Actúan con una visión nacional sobre el derecho de los chilenos y chilenas a educación pública gratuita y de calidad. Sus rostros muestran el desgaste de cinco meses de madrugadas frías, trasnochadas, tomas de locales, movilizaciones callejeras y asambleas.
Trabajan de manera incansable para representar con altiva dignidad a su generación y a sus padres, que no pueden rebelarse obligados como están a trabajar cabeza gacha en extenuantes jornadas pagadas con salarios de miseria.
Erick Coñomán Garay, presidente de
David y Erick son estudiantes pobres, que han arribado con esfuerzo a la enseñanza superior que hoy quieren transformar, porque han descubierto que el sueño prometido de “igualdad de oportunidades” no era tal, ya que el sistema universitario chileno es un engranaje más del modelo económico y social, basado en la desigualdad.
Ambos dirigentes estudiantiles apoyan la decisión de
Urrea no cree que el gobierno vaya a ceder. “No van a dar pie atrás en seguir privatizando nuestros derechos básicos y en avasallar a la clase trabajadora. Nuestra radicalidad es una forma de autodefensa frente a estas ideas que buscan domesticar a los sectores populares. Por eso pedimos a la población su compromiso, que vaya más allá de su apoyo en las encuestas. Que empiece a autogobernarse y a adquirir confianza en sí misma.
La ultraderecha, que antes hizo desaparecer gente y torturó, está volviendo a tomar el control. Intenta criminalizarnos con proyectos de ley que sancionan la toma de espacios públicos, colegios y universidades que son de todos. Recordamos a Manuel Gutiérrez, asesinado en las protestas. Muchos jóvenes serán procesados por sus acciones durante las próximas semanas. La policía ya no conversa, ataca, reprime y encarcela”.
Algo más que educación
Eric Coñomán dice: “Estamos luchando por la rabia contenida que produce la segregación. Por la forma como se gobierna y por la ‘invisibilización’ de nuestras demandas y necesidades por la clase política. Somos críticos de cómo se ejerce la democracia, de cómo se distribuye la riqueza y de cómo se ignoran los derechos de una población estigmatizada, sobreexplotada y excluida no sólo de la educación, sino también de la salud, la vivienda, el trabajo y los derechos humanos básicos. Yo duermo en un sillón porque no hay más espacio en mi casa. Carencias cotidianas como la mía están presentes en los estudiantes, e influyen en la disposición de ánimo de nuestros compañeros; queremos realizar estos cambios ahora, porque nadie lo hará por nosotros”.
Para David Urrea, radicalizar el movimiento significa más comunicación, más despliegue estratégico dentro de las universidades y más organización para llegar a otros sectores sociales. “Todos estamos de acuerdo en hacer alianzas estratégicas con pobladores y trabajadores. Si se hubieran unido antes a esta lucha, ya la habríamos ganado. Ahora estamos intentando generar ese espacio con los portuarios, con los pescadores del sur, con los mineros del norte y con los pobladores en todo el país”.
Eric Coñomán apela a aquellos que por acceder a ciertos bienes de consumo se endeudan con un crédito hipotecario a treinta o cuarenta años, lo que constituye una moderna forma de esclavitud. “Para tener un aparato de televisión o un computador conectado a Internet, nuestros padres tienen que pagar cuotas mensuales de 30 ó 40 mil pesos”, dice. Según David Urrea el endeudamiento crea un estilo de vida falso, “en que estás siempre intentando copiar lo que hace el más rico. Si el rico tiene celular, tú quieres uno; si tiene auto rojo, tú quieres un auto rojo. El sistema crea necesidades que en realidad no existen y luego el trabajador tiene miedo de perder lo poco que posee, a ser aún más pobre y verse marginado del sistema de consumo”.
Según el dirigente, “el movimiento estudiantil es la grieta en este muro para demostrar a nuestros padres que sí se pueden realizar cambios y por eso nos estamos jugando el todo por el todo en este movimiento. Si fracasamos, va a fracasar también el movimiento popular y nuestras familias”.
Los estudiantes
y la política
Ambos dirigentes estudiantiles saben que, ante la intransigencia del gobierno, sólo pueden ganar esta lucha con el apoyo de otros sectores sociales y que para alcanzar las metas que persiguen, tendrán que luchar a largo plazo. Según David Urrea, los estudiantes están demandando un cambio total del sistema económico y social, con soluciones reales a los problemas del país. “Por eso nos vinculamos con los intelectuales y pedimos a los trabajadores que marchen con nosotros. Estamos con los profesores y nos reunimos con los pobladores en asambleas ciudadanas; queremos una democracia más directa y participativa, sin las trampas del sistema electoral binominal. No confiamos en
Por este motivo, Erick Coñomán dice que están cambiando la forma de ejercer la democracia dentro del movimiento estudiantil. “Somos portavoces de nuestros compañeros y asumimos nuestras responsabilidades sin protagonismo personal. Me atrevo a pronosticar un gran cambio en la forma en que se va a ejercer la política. Los de nuestra generación entienden que lo político y lo social deben combinarse.
David Urrea: de okupa a dirigente estudiantil
David Urrea Vásquez (26) es estudiante de 4º año de trabajo social y preside
Luego se integró a
Erick Coñomán: hijo de
Eric Coñomán Garay realiza su tesis para titularse como trabajador social. “Soy de la población
En
Parientes pobres del Consejo de Rectores
Los dirigentes estudiantiles David Urrea y Erick Coñomán creen que los rectores desperdiciaron la posibilidad de jugar un papel trascendente en la movilización por la educación, como nexo entre estudiantes y gobierno; terminaron respondiendo sólo a sus propios intereses. “Los rectores se preocupan de sus cuotas de poder y sus privilegios, defienden su hacienda, cuidan su territorio y así se vuelven cómplices de la reproducción de este sistema que mercantiliza el conocimiento”, dice David Urrea.
UTEM: laboratorio del autofinancimiento neoliberal
Al interior de
Gracias a esa política,
Universidad Arturo Prat: las pellejerías en regiones
Luego de alcanzar una matrícula de 7 mil alumnos en su mejor momento, perdió recursos de financiamiento, infraestructura y prestigio. Actualmente recibe un aporte fiscal cercano al 14 por ciento (equivalente a cerca del 2% que recibe
Este aporte público no ha sido suficiente para suplir las necesidades que tienen los alumnos de
Urrea dice que “el alumno promedio de
“Las universidades pobres tienen gran cantidad de profesores contratados por horas para ramos que forman parte de la columna vertebral de las carreras. Con ellos no existe una relación estudiante-académico que sirva a los alumnos para su desarrollo profesional”, concluye.
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 745, 28 de octubre, 2011
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