Hemos dicho reiteradas veces que la derecha no sabe gobernar en modo democrático y lo que pudiera parecer una ