Hace poco más de un mes preguntábamos en estas páginas si el movimiento estudiantil chileno provocaría un temblor o un terremoto político. La respuesta está a la vista, fue un terremoto de la más alta graduación y el gran damnificado es el presidente Sebastián Piñera.
Durante casi cinco meses los estudiantes estuvieron en las calles en todo el país, demandando una modificación a fondo del sistema educativo impuesto bajo la dictadura de Pinochet, que se caracteriza por haber hecho de la educación un negocio muy lucrativo en el que se da un servicio caro y de mala calidad.
Lo que se pedía y pide es que la educación sea una obligación del Estado, en todos los niveles, lo que no impide la existencia de escuelas y universidades particulares pagadas, como fue en Chile hasta el golpe militar y como es en otros países.
El gobierno intentó darle largas al asunto, pero se encontró con una dirigencia estudiantil muy clara, a la que se sumó una ciudadanía que ya está cansada también de un sistema económico que beneficia a las minorías pudientes y a las empresas extranjeras, mientras los salarios y sueldos de los más apenas alcanzan.
El presidente propuso un proyecto que no tuvo ninguna aceptación, incluso fue fuertemente criticado cuando dijo que la educación era un bien de consumo y aunque hizo un cambio de gabinete no sólo no logró acercarse a una solución sino que la situación derivó en un gran movimiento social.
Ya hace un par de meses las encuestas señalaban una caída importante en el respaldo al mandatario. La última encuesta hecha pública el domingo pasado indica que el apoyo a Piñera cayó al 22 por ciento y el rechazo a su gestión se elevó al 63 por ciento.
La nueva realidad
El 89 por ciento de apoyo a los estudiantes y la caída en los niveles de aceptación del presidente Piñera son la consecuencia lógica del cambio que se ha registrado desde que los jóvenes salieron a las calles a plantear sus demandas, que incidían en las condiciones económicas y sociales en que vive la mayoría del país.
Pero también se han producido en estos meses cambios en la manera de pensar de los sectores mayoritarios, que descolocan las posiciones del gobierno y de los partidos que lo respaldan. Vayamos por partes.
Las loas al modelo económico chileno están referidas a la situación de una minoría y a las ventajas de empresas nacionales y extranjeras, pero no tienen nada que ver con la realidad de las mayorías que viven con salarios insuficientes o se endeudan más allá de su capacidad de pago para comer, vestirse y educar a sus hijos.
De ahí que sea natural el amplio respaldo que obtuvieron los jóvenes, porque lo que ellos han señalado está ligado a la realidad que se vive en sus hogares, donde no todos los hijos pueden estudiar o llegar a la universidad porque el dinero no alcanza.
A las marchas y actos públicos se sumaron padres y abuelos en todo el país. Los “caceroleos”, golpeteo de cacerolas en señal de protesta, se dieron a lo largo de Chile y en los distintos niveles sociales. El impacto de todo ello se aprecia en esta última encuesta.
El 72 por ciento dice que los estudiantes están “ganando la batalla”, el 34 por ciento afirma tocan cacerolas para apoyar a los estudiantes, el 20 por ciento dice que lo hacen por descontento general con el gobierno, el 16 por ciento para ser escuchados y un 20 por ciento por motivos varios.
El 29 por ciento dijo que el gobierno quería resolver el conflicto estudiantil y el 61 por ciento estimó que no le interesa hacerlo. Y a la pregunta sobre un plebiscito para solucionar el problema como lo han planteado los estudiantes, el 71 por ciento se pronunció a favor.
Este pronunciamiento sobre el plebiscito es importante, porque las constituciones chilenas se han caracterizado por no considerar las consultas al pueblo. La constitución que regía al momento del golpe militar tampoco lo incluía y la mayoría parlamentaria se oponía a legislar sobre el punto.
La encuesta también revela que el 75 por ciento de los chilenos está a favor de que se reforme la constitución que impuso Pinochet, a la que sólo se le han hecho unos pocos cambios, y entre lo que se debe cambiar está la ley electoral que establece un sistema poco equitativo.
En cuanto a Pinochet, empeora la imagen de su régimen, el 63 por ciento dice que los suyos fueron “malos” años. Por eso resulta más criticable aún la actitud asumida por personeros allegados a Piñera como Andrés Chadwick Piñera, su primo, al que hace poco designó ministro secretario General de Gobierno.
Chadwick ha optado por restarle importancia a la decisión del alcalde de la municipalidad de Providencia, Cristián Labbé, ex coronel, colaborador de Pinochet, involucrado en torturas y represión, que decidió desalojar por la fuerza escuelas tomadas por estudiantes, operativo en el que los policías le faltaron el respeto a las alumnas.
Aunque otros miembros del gobierno rechazan su actuación, Chadwick la explica diciendo que Labbé “es alguien a quien todos conocemos y queremos”, por lo que muchos estiman que él le habría dado el visto bueno a lo actuado por el militar, lo que no favorece a su primo presidente.
Michelle Bachelet sigue reinando
El otro aspecto importante de esta encuesta se relaciona con la imagen de la dictadura de Pinochet y lo que se espera en el futuro próximo. Sobre Pinochet, el 31 por ciento piensa que Chile ya está reconciliado pero el 59 por ciento no lo estima así.
El 57 por ciento piensa que se debe seguir tratando lo relativo a las violaciones a los derechos humanos y el 72 por ciento señala que hubo un atropello sistemático durante la dictadura.
Y en la mirada hacia el futuro, la ex presidenta Michelle Bachelet, que ahora encabeza la oficina de la mujer en Naciones Unidas, sigue siendo la favorita. Ganaría las elecciones del 2013 con un 59 por ciento de los votos.
Esta pregunta sobre las próximas elecciones se hizo considerando que Bachelet fue señalada como la figura principal de los partidos de oposición al actual gobierno y que su supuesto rival sería Laurence Golborne, integrante del gabinete de Piñera.
Golborne era ministro de Minería y como tal le correspondió dirigir la operación de rescate de los mineros que quedaron sepultados en una mina en el norte de Chile, asunto que le dio popularidad en el país y concitó la atención internacional.
Ahora ocupa el ministerio de Obras Públicas, dicen que para evitar que enfrente problemas que afecten sus posibilidades electorales, ya que es el único personero de gobierno que aparece como posible presidenciable.
En esta imaginaria elección, Bachelet ganaría con el 52 por ciento de los votos, contra el 22 por ciento de Golborne.