Enero 2, 2025

Sr. Jocelyn-Holt, ¿quién está enfermo de la cabeza?

ajocelynholt

ajocelynholtCon estupor e incredulidad he leído la columna de opinión MODERACIÓN, del historiador Alfredo Jocelyn-Holt, publicada en el Diario La Tercera del 15-10-2011. Es sorprendente que alguien que se presenta como “historiador” pueda emitir tal cantidad de juicios y tal cúmulo de descalificaciones, sin la más mínima objetividad ni rigurosidad.

 

 

 

 

De partida, son las personas las que se enferman de la cabeza y no los países. ¿Quién podría seriamente afirmar que la gran cantidad de volcanes de nuestra geografía hace a los chilenos psicológicamente más caprichosos e inestables? Demuestra también una gran ignorancia respecto a la poesía de Neruda, al reducirla a que “lo hace tragar a uno un volcán verso por medio”. Lo invito a leer por lo menos el Canto General y su poema España en el Corazón:

 

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal.

.
¡Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

 

Su referencia  al suicidio de Violeta Parra es sencillamente inaceptable. Aludir de esa manera a los sentimientos más íntimos y las motivaciones que tuvo para hacerlo, sin saber nada de Violeta y su vida, lo retrata de cuerpo entero.

Respecto al suicidio de Salvador Allende, un historiador debiera ser por lo menos un poco menos prejuiciado y tratar de entender que el gesto del Presidente correspondió a lo que él llamó “una condena moral contra la felonía y la traición”. Tuvo valentía  para enfrentar ese momento histórico, mas parece que a don Alfredo le molesta el papel que Salvador Allende tiene y tendrá en la historia de Chile.

Pero donde el señor Jocelyn Holt, realmente demuestra su obnubilación absoluta es cuando se pregunta: ¿Dónde se ha visto que se eleven a grandes momentos estelares de la Humanidad, no a una, sino a media docena de matanzas obreras?

Menos mal que la Historia de Chile no la escribe don Alfredo, porque querer borrar de un plumazo los crímenes ejecutados contra los trabajadores desde épocas lejanas (Santa María, San Gregorio, Ranquil, durante la dictadura, etc.) lo retrata en todas sus falencias. ¿Qué pretende? ¿Quiere una Historia de Chile que esconda la realidad, a gusto de la oligarquía criolla? Según su particular visión, ¿los alemanes debieran entonces borrar todo vestigio del  holocausto judío, dinamitar los campos de concentración, para que no se recuerden esos crímenes? La Historia es la Historia y pretender borrarla  es imposible.

Termina su diatriba expresando: “Supone ser tolerante (salvo con el intolerante): que los cambios sean graduales (no estancarse ni irse de madre); renunciar a la violencia y a validarla (sacarse la capucha y no aplaudir a criminales de ningún lado); eliminar la palabra revolución del vocabulario (empezando por quienes se dicen de derecha), y evitar los gritos o grescas, improperios e insultos gratuitos.”

Pide tolerancia, pero no para el intolerante: ¿qué hacemos con ellos, entonces? ¿los tiramos al mar, con un riel en el cuello? Pide cambios graduales: por favor, “que todo cambie para que no cambie nada”, ¿eso es lo que quiere? Sacarse la capucha es otro de sus deseos: empecemos, pues, por los “encapuchados” que esquilman a los trabajadores, que tienen ganancias obscenas a costa de los pobres, que se enriquecen con la educación.

Para terminar, pide un imposible: terminar con la palabra revolución. Aquí sí que será difícil complacerlo, don Alfredo. Recuerde que  “la revolución es la partera de la Historia”.

 

Jorge G. Péfaur

 

http://www.latercera.com/noticia/opinion/ideas-y-debates/2011/10/895-398983-9-moderacion.shtml

 

Jorge G. Péfaur

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *