Esta era una vez y otra vez. Esta era otra vez y este vez. La otra vez un joven revolucionario. Este vez un viejo reaccionario. La otra vez un técnico para nacionalizar el cobre. Este vez un técnico para desnacionalizar la economía chilena. La otra vez, con Allende. Este vez, con Luksic.
¿Algo más ESTE VEZ?
La otra vez, con el pueblo. Este vez con los que hariscan la nariz al oír la palabra.
La otra vez con la izquierda. Este vez con la ultraderecha.
La otra vez con el proletariado. Este vez con la burguesía arribista que se siente aristocracia.
¿Algo más ESTE VEZ?
La otra vez con el banco del Estado. Este vez con el banco del Citigroup.
La otra vez argumentando en
La otra vez resguardando
La otra vez por detener a los fachos. Este vez por detener a los del Colo Colo.
¿Algo más ESTE VEZ?
La otra vez por la integración. Este vez por la exclusión.
La otra vez por la igualdad. Este vez por la discriminación.
La otra vez con Mandela. Este vez por el apartheid.
La otra vez con
No es el único caso, por cierto.
Todos hemos cambiado. ¿Tanto?
Dicen que la juventud tiene afán de rebeldía y que la última madurez y la vejez nos llaman a la prudencia y el conservadurismo.
Quizás todo eso sea verdad pero hay casos paradigmáticos de transformación que, a algunos viejos como yo, nos llenan aún más de interrogantes sobre el ser humano y el ser político.
¿Valió la pena? ¿Fue un sueño la otra vez? ¿O es sólo este vez una pesadilla?
¿Es inevitable que las corrientes universales nos muevan primero a la izquierda, luego a la derecha, como a cañas o veletas?
¿Cuándo fuimos nosotros? ¿Cuando llamamos a la juventud al combate democrático y popular o cuando la invitamos a constituir un ghetto aristocrático encumbrado en un cerro y aislado de lo que llamamos el pueblo?
La otra vez, y no es broma, fue abruptamente detenido por
Hace 25 años fuimos de los pocos “hinchas de izquierda” de