Pese a que los dos son acérrimos críticos de la llamada “clase política”, Gabriel Boric (Fech) y Noam Titelman (Feuc) piensan que el movimiento estudiantil debe intervenir activamente en el debate que el gobierno y el Congreso sostendrán en los próximos meses, cuando sean enviados los proyectos de ley de reformas políticas y tributaria.
Aunque ni Boric ni Titelman pertenecen al movimiento Revolución Democrática, que impulsa Giorgio Jackson, ambos saludan la creación de este referente como un avance en la renovación de la política chilena. Los dos están conscientes de la necesidad de estrechar vínculos entre estudiantes universitarios y secundarios en las acciones que emprendan durante 2012. Solidarizan también con la causa mapuche, mostrando su preocupación por la represión e indiferencia del gobierno ante las demandas de ese pueblo originario.
Titelman dice: “Se viene la batalla para terminar con el sistema electoral binominal, que distorsiona la representatividad democrática, impidiendo cambios como los del sistema educacional y una reforma tributaria, indispensable para dotar al Estado de los recursos que le permitan ser garante de la educación pública. En la Feuc consideramos que no tiene sentido negar la institucionalidad. Podemos criticarla y deseamos cambiarla, pero no podemos fingir que no existen el Congreso y el gobierno. No nos puede pasar lo que sucedió con la Ley de Presupuesto de 2012. Nos cerraron todas las puertas y no pudimos avanzar ni un paso. Hace falta que las instituciones aprendan a escuchar a los movimientos sociales. Nosotros debiéramos participar en las comisiones parlamentarias y en los debates que en ellas se realizan”.
Gabriel Boric dice al respecto que estas reformas son un efecto directo de la movilización del año pasado y coincide en la necesidad de participar en la discusión, aunque “corremos el riesgo de que nuestras demandas sean cooptadas por fuerzas reformistas que practican el clásico ‘gatopardismo’: cambiar algo, para que todo siga igual. Estamos muy conscientes de ese peligro, por lo que la manera como entablemos nuestra relación con la institucionalidad será muy importante”. Reconoce que este es un tema sobre el que hay distintas opiniones en la Confech, pero “no podemos cerrar los ojos y pretender que el gobierno y el Congreso no están ahí. Ellos hacen leyes y toman decisiones. Si adoptamos una postura principista y nos restamos de la discusión, van a terminar pasándonos más goles. Estos son procesos de largo plazo y el movimiento social tiene que iniciar un periodo de luchas desde perspectivas más políticas. No podemos confiar en que las instituciones, tal como están, vayan a resolver por sí solas los problemas. Tenemos que apuntar a transformarlas, con los pies bien puestos en la construcción de fuerza popular territorial”.
Revolución Democrática (RD)
Preguntamos a Noam Titelman cuál es la relación entre la Nueva Acción Universitaria (NAU), el sector que lidera en la Universidad Católica, y Revolución Democrática, el instrumento político que está impulsando Giorgio Jackson. Contestó: “No hay vínculo oficial, pero los integrantes de la NAU, una vez que termina su participación en el espacio universitario, siguen buscando lugares para trabajar en los cambios que buscamos; en este caso RD. No puedo hablar por ellos, pero conozco a muchos de sus integrantes y puedo decir que hay interés por darle proyección a muchas cosas que hemos discutido en el ámbito universitario, como por ejemplo entender que si estamos buscando una manera distinta de hacer universidad, buscamos también una forma distinta de construir sociedad”.
Dicen que RD es sólo un brazo de la campaña Bachelet 2014…
“No lo creo; RD nace con una nueva propuesta de hacer democracia, con una crítica muy potente a la manera cómo funcionan los partidos políticos y de cómo se condujo la Concertación durante veinte años.
Más allá de que muchos de sus integrantes puedan militar en partidos tradicionales, lo que cambia es la manera de hacer política. Aunque no participo de RD, me alegra el surgimiento de nuevos referentes con ánimo constructivo. Aquí no se viene a destruir un sistema de partidos ni nada por el estilo; se viene a construir una democracia más potente. Es una oportunidad para que los partidos se planteen seriamente los errores que han llevado al surgimiento de estos nuevos referentes. Espero de la Concertación, y de todos los partidos, la voluntad de reformularse y actuar de otra manera”.
