Madrid.- Al mantener el dólar sin el respaldo de sus reservas de oro, Estados Unidos golpea con dureza al resto del mundo y pone escollos en las posibles salidas de la crisis global, según el presidente de la Confederación Latinoamericana de Cooperativas y Mutuales de Trabajadores, Luis Francisco Verano Páez.
Basándose en abundante bibliografía, Verano Páez documenta en un estudio publicado en la Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal cómo Washington apoya financieramente a las firmas transnacionales de su país pese a la crisis interna que debe afrontar.
La Reserva Federal (banco central) de Estados Unidos “suministró la friolera de 16,1 billones de dólares en préstamos secretos a grandes corporaciones y empresas del sector financiero (…) durante la peor crisis económica (1 de diciembre de 2007 a 21 de julio de 2010)”, se recuerda en esta publicación, que edita una vez al año la española Universidad Politécnica de Valencia.
Este apoyo financiero superó al producto interno bruto de Estados Unidos, que en 2010 fue de 14,5 billones de dólares, y es más elevado que la suma de los presupuestos del gobierno federal de los últimos cuatro años. Además, se agregan otros aportes para el rescate de bancos por 100 billones de dólares.
El peligro aumenta para el mundo si se tienen en cuenta los problemas propios de la eurozona, que “son la mayor sombra sobre la economía global”, indicó el estadounidense Kenneth Rogoff, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional y ahora miembro de la Academia de Artes y Ciencias de Estados Unidos.
Pero los expertos ponen hincapié en que el mayor peligro originado en Estados Unidos es que su moneda sigue desligada de sus cuantiosas reservas de oro, como lo dispuso en 1933 el entonces presidente Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) apenas iniciado su mandato en medio de la Gran Depresión nacida en 1929.
A pesar de que el presidente John F. Kennedy restableció, poco antes de ser asesinado en 1963, la orden de que “solo el Estado tiene derecho de imprimir moneda” y que esta “debe tener equivalencia en oro o plata”, las posteriores necesidades de fondos para financiar la Guerra de Vietnam (1964-1975) hicieron que la decisión no fuera aplicada por sus sucesores en la Casa Blanca.
Pero no fue hasta 1971 que el dólar, la última de las monedas de reserva mundial acordada al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), quedó librado de toda dependencia del oro. El presidente Richard Nixon (1969-1974) pudo así emitir moneda a placer para afrontar la crisis financiera derivada de la derrota en Vietnam.
Ante la severa crisis que afrontan Estados Unidos y la Unión Europea en la actualidad, los países del Sur tratan de ampliar lo más posible la soberanía económica y financiera, para evitar que una agudización del problema los hunda.
Al respecto, el profesor Antonio Colomer Viadel, de la Universidad Politécnica de Valencia, dijo a IPS que, para lograr cierta invulnerabilidad, los grupos basados en el trabajo, como cooperativas, mutuales, organizaciones comunitarias y fundaciones sin fines de lucro, deben integrarse, “lo cual permitirá una economía de escala basada en el apoyo mutuo y los recursos compartidos”.
Además, ese sector debe contar con medios propios financieros, comerciales, tecnológicos y formativos, entre otros, añadió.
En esa línea, Colomer Viadel recomienda que se tome como referencia lo realizado por Colombia en base a una ley aprobada en 1998, cuando estableció un fondo para el fomento de la economía solidaria con aportes del propio sector, así como del ahorro popular y de los presupuestos del Estado.
Aunque, recuerda, el gobierno colombiano dejó en suspenso el fondo de financiamiento, “que era una herramienta fundamental para el desarrollo”, por lo que habría que “movilizar la conciencia ciudadana para que el ahorro popular esté básicamente al servicio de ese sector solidario”.
Sobre esta situación, el secretario general de la Unión General de Trabajadores, Cándido Méndez, dijo a IPS que se necesitaba asegurar el futuro del euro, ya que, si se lo deja seguir el camino actual, esa moneda se podría convertir en el referente histórico de una devastación financiera, política y social.
Para enfrentar con éxito la crisis financiera, Méndez considera que se requiere un amplio acuerdo social para conseguir fortalecer el crecimiento económico, así como la creación de puestos de trabajo “y la defensa de nuestro patrimonio más valioso como es el estado de bienestar y el modelo social europeo puesto en marcha desde que se creó el bloque”.
Un aspecto positivo que se debería profundizar es la eliminación de la desigualdad de ingresos en los hogares que en la actualidad tiene España, que es menor a la que existe en Estados Unidos, Italia, Portugal y Gran Bretaña, pero superior a la que se registra en Alemania y Francia.
Una decena de los españoles más ricos lograron ganar el año pasado seis por ciento más que en 2010. Entre ellos suman un patrimonio de 37.700 millones de euros (casi 50.000 millones de dólares), cifra equivalente a la reducción de déficit público que pretende hacer el flamante gobierno de Mariano Rajoy este año para bajarlo de ocho a 4,4 por ciento.
Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indica que la desigualdad en el mundo está en su nivel más alto del último medio siglo, ya que el 10 por ciento de la población más rica al terminar la pasada década recibía nueve veces más ingresos que el 10 por ciento más pobre, mientras que a mediados de los años 80 la diferencia era de siete veces.
En el informe se destaca que, en Estados Unidos, la brecha es mucho mayor, ya que el nivel de ingresos de los que más reciben es 15 veces superior al resto. Aunque también se destaca la situación en América Latina, donde en Chile el 10 por ciento de la población recibe 27 veces más que el sector más empobrecido, seguido de cerca por México, donde la diferencia es de 25 veces, bastante más alto que en España, donde es de 11 veces.
Ante esto, el director del departamento de empleo y asuntos sociales de la OCDE, John Martin, defiende que se aumenten los impuestos a los más ricos, en especial al uno por ciento que los tiene más elevados y que se actúe contra los paraísos fiscales para lograr transparencia financiera.