Noviembre 14, 2024

Una Consulta Popular en vez de un Plebiscito

marcha2

 marcha2A diferencia de lo que se entiende por plebiscito, la Consulta Popular tiene entre otras, la gracia de ser una fiesta cuya autoría y puesta en escena es sólo adjudicables a los verdaderos interesados.

 

 

 

El creciente rechazo a todo lo que huela a las odiosas trampas del sistema y sus personajes asociados, ha hecho de las elecciones un fraude legal a la cual se convoca a la  ciudadanía cada dos años, sólo para legitimar a los mismos de siempre.

 

Los candidatos a cualquier cosa ya saben que las mentiras dichas a diestra y siniestra tiene la virtud de ser impunes. Da lo mismo lo que se ofrezca, al final, nadie se preguntará si se cumplió o no.

 

La ofertas de los candidatos han pasado a ser parte de un paisaje de mentiras, creado por los que lo disfrutan y pagado, nada es gratis, por los mimos que se dejan engañar sin decir mucho más que esta boca es mía.

 

Los usuarios del Congreso Nacional han cultivado una fascinación irresistible por las cuotas de poder que da esos escaños dan, en algunos casos por veinte años seguidos.

 

Cabe entonces preguntarse si habrá en esos personajes alguna vocación genuina por avanzar en mayores niveles de democracia, como, en efecto,  puede ser la instauración de un Plebiscito vinculante. Y, a juzgar por lo que se conoce de la mayoría de los parlamentarios, cabe poner en duda ese interés.

 

Todas las iniciativas parlamentarias existentes respecto de formular un Plebiscito, no son sino trampas cazabobos. Y más parecen manera de aplacar la ira de los estudiantes que el producto de un verdadero interés democrático

 

Una Consulta Popular impulsada por el movimiento social que tiene en jaque al sistema, no tiene que pasar por la ignominia de ser prohijada por personajes que usan esta democracia sólo para sus intereses.

 

Una Consulta Popular debe ser entenderse como una gran movilización, como una fiesta de la gente por tantos años ignorada, mentida, despreciada. Debe ser un día o dos en que cada habitante del país, tenga y use la posibilidad de entregar su opinión y elija entre las opciones entregadas, la que considere mejor.

 

Concebimos una Consulta Popular como una jornada de movilización nacional en la que se usen las plazas públicas para recibir los sufragios de la gente. La entendemos con la participación de los músicos que apoyen la jornada, con artistas solidarios y actores y pintores y bailarines y murgas y grupos de músicos que estimulen la participación. Y con mucha, mucha alegría.

 

Nos imaginamos una Consulta Popular capaz de extraer mediante un ejemplar proceso de votación, lo que la gente opina y que no dispone de canales para su expresión. Una jornada en que cada habitante tenga la oportunidad de referirse con su voto respecto de la educación que quiere y sueña para sus hijos, y cómo debe ser el país que los cobije.

 

Nos asiste el convencimiento que nada puede objetar las decisiones que se tomen en un ejercicio democrático en el que participen millones de compatriotas, salvo el ánimo anti democrático del status quo.

 

Una avalancha democrática expresada en millones de votos que se manifiesten por una solución de fondo a lo que los estudiantes plantean, no puede ser ignorada por los mandamases. Y, por sobre todo, es una manera de legitimar la continuidad de las movilizaciones y la necesidad de pasar a otros niveles de confrontación con los mandamases.

 

Una Consulta Popular requiere de la participación de todos y de todas. Debe expresarse en cada uno de los espacios públicos en los que se desplaza la gente común. Será necesario que los estudiantes y quienes los apoyen instalen muchos puntos en los cuales se ofrezca la oportunidad de hacer uso del derecho de entregar su opinión.

 

Será necesario que se llegue a las ferias públicas, a las estaciones, los mercados y comercios, a las calles y avenidas. Y que las organizaciones que representan a los trabajadores pongan a disposición de la iniciativa sus locales y sus asociados para llegar a más y más personas.

 

Una Consulta Popular como la descrita debe ser respaldada por altos niveles de transparencia y seriedad. Nuestros estudiantes y profesionales tienen la suficiente capacidad para concebir un programa computacional que reciba, controle y entregue los resultados de la Consulta y que el estándar ofrecido sea a prueba de dudas y desconfianzas.

 

Desde el punto de vista de la legalidad vigente, una Consulta Popular no tiene ninguna importancia. Desde el punto de vista de quienes la propongan y lleven a efecto, tiene el valor de representar lo que la gente piensa, y es una vía para hacer saber al sistema de su orfandad.

 

Sería, por lo demás, un hermoso antecedente para los avances democráticos que necesita con suma urgencia todo aquel que se considera  contrario al sistema imperante.

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