Respecto a RD, Gabriel Boric opina: “Es algo que está en formación. Leí su manifiesto y yo también podría firmarlo, pero ¿quién está detrás? ¿Cuál será su relación con la Concertación? ¿Qué entendemos por ‘revolución’? Hay muchas cosas que no están claras. Las iniciativas para construir nuevos sectores políticos son muy importantes y en ese sentido saludo la acción que están llevando a cabo Giorgio con Miguel Crispi, Nicolás Valenzuela y otra gente. Es un movimiento en formación y hay que darle espacio. No tiene sentido salir a dispararle, sería muy ‘chaquetero’ de parte nuestra”.
Apoyo a secundarios
“Estamos ayudando a los compañeros secundarios moral y judicialmente. Si es necesario llegar a los tribunales por estas persecuciones políticas, les vamos a prestar colaboración. No nos parece que alguien pueda ser condenado por haber participado en la movilización social más importante de los últimos veinte años. Por ningún motivo vamos a permitir la criminalización de nuestros compañeros ni las cancelaciones de matrículas a quienes se movilizaron”, dice Boric. “Me parece también que universitarios y secundarios tenemos que realizar una autocrítica respecto a la manera de relacionarnos. No me hace sentido el chantaje moral que existe en el movimiento estudiantil, que se expresa en frases como: ‘Los secundarios siguen en la lucha y ustedes (los universitarios) nos abandonaron…’. ¿Qué lucha? ¿Para qué? Para mí no tiene gran valor estar en toma hasta el infinito. No vamos a conversar con ellos con una visión paternalista. Tenemos que resolver de igual a igual nuestras diferencias y ponernos de acuerdo”.
Noam Titelman dice: “Tenemos una tremenda gratitud con los secundarios, que se movilizaron tanto o más que los universitarios. El gobierno supo manipular los medios de comunicación para entregarles muy poco. Debemos construir propuestas organizativas conjuntas, para dejar de vernos solamente en las marchas. Universitarios y secundarios necesitamos un discurso y un petitorio común, para actuar juntos en los distintos espacios”.
Apoyo a mapuches
Gabriel Boric argumenta: “Condenamos enérgicamente la criminalización del pueblo mapuche y el hostigamiento que viven las comunidades. Los peñi han sido brutalmente reprimidos durante 500 años. Antes fueron los españoles y hoy son los propios chilenos los que les quieren quitar su tierra. Estamos con las demandas del pueblo mapuche y nos parece que el gobierno ha sido temerario al atribuir responsabilidades a personas y organizaciones, sin el respaldo de una investigación judicial. Intentan matar a la cultura mapuche, y matar a la cultura mapuche es finalmente matar una parte de nuestra propia cultura”.
Noam Titelman agrega que este será un año importante en la relación de la Feuc con el pueblo mapuche, a través de la Federación Mapuche de Estudiantes, que participa en la Confech. “Vivimos la falacia de creer que somos un país monocultural y monolingüe. Eso no es verdad, aquí hay distintas culturas que conviven y tenemos que empezar a entender esto como una riqueza. Hay que construir un entendimiento social básico que garantice los derechos de los pueblos originarios.
Se viene un periodo muy álgido, porque al parecer el gobierno emprenderá una campaña para criminalizar y reprimir a los mapuches como no habíamos visto en mucho tiempo. Es muy importante que la población esté atenta, porque es posible que personas terminen muriendo en La Araucanía debido a la represión descontrolada. Los gobiernos deben escuchar a los movimientos sociales y a los pueblos indígenas. Así como hoy el afectado es el pueblo mapuche, mañana pueden ser los estudiantes u otros.
Voy al sur en los próximos días a conversar con comunidades mapuches, para escuchar lo que están pidiendo y lo que necesitan. Estamos hablando de cosas mínimas, de respetos básicos, como no atacar sus comunidades con gases lacrimógenos o de cuidar que niños no se vean involucrados en los allanamientos.
En los aspectos de más largo plazo, necesitamos crear una educación intercultural e incluso una universidad mapuche, abierta a toda la ciudadanía, en la que se pueda estudiar su cosmovisión, su gastronomía, su religión y las distintas miradas que componen su cultura”
Gabriel Boric:
“Las instituciones
no dan el ancho”
Disfruta de las relaciones con sus amigos y familiares, practica fútbol y es buen lector. Gabriel Boric Font (25), presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) y militante de Izquierda Autónoma, añora su región, Magallanes, y una vez titulado espera ejercer allá la profesión de abogado.
Usted ha enfatizado la necesidad de una autocrítica, ¿a qué se refiere?
