíaco territorio austral.


Imposible ignorarlo. El conflicto de  Aysén es una lucha social y política contra las taras de un sistema económico que beneficia al gran capital nacional y transnacional, causante de un tipo de desarrollo extremadamente desigual y al mismo tiempo combinado para concentrar la riqueza en en una minoría social y en algunos polos territoriales.


Por lo mismo, esta lucha no puede quedar aislada ni a la merced de la información dominante que acalla por omisión las consignas coreadas en las masivas manifestaciones ayseninas como “el pueblo unido jamás será vencido”, “a ver, a ver quién tiene la batuta  … “. O las declaraciones de mujeres que hablan de la batalla por “liberar el puente” y de jóvenes trabajadores que comienzan a exigir incluso que “las empresas no lucren con el trabajo del pueblo”. Como si fuera poco, que en Aysén, ante la desidia del Gobierno, de los poderosos y de los partidos políticos tradicionales, sea el pueblo organizado democráticamente el que “mande”.


Y es cuando los poderosos no responden satisfactoriamente a las demandas ciudadanas que el pueblo radicaliza sus luchas y exigencias, acumula experiencia y aumenta sus grados de organización.


El movimiento social de Aysén tiene sus raíces en nuestra historia. Sus problemas se arrastran desde la Dictadura y son los mismos que los nuestros. Es una comunidad territorial solidaria que concentra todas las desigualdades y contradicciones del resto del país la que nos interpela. Y es con nuestra solidaridad y movilización que podemos impedir que el movimiento sea aislado y aplastado en medio de la apatía, el conformismo y la indiferencia.  

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