Como sostenía Don Andres Bello “La misma libertad que tienen un escritor para dar a luz a cuanto le dictan su inteligencia y su conciencia, tiene otro escritor para examinarle y criticarle, según su leal saber y entender.” La lectura en El Mercurio del 20 de Noviembre pasado de un largo artículo sobre la masificación y la universalización de la educación universitaria de Don. J. J. Brunner despertó mi curiosidad ya que exactamente hace 21 años, el año 1990, yo había criticado un libro de este autor sobre los recursos humanos para la investigación en Latino América en una revista de ciencias (Interciencia. 1990.15:517-519). Desde esa época me he preocupado de leer con cierta frecuencia la voluminosa y rebatible producción literaria del Sr. Brunner sobre educación y sobre otros aspectos culturales de la sociedad. A pesar de los veinte y un años transcurridos desde mi primer encuentro con el trabajo del Sr. Brunner la lectura del artículo en El Mercurio trajo a mi memoria algunos de mis juicios respecto de aquella obra y que desgraciadamente aún se demostrarían como vigentes para analizar su trabajo. Como decía de aquella otra obra, este artículo reciente se caracteriza también por una “… tendencia a las generalidades, una ausencia de discusión critica de la información presentada y una aplicación simplista y mecánica de los conceptos de la sociología de la ciencia a la situación chilena y latino americana.”
Por ejemplo en este artículo el Sr. Brunner glosa de manera ligera las ideas sobre educación universitaria de múltiples autores de diversas épocas y que incluyen al cardenal Newman de Inglaterra (mediados de los 1800s), Clark Kerr presidente de la Universidad de California en los 1960 y al filósofo español Ortega y Gasset de comienzos del Siglo XX. La mención de la obra de estos intelectuales es al parecer usada por el Sr. Brunner en su artículo como un ardid, primero para deslumbrarnos con su pretensiosa erudición y luego para cubrirse defensivamente con el manto de su autoridad. Para terminar este conocimiento siendo explotado de manera baladí, al usarlo de un modo infundado e indecoroso para justificar la crisis educacional chilena. Crisis que sin lugar a dudas demuestra la bancarrota y la impopularidad de las políticas educacionales implantadas a sangre y fuego durante la dictadura y que el Sr. Brunner continuara legitimando por más de 20 años de manera autoritaria e irresponsable y cuyas raíces el jamás menciona o examina. A pesar de que estas políticas han segregado a cientos de miles de estudiantes a recibir una educación de inferior calidad, generando simultáneamente abusivas penurias económicas en sus familias y constituyen una piedra de molino alrededor del cuello de las aspiraciones políticas de la Concertación.
El artículo comienza con un aluvión de números y de estadísticas que según el Sr. Brunner demostrarían y explicarían las causas de la masificación y de la universalización de la educación universitaria en el mundo. Desdichadamente como ya decíamos hace 21 años atrás respecto de ese otro libro del Sr. Brunner, “el análisis de esta enorme cantidad de información numérica, carente de jerarquización y la ausencia de un marco teórico, sin lugar a dudas arroja resultados confusos y de poca utilidad para entender el porqué de los cambios” en la educación universitaria del último tiempo. Similarmente decíamos, “la presencia sola de datos numéricos no puede reemplazar el análisis crítico de los mismos y al método científico…” , “… ya que la mera compilación de números no puede automáticamente producir principios generales.”
El articulo el Sr. Brunner instala arbitrariamente en el mismo nivel los aumentos de la matrícula universitaria en Chile, Cuba, Ecuador y varios países desarrollados, sin el menor asomo de análisis serio acerca de las diferencias y de las semejanzas socio económicas y políticas que podrían conducir a estos aparentemente similares resultados y sin tampoco considerar el grado de mercantilización y de la calidad de la educación impartida por estos heterogéneos sistemas educacionales. La caracterización de idénticos problemas de análisis en dos ejemplos de la obra del Sr. Brunner sobre educación, separadas estas por un intervalo de más de veinte años, indicaría a mi juicio la persistencia del uso de métodos primitivos para aprehender la realidad además de un estancamiento intelectual que fracaso en desarrollar una visión dinámica e imaginativa de los problemas educacionales de Chile y en el mundo.
La inmerecida preeminencia que este chapucero y rústico tipo de análisis ha tenido en Chile y la ausencia de desafíos a sus arcaicas y retrogradas proposiciones es sin lugar a dudas el resultado parcial del marasmo en que la dictadura dejo sumida al proceso cultural, y al hecho claro de que ellos facilitan la mercantilización de la educación que beneficia económicamente a grupos que manejan las corrientes de opinión, como sucede con El Mercurio. En numerosos libros y artículos el Sr. Brunner ha postulado de manera extática el advenimiento de los cánones de la modernidad, y aun de la post modernidad a la cultura chilena, a pesar de ello en su obra sobre educación campea una escolástica medieval y estéril cuyo único objetivo pareciera ser el de crear una nube de palabras que impida ver la realidad y las fuentes reales de los problemas. De esta manera las estadísticas y los números que representan a la realidad se convierten en fetiches inertes que sacralizan el status quo y la obra de autoridades educacionales es alienada de su contexto histórico para generar frívolos y atrabiliarios sentires y opiniones sobre educación.
La mención superficial y porfiada de nombres y obras famosas sobre educación, que parecieran demostrar un docto cosmopolitanismo termina en textos de un provincialismo obtuso y vano, dado la inhabilidad de usar sus contenidos creativamente en un proceso de síntesis original aplicada a una visión del contexto chileno. Sumariando podríamos decir que la obra educacional de Don J. J. Brunner es un buen ejemplo de lo que ya hace más de 150 años atrás Don Andres Bello decía de como verían los intelectuales europeos a la naciente cultura latino americana de esa época, “… se arrastra sobre nuestras huellas con los ojos vendados; no respira en sus obras un pensamiento propio, nada original, nada característico. Remeda formas de nuestra filosofía y no se apropia de su espíritu.” Felizmente el movimiento estudiantil al fin está rescatando aquella frase del discurso inaugural de Don Andres Bello como rector de que “Nada que es injusto es durable.”