Hace unos meses, Editorial Catalonia presentó el libro “Crónicas para perdedores”, libro que reúne algunas de las mejores crónicas, entrevistas y columnas hechas en 20 años de ejercicio periodístico por Guillermo Hidalgo, quien trabajo en medios como La Tercera, Qué Pasa, Fibra y The Clinic.
El libro muestra el talento periodístico de un periodista excepcional que mostró que un profesional de la prensa podía huir de los lugares comunes y mostrar realidades sencillas pero que captaban la atención de los lectores.
No hay que engañarse y pensar que escribir a para medios como La Cuarta o The Clinic es fácil, porque el periodista debe adaptar la información al público que se dirige el medio de comunicación, haciendo además, un buen uso del lenguaje.
Sin embargo, no es fácil. Hay normas que rigen el uso del lenguaje y que condicionan su uso. Por ejemplo, hay normas que establecen la expresión de una ciudad o región; otra que expresa que lo correcto es lo que dice la Academia; las normas culturales o bien aquella que establece que la forma de expresarse deriva de alguna capa social pero por sobre todo, el lenguaje nos permite a los seres humanos traspasar nuestra experiencia y hacerla comprender a los demás. Tal como expresara Carlos Peña en su columna de El Mercurio del pasado domingo 15 de enero, “el lenguaje no sólo releva la manera en que la gente reacciona frente a la experiencia. Muestra sobre todo, la capacidad del hablante para comprenderla”.
Todos nos valemos de él, pero de nada nos servirán las buenas y claras ideas si no sabemos expresarlas y no podemos comprender a nuestros semejantes ya que en el buen idioma, lo que importa es que tan bien podemos entendernos.
Lo que uno aprecia en Crónicas, ese buen manejo de las letras, reflejado en artículos, en entrevistas que atrapan al lector. Es una muestra de que el periodismo se debe ocupar de la experiencia humana en su totalidad.
Inolvidables fueron sus columnas donde Titán do Nascimento, consultor sentimental de The Clinic, respondía a las consultas amorosas de los lectores de ese medio. Riéndome a carcajadas, siempre me pregunté quien podía escribir así. Hay que reconocer que hay que tener talento, eso que los chilenos llamamos “chispa” o mas bien, capacidad de reírse de todos y de todo seriamente sin perder el estilo y la corrección estilística.
Al leer los trabajos de Guillermo Hidalgo, recordé a dos periodistas fallecidos recientemente y que también tenían el talento para escribir una crónica inolvidable. Me refiero a Manuel Vega y a Diozel Pérez Vergara.
Como no acordarse de la entrevista que hizo Manuel en un jacuzzi a la “Geisha” Anita Alvarado, o la entrevista a un chancho que clamaba por justicia. Para que decir de la entrevista a los Reyes Magos como testigos de un asalto frente a la Municipalidad de Providencia.
Don Diozel estuvo a cargo de La Cuarta desde el año 1984 y fue autor de titulares inolvidables como “Hombre le hizo el amor a un rodamiento” o “No viene Frank Sinatra, pero actúa Pepe Tapia” al referirse a la programación del Festival de Viña del año 1986”.
Estos tres dejaron la vara alta en el periodismo nacional. La historia nos ha demostrado que gran parte de los escritores han escrito para contarle al mundo lo que no pueden hacer de otra manera.
Guillermo Hidalgo, definió sus experiencias personales en un papel porque puso ante nuestros ojos su vida y su capacidad para observar su entorno.
Al pensar en estos tres excepcionales periodistas, recuerdo esa estrofa de la canción de Alberto Cortez “Los tres Pablos”: Eran tres, eran tres, eran tres/ eran tres con palomas en las manos/ eran tres y los tres eran hermanos de la luz, del amor y del saber.
Eran tres y se fueron los tres…
Loreto Soler