La señora intendenta de Santiago, Cecilia Pérez Jara, se ha propuesto una limpieza social en los barrios más acomodados de Santiago, para lo cual ha obtenido el apoyo del compañero Jaime Estévez, militante del Partido Socialista, quien habría solicitado dicha medida, propia de los tiempos de Pieter Williem Botha, a propósito del partido entre Colo Colo y
Las imágenes de la televisión mostraron a centenares de carabineros emprendiéndolas contra grupos de barristas que caminaban por las impolutas calles de Las Condes. Bastaba ser algo moreno y andar de blanco para que la marea verde lo subiera a un bus de manera ilegal y arbitraria. No se vio a nadie lanzando piedras o atacando algún negocio o automóvil. Las personas fueron detenidas sólo por no ser del barrio. Lo que puede llegar a ser mucho más peligroso que las bombas molotov o las piedras.
Pocas veces una radiografía ha mostrado con tanta nitidez los fundamentos morales del sistema, en este caso representado a la perfección por
La señora Pérez se cree dueña de Santiago y poco le importa si sus órdenes constituyen un atropello a los derechos de las personas y la violación de todas las leyes que protegen a los niños.
Considera de mal gusto ser pobre y peor, aún, estudiantes gritón, desordenado y exigente. Considera sus decisiones como fundamentada en la perfección de sus decisiones y la infalibilidad de su sobre dimensionado ego. Es, para decirlo en breve, la mejor intendenta que un gobierno anclado valóricamente en el medioevo, podía darse.
La señora Pérez lo más probable es que tenga por el Alcalde Nueva York, Michael Bloomberg, un desprecio sublime por ser tan débil y no mandar a retirar a quienes tiene tomada el parque Zuccotti.
Sebastián Piñera y sus funcionarios han profundizado lo que venía siendo: un país para ricos y otro para pobres. Un sistema de salud con lo más avanzado de la ciencia médica y la hotelería para atender las necesidades de quienes nadan en la riqueza y un sistema público deprimente, pobre, sucio indolente para todo el resto.
Un sistema educacional de primer nivel para los ricos y otro desprovisto de lo necesario para llegar siquiera al límite de lo admisible. Del mismo modo, los barrios, las universidades, las calles, y ahora, la barbarie inhumana de las autoridades, agregan los estadios de fútbol.
Así, podría construir algunas barreras de control en los accesos a la parte alta de las ciudades en los cuales gentiles funcionarios puedan identificar y exigir sus papeles a los que intenten pasar a ese otro país. Se excluirían, claro está a los trabajadores que prestan servicios en ese sector, para lo cual
De ese modo se ahorraría mano de obra policial, la que se podría redireccionar al control de la chusma que altera el orden en otros lados, de mucho menos importancia y homogénea composición.