“Es muy importante para el movimiento social reflexionar sobre nuestras propias acciones, porque si somos autocomplacientes y no tenemos un análisis crítico de lo realizado, será muy difícil seguir avanzando. Aunque hubo muchos aciertos, los peores errores cometidos el año pasado estuvieron relacionados con descuidar la alianza con otros sectores sociales, y dentro del movimiento estudiantil, con los secundarios; porque la lucha que estamos llevando a cabo es la misma. Nos dejamos llevar por la inercia y esa inercia nos condujo por caminos separados. Fue un error político, que en su momento no supimos enfrentar de la manera correcta.
Otro error fue fetichizar ciertas formas de movilización. Convocar a marchas todos los jueves hizo que se perdiera el sentido de esas marchas. Las formas de movilización deben ser funcionales a objetivos políticos y por lo tanto, tiene que haber un proceso de reflexión cotidiano acerca de cuál es ese objetivo político.
Si determinada forma de movilización no nos sirve para alcanzar nuestros objetivos, hay que desecharla. En un momento estábamos llamando a marchar por marchar; respondiendo a la necesidad de movilizarse, pero sin un análisis de para qué nos movilizabamos. Eso terminó con el desgaste de la movilización. No fuimos inteligentes para manejar ese tema”.
¿Qué viene ahora?
“El año pasado fuimos capaces de instalar ciertas demandas, pero nos faltó trabajar su contenido. Cuando hablamos de desmunicipalización, hay que explicar qué sistema escolar estamos buscando; cuando decimos fin del lucro, tenemos que detallar cómo llevaremos eso a cabo. Si no tenemos claridad en estos temas, terminaremos respondiendo a iniciativas ajenas, como nos sucedió al final del conflicto el año pasado, cuando delegamos en diputados y senadores toda la discusión del Presupuesto 2012.
Quedó demostrado que las instituciones no dan el ancho para resolver las demandas del mundo social. Por lo tanto, es importante que podamos construir nuestras propias propuestas y no estar a la espera de que otro lo haga”.
Ustedes están en un proceso de acercamiento al mundo popular. ¿Tienen conciencia que son parte de la elite de esta sociedad, que ha estado muy lejos del pueblo?
“Pertenecemos a un sector privilegiado y por lo mismo, buscamos ampliar nuestro marco de alianzas. Por ejemplo, estamos debatiendo sobre el ingreso de las universidades privadas a la Confech. Cuando uno habla de universidades privadas, se imagina la Adolfo Ibáñez, la Mayor o la del Desarrollo; pero universidades privadas son también la de Las Américas, la Bernardo O’Higgins o la Central. A estas asisten mayoritariamente hijos de trabajadores, que viven en carne propia las contradicciones más violentas de este modelo mercantilista de educación.
Cuando era más joven me costaba entender lo que decía Allende acerca de que la revolución no pasa por la universidad. Yo decía, ¿por qué?, si en la universidad todos son tan revolucionarios. Ahora entiendo que la revolución se tiene que hacer desde el sector productivo, desde la clase trabajadora, desde los explotados, que no son los mismos de antes. Hoy el explotado no sólo anda con un casco y un martillo; también lo es el trabajador precarizado que labora para la clase rentista; puede usar cuello y corbata, y es igualmente explotado.
Tenemos que ampliarnos también hacia los pobladores, los medioambientalistas o los consumidores, porque entendemos que la pelea que estamos dando no tiene que ver sólo con la calidad de la educación, sino con la calidad de la democracia que tenemos. Esto no lo vamos a resolver este año, porque la descomposición del tejido social en Chile es muy profunda y recién empezamos a organizarnos”.
¿Qué esperan lograr?
“Estos procesos son lentos y hay que construir perspectivas políticas de largo aliento. Estamos en un proceso de recomposición de la organización social y corremos el riesgo de ser cooptados por los interese de la elite. Por lo tanto, tenemos que ser muy responsables, para que al final de este año estemos orgullosos de lo que hayamos logrado.
Cada día que pasa sin transformaciones dentro del sistema educacional, significa exclusión e inequidad. Más niños que van al colegio a no aprender nada hace cundir la frustración. Hay que obtener logros concretos. Es un equilibrio difícil de conseguir, entre nuestras perspectivas de largo plazo y los logros que necesitamos a corto o mediano plazo. Eso quiere decir, por ejemplo, que no podemos cerrarnos a negociar con el gobierno avances concretos en materia educacional”.
¿En la dicotomía revolución o reforma, con cuál se queda?
