México.- “Sembramos, pero la milpa (tierra) ya no da. Es que llueve mucho, más que el año pasado, y la cosecha se echó a perder”, cuenta la indígena meph’aa Ermelinda Santiago, afectada como el resto de su comunidad Francisco I. Madero por el efecto de las variaciones del clima en la agricultura del sur de México.
Santiago, de 25 años de edad, es una de los miles de indígenas que cada año emigran desde el municipio de Tlapa y sus alrededores, en el sureño estado de Guerrero, al norte del país para trabajar en la recolección de fruta y verdura.
Tlapa, uno de los sitios más pobres de México, padece de deforestación, sequía intermitente y lluvias torrenciales, por lo cual la agricultura no es una opción económica para sus pobladores.
Casos como el de esta región guerrerense puede ejemplificar la posible relación entre el cambio climático y las migraciones, un tema que empieza a ser objeto de estudio en México, un país vulnerable a los efectos de fenómenos como sequías prolongadas, degradación del suelo, precipitaciones devastadoras, escasez de agua y aumento del nivel del mar.
“Las migraciones se está modificando por el cambio climático, está teniendo un impacto mayor. En varios estados la gente emigra más”, dijo a IPS Andrea Cerami, abogado del no gubernamental Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda).
Junto a factores como la pobreza, el trabajo y la seguridad, la devastación ambiental se convierte en un elemento adicional detrás de la emigración, tanto interna como externa.
Cada año unas 500.000 personas emigran de México a Estados Unidos, lugar de residencia de unos ocho millones de ciudadanos de este país latinoamericano que están sin los documentos requeridos, según organizaciones especializadas en la materia.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía estima que los estados receptores de mayor cantidad de inmigrantes internos son
La Organización Internacional para las Migraciones define al emigrante ambiental como “personas o grupos de personas que por culpa de cambios medioambientales ineludibles, súbitos o progresivos, que afectan de forma negativa sus vidas o sus condiciones de vida, se ven obligadas a dejar sus hogares habituales, o deciden hacerlo voluntariamente”.
“El cambio climático no es necesariamente la principal razón porque la gente se va. Lo hace porque busca opciones de empleo que no se ofrecen en sus lugares de origen, porque hay redes. Todavía no es la gran razón, pero juega un papel”, indicó a IPS la mexicana Patricia Romero Lankao, del estadounidense Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR por sus siglas en inglés).
Romero Lankao y sus colegas Hua Qin y Melissa Haeffner desarrollan la investigación titulada “¿Desplazamiento o adaptación? Cambio climático y migración en México”, presentada en junio pasado durante la conferencia internacional “Cambio climático y desplazamiento en el siglo XXI”, llevada a cabo en Oslo.
En los primeros semestres de 2010 y 2011, el mexicano padeció sequías intensas, mientras el sur y el sudeste sufrieron aguaceros torrenciales, en ambos casos con serias consecuencias sobre los cultivos agrícolas, asentamientos humanos e infraestructura.
Los mayores cuatro huracanes registrados desde 2005 dejaron en México 650.000 personas afectadas, mientras que las inundaciones causaron 500.000 desplazados entre 2003 y el año pasado, según el proyecto de las investigadoras del NCAR.
Varias investigaciones últimas parecen haber identificado un nexo entre los fenómenos climáticos y los movimientos humanos en territorio azteca.
En su indagación de este año “Las dimensiones ambientales de la emigración desde el área rural de México”, Lori Hunter, Sheena Murray y Fernando Riosmena, de la estadounidense Universidad de Colorado en Boulder, encontraron que “los hogares sujetos a condiciones de sequía son mucho más proclives de enviar un emigrante en comparación con aquellos sujetos a condiciones húmedas”.
Estos expertos se basaron en datos recogidos entre 1987 y 2005 y provenientes de 24.132 hogares, con un total de 117.040 personas, de 66 comunidades rurales situadas en 12 estados.
La pesquisa halló una variación sustancial en los regímenes de precipitación con aproximadamente 23 por ciento de la muestra sujeta a una sequía en el año de la encuesta.
Adicionalmente, 13 por ciento sufrió sequía el año previo a la encuesta y 3,6 por ciento la padeció en ambos años.
Además, cerca de 28 por ciento experimentó un año lluvioso en la fecha de la consulta, mientras que 23 por ciento lo vivió en el año previo y siete por ciento en ambas ocasiones.
En tanto, Shuaizhang Feng, Alan Krueger y Michael Oppenheimer, de la también estadounidense Universidad de Princeton, concluyeron en que la pérdida de 10 por ciento o menos de las cosechas mexicanas podría ocasionar que la emigración hacia el norte se incrementase entre 1,4 millones y 6,7 millones de personas.
En 2010, estos académicos publicaron en la revista Procedimientos de
Para 2050 podría haber en el mundo unos 200 millones de inmigrantes debido a razones ambientales, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
La figura de inmigrante o refugiado ambiental no aparece en
“A causa de la falta de adopción de medidas de adaptación al cambio climático por el Estado mexicano, la población de este país afectada estaría obligada a desplazarse y a emigrar en dirección de Estados Unidos, principalmente”, anticipó Cerami.
“México va a ser un laboratorio muy importante. La evidencia empírica que hemos revisado nos dice que con todo y sequías, lo que mueve a los agricultores son mercados y opciones. Las migraciones circulares, aquellos que regresan a sus comunidades, es más interesante y que hay que explorar”, apuntó Romero-Lankao, cuyo trabajo usa un modelo que une la vulnerabilidad de las comunidades, el capital y opciones de vida y la migración.
“Tenemos que emigrar, porque no hay comida. Estamos sufriendo por falta de recursos económicos”, lamentó Santiago, quien empezó a emigrar a los siete años de edad y ahora es madre de un niño de cuatro años. Su mamá fue atropellada a mediados de agosto en una carretera del norteño estado de Chihuahua durante la pizca de chile -ají picante.