Golborne ya soñaba con ser el segundo Presidente “británico” después de Aylwin, aunque de británico sólo tiene un tatarabuelo escocés que llegó a Chile a mediados del siglo XIX, hace unos 160 abriles.
Lo soñaba en 2011, cuando hasta Longueira declaró que lo apoyaría y que trabajaría por él en las primarias de la derecha.
Se arreglaba el copete al levantarse y a cada rato en la oficina, y más de una vez se probó una imaginaria banda tricolor mirándose en el espejo del baño del gabinete ministerial. Repetía su sonrisa permanente, ese mohín lavinista que lo había hecho famoso en el desierto de Copiapó y que utilizó siempre allí, salvo el día que lloró.
Pero no habrá primarias en la derecha y Longueira no tendrá que cumplir con su palabra.
Y Golborne no será candidato.
Ni se hizo católico – continuó calificándose como agnóstico- ni ingresó a la UDI, como se lo propusieron. Y, más, el núcleo dorado de dirección (los que recibían clases de Guzmán en Colonia Dignidad) ha resuelto levantar a un personaje probado de sus selectas filas, superar a Renovación Nacional en la primera vuelta y derrotar al candidato de la oposición en la segunda.
Será, como dijo Jarpa en los setenta, una pelea de perros grandes, y Golborne, todos lo sabemos, es una especie de chihuahua de la política. Chihuahua sonriente y para muchos simpático pero chihuahua al fin.
Golborne y Longueira estudiaron ingeniería civil industrial en tiempos de la dictadura. Mientras Longueira fue Presidente designado de los alumnos de la Chile y favorito de Guzmán, Golborne pasó por la UC sin pena ni gloria, sólo con algunas credenciales poco creíbles de su paso juvenil por el PN…a los 10 años de edad.
El candidato de la UDI será Longueira, y él enfrentará a Allamand en la primera vuelta de diciembre de 2013.
Si Dios dispone otra cosa – eso nunca se sabe- el reemplazante de Longueira sería Lavín o Larraín, hasta Matthei, pero nunca Golborne. La “vocación popular” de la UDI sólo llega hasta el momento en que la trenza monopólica manda y los discípulos de Guzmán –Longueira es el más claro, incluso habla con él y no es broma- obedecen.
Golborne no es niño preferido del núcleo de la cúpula empresarial chilena que, hoy, cuando disfruta del más alto poder de su historia, ya no piensa en “males menores” o en ganar con un funcionario de centro-derecha (poco confiable) sino en llevar a uno de los directamente suyos.
Aunque el hombre del jopo ha trabajado para Esso (la Exxon en Chile) y Chilgener (Gener, grande de la energía y el agua, hoy) su relación más estrecha y casi umbilical la sostiene aún con uno solo: Horst Paulmann, quien fuera su patrón entre 2001 y 2009.
Los grandes miran con sorna las advertencias que el ministro Golborne ha hecho a Paulmann para que sea el empresario el que corra con los cuantiosos gastos de adecuación vial del Costanera Center, el más alto de Sudamérica, sólo comparable al de otras cities de medio pelo como Panamá o Santo Domingo.
El hijo de alemán, que se cree cien por ciento germano aunque cuando le conviene levanta la nacionalidad por gracia chilena, ha tratado siempre con mano dura al tataranieto de británico. Una mano dura como la del führer con su tropa selecta y los miembros de la HJ. Y un distanciamiento como el que siempre tuvo Hitler con los ingleses.
Se sabe que en los tiempos en que ambos dirigían Cencosud, Paulmann ordenó a Golborne cambiar su forma de vestir haciéndola más formal, repasar el inglés que siempre reprobó y echarse gomina para planchar el jopo.
Ahora, con Piñera, que de alemán sólo tiene su admiración por el antiguo himno, Golborne ha podido dejar de estudiar, volver a vestirse sin formalidades y encumbrar el jopo liberándolo de gel y de gominas y dejándolo caer con más siutiquería sobre la frente, sin rigideces prusianas.
Total su jefe en palacio se peina al viento, no se fija en la ropa, tiene siempre las mangas largas, no estudia ni inglés ni matemáticas y hasta cree que bicentenario significa quinientos años.
Pero desde hace unos días Golborne dejó de soñar y ya no se enrula el jopo. Longueira lo notificó públicamente que representaría a la UDI en la primera vuelta (“si era necesario” y sin importarle encuesta alguna) y el tataranieto ya sabe que los viejos dorados, pechoños, ex Chacarillas y discípulos directos de Guzmán, le bajaron unánimemente el pulgar.
El pobre siempre hizo gala de tener seis hijos pero se olvidó que Longueira tiene siete, y de un solo matrimonio.
Ahora Golborne hace pilatos para que no empiece a aparecer en los medios sus metidas de pata en Minería u otros ministerios, que serán develadas por los mismos que ya han resuelto lanzarlo a los leones.
Uno de los “recuerdos” que le preocupa es el de su viaje al Mundial de Sudáfrica cuando era recién ministro de minería y se estaba discutiendo el royalty. Pero ese será sólo un pelo de jopo para el ministro en caída.