La poética colorista y las fábulas oníricas que Marc Chagall (1887-1985) creó a la largo de sus casi cien años de vida se expondrán en la primera gran retrospectiva en España de este genial artista de origen bielorruso, pero asentado en París después del final de la Segunda Guerra Mundial.
El Museo Thyssen-Bornemisza reúne 169 obras –pintura, escultura y cerámica– en las que hace un recorrido por las diversas corrientes estéticas y artísticas que revolucionó uno de los genios del arte del siglo XX.
La exposición Chagall es uno de los grandes acontecimientos del año de las pinacotecas europeas, al tratarse de una muestra que logró sacar de numerosas colecciones privadas y públicas las obras más relevantes y valoradas del artista bielorruso.
Se trata de un viaje por sus orígenes como artista, en los que definió desde muy joven su vocación dotada de poética, su singular manera de abordar los colores y los sueños.
La retrospectiva cuenta con la colaboración de la Fundación de Marc Chagall y de la entidad financiera española Caja Madrid, por lo que las obras están divididas en dos centros: la sala de exposiciones temporales del museo Thyssen-Bornemisza y la de la Fundación Caja Madrid.
Pintores hay muchos, pero el mundo de Chagall es completamente irrepetible. Difícilmente se puede encuadrar en un movimiento artístico, ya que su deslumbrante personalidad brilla con luz propia, explicó Guillermo Solana, director de la pinacoteca madrileña.
Largo itinerario
Marc Chagall nació en la ciudad de Vitebsk, en 1887, y en 1911 viajó por primera vez a París, donde comenzó a abrirse camino en el mundo del arte y se rodeó de escritores y poetas, como Breton, Malraux, Cendrars o Apollinaire, con los que mantuvo un diálogo permanente.
Al respecto, la exposición introduce al visitante de manera natural y fluida a unas obras que se presentan como si fuese una composición musical. Al pasar de una sala a otra es como si atravesásemos el contenido de una vida personal, en opinión de Meret Meyer, nieta del artista, quien viajó a Madrid para presentar la muestra.
Entre las obras exhibidas destacan algunas de enorme importancia en la trayectoria de Chagall, como La Virgen de la aldea, El gallo, La casa gris, Desnudo, La habitación amarilla, El violinista, Dedicado a mi prometida y La boda.
El pintor conoció en París a artistas como Léger, Modigliani y Soutine, a los poetas André Salmon, Max Jacob y Guillaume Apollinaire. Desde entonces recorrió todas las capitales del mundo, un extenso itinerario que se plasma en esta ocasión.
La exposición está comisariada por Jean Louis Prat, presidente del Comité Chagall, quien reúne una selección de obras con las que demuestra el importante lugar que el artista tiene en la historia del arte.
Pocos artistas han vivido el siglo XX con esa intensidad, ha destacado. Y añadió:
Marc Chagall vive todo un siglo de rupturas, un siglo XX innovador y cruel, pese a lo cual nunca corta los lazos que le unen a la madre patria, a la tierra natal, a su cultura y su universo judío: todo lo que le configura, todo lo que recupera en una obra tan notable como infrecuente. Vive también dos guerras mundiales, una revolución, dos exilios, partidas y viajes, se instala varias veces de manera precaria…
Recorrido cronológico
El recorrido de la exposición sigue un orden cronológico: la primera parte, El camino de la poesía, explora desde los albores de su obra en Rusia y sus años iniciales en París hasta su primer exilio forzoso en Estados Unidos.
La segunda parte es El gran juego del color, que se enfoca en su evolución artística posterior a 1950, con los grandes asuntos que centraron el interés del artista en las décadas recientes, como la Biblia o el Circo, su relación con los poetas contemporáneos y su producción escultórica y cerámica.
Su nieta, Meret Meyer, abunda en las razones por las que el arte de su abuelo es un referente: A partir de la fusión de Occidente y Oriente se despliega, de derecha a izquierda, a modo de fresco, un caleidoscopio de múltiples colores. En todos los planos y a todos los niveles, esos elementos plásticos venidos de otros lugares se reúnen y rencuentran, acentuándose con fuerza las diversas etapas del drama y la tragedia (…) Es un auténtico encantamiento el que provoca en todos nuestros sentidos: alimentado por la tradición narrativa que hunde sus raíces en la Edad Media, en su universo pictórico coexisten diversos tiempos y diversos espacios.
La exposición de Marc Chagall, en el Museo Thyssen-Bornemiza, concluirá el 20 de mayo.