“En el colectivo en que milito, Izquierda Autónoma (IA), nos sentimos parte de una Izquierda revolucionaria. La palabra revolución tiene ahora una carga semántica llena de nostalgia y derrota. Nosotros queremos recuperarla y volver a dotarla de sentido político. Revolución hoy no significa andar con un fusil y una mochila, ni andar con poncho escuchando al Quilapayún. Es tomar conciencia de que las condiciones de vida en nuestro país son paupérrimas, debido a la explotación que lleva adelante un sistema neoliberal que solamente favorece a la elite empresarial. Nosotros apostamos a transformar esas condiciones materiales.
La revolución es un proceso permanente y tenemos que ser capaces de ir prefigurando en nuestras propias prácticas cómo nos gustaría que fuera la sociedad que buscamos. El análisis de IA tiene que ver con una crítica desgarradora a la Izquierda en el siglo XX. Que más allá de sus aportes al progreso de la Humanidad, fracasó; y el proyecto que imaginó no llegó a concretarse. Los socialismos reales derivaron en totalitarismos absurdos, que no tienen nada que ver con el comunismo al cual se aspiraba. No formo parte de la beatería de Izquierda que cree que estos temas no hay que discutirlos y no tengo empacho en criticar al régimen de Corea del Norte, que es a todas luces una dictadura personalista al estilo de la novela 1984 de George Orwell.
Hay que ‘reimaginar’ a la Izquierda, pero ese proceso no puede derivar en que solamente tratemos de ponerle un rostro humano al capitalismo. No nos hace sentido la ‘renovación’ del PS, que de un partido revolucionario que trató de aprender de sus errores, terminó por convertirse en un partido funcional a los intereses del modelo.
Como IA sabemos que solos no somos suficiente y que hay que apostar a la unidad de la Izquierda. En la Confech existen múltiples colectivos, fuera del PC, que hoy están separados por intrigas pequeñas y desconfianzas. Si no somos capaces de unirnos, vamos a terminar llevando agua al molino del sistema. La Unidad Popular tuvo mucho de popular y poco de unidad; tenemos que aprender de nuestra propia historia para no cometer los mismos errores”.
¿Cree que el PC sea parte de esa “clase política” que ustedes critican?
“Miramos al PC como un impor-tante aliado en los cambios hacia los que hay que avanzar en Chile. No nos parece su intento de pasar de pacto instrumental con la Concertación a un pacto más político; porque cualquier iniciativa nacida hoy desde la Concertación, es una iniciativa que nace muerta y nosotros no estamos disponibles para formar la Concertación 2.0. Eso no impide reconocer que dentro de la Concertación hay personas que son muy valiosas y que en algún momento nosotros podemos apostar también a construir con ellas una mayoría para hacer los cambios que necesitamos.
Hacer política es transformar la realidad y no solamente tener un sentido principista de las cosas que me impida conversar con otros; porque finalmente me quedaré solo y sin fuerzas para avanzar. El PC se ha equivocado, pero también ha aportado mucho a este país y no podemos seguir con estas divisiones dentro de la Izquierda. Hay que apostar a trabajar con ellos”
Noam Titelman:
“Este movimiento
debe abarcar
a todos”
Estudia ingeniería comercial, también literatura y lingüística. Cuando el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc), Noam Titelman Nassau (24), aún tenía tiempo libre, lo utilizaba leyendo buena literatura. “Admiro a muchos escritores. Me gustan Manuel Rojas, José Donoso y entre los poetas, Pablo de Rokha. En la literatura universal: Dostoievski, Hemingway y Camus”.
¿Qué está pasando con el movimiento estudiantil en la UC?
“La Feuc participó el 2011 como no lo había hecho desde hace 50 años. Hay muchas cosas que aprendimos. Nos articulamos con los centros de alumnos de cada carrera, con profesores, funcionarios y autoridades. Tomamos contacto con los estudiantes de otras universidades, con los rectores y con una serie de organizaciones, con las que deseamos fortalecer vínculos, para enfrentar este año.
Queremos una reforma interna en la UC; porque es la más elitista, con los aranceles más caros del Consejo de Rectores y escasa participación de la comunidad universitaria en la toma de decisiones. Hay mucho que avanzar en lo que se refiere al rol público de la universidad.
La NAU, el colectivo del que provenimos Giorgio Jackson y yo, y al que han pertenecido las cuatro últimas directivas de la Feuc, se ha inspirado en el movimiento de 1967. Entonces la UC fue la primera en rebelarse, participar y tener un rol protagónico en las transformaciones de nuestro país. Las ideas fuerza de entonces eran, universidad para todos y democratización. Universidad para todos buscaba que el acceso no estuviera vinculado al lugar de nacimiento de las personas y que el conocimiento que produjera la universidad estuviera al servicio de las grandes mayorías. Democratización, a la manera como nos organizamos como universidad, como sociedad y como república. Estas ideas siguen siendo tan fuertes hoy como antes.
En 1990 recuperamos la democracia y ahora estamos recuperando la capacidad de soñar con un cambio radical del sistema; con el aporte de nosotros, que somos jóvenes, y de algunos que tienen más edad pero que piensan como jóvenes. No podemos repetir los mismos errores de esa época. El movimiento del 67 nos permitió tener al único rector electo de la UC en toda su historia y grandes avances democratizadores; pero las fuerzas reformistas se dividieron y ganó una directiva contraria, vinculada a la derecha. Con el golpe de Estado del 73, todo lo avanzado se perdió.
Ahora somos menos ingenuos y sabemos que este movimiento debe abarcar a toda la ciudadanía, e incluir reformas estructurales en nuestro sistema de enseñanza, nuestra democracia y nuestra sociedad. Hay que obligar a las autoridades políticas a hacerse cargo de estas demandas. En las universidades aparecen ideas de vanguardia, pero son espacios a los que no ingresa la mayoría del pueblo. Aunque logremos un apoyo masivo, seguimos circunscritos al espacio universitario. El gran desafío radica en que estas ideas se proyecten hacia los movimientos populares a través de nuevas organizaciones políticas”.
¿Cómo se rompe el duopolio político?
“Muchos lo han intentado y han fracasado. Mientras este duopolio no vea el peligro de perder sus posiciones de poder, defenderán el sistema político. El gobierno se ha manejado mal y muchos en la Concertación quieren volver a hacer lo mismo, sin asumir la derrota ni recoger la crítica. Cuando se pierde, hay dos posibilidades: se cambia o se espera hasta las próximas elecciones para hacer lo mismo de antes. Mientras los últimos predominen, será difícil que la Concertación juegue todas las fichas para cambiar el binominal. En la derecha sucede lo mismo, mientras haya quienes consideran que el sistema les conviene, van a seguir defendiéndolo. Hay que remecer el barco y demostrar que este modelo no es sostenible, porque la ciudadanía tiene un descontento profundo con la forma como se está llevando a cabo la democracia”.
¿Qué opina sobre la represión desatada contra los movimientos sociales?
“Somos enfáticos en condenar la violencia, porque la consideramos un medio inútil para nuestro movimiento y vamos a hacer todo lo posible por conseguir la paz social. Pero consideramos que la paz es, en última instancia, obra de la justicia. La lucha por la educación es también la lucha por la paz. El día que el gobierno entienda que la mejor manera de tener paz social no es con allanamientos y Carabineros reprimiendo, será el día en que efectivamente podremos evitar estos conflictos.
Estamos preocupados por la tramitación de la ‘ley Hinzpeter’, que busca criminalizar los movimientos sociales y que va en la dirección contraria a las necesidades de un sistema democrático en el que puedan participar con éxito los distintos actores ciudadanos. El año que viene tendremos que canalizar nuestra energía en propuestas organizativas y de coordinación de una base social amplia, que incluya a muchos actores. En primer lugar, queremos sumar a la discusión a quienes no han estado participando tan activamente, como las universidades privadas, los institutos profesionales y los centros de formación técnica”.
Los estudiantes técnico-profesionales se quejan de que el sistema de selección no les da oportunidad de ingresar a la universidad.
“Tenemos un sistema educacional único en el mundo: establece una discriminación perfecta, a través de escuelas municipales, particulares subvencionadas, con copago y particulares pagadas, que permiten discriminar a los estudiantes según su nivel socioeconómico. La Prueba de Selección Universitaria (PSU) no mide adecuadamente las habilidades ni predice el rendimiento que tendrán los estudiantes. Discrimina según la institución básica o secundaria a la que asistió el alumno y no según la calidad y los méritos de cada estudiante. Estudios demuestran que al medir conocimientos y no aptitudes, la PSU discrimina negativamente a los alumnos de liceos municipales y no predice bien el rendimiento en la educación superior. Hay que modificar la prueba y agregar otros criterios de selección, como un ranking que premie a los estudiantes secundarios que hayan destacado en sus promociones.
La ‘clase política’ teme también entregar recursos al Estado para que se haga cargo del derecho social a una educación igualitaria. Mientras no rompamos con estos prejuicios, estamos condenados a mantenernos en estos continuos ajustes cosméticos de una beca más o menos, o de aumentar en un diez o veinte por ciento la subvención”.
RUBEN ANDINO MALDONADO
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 751, 20 de enero, 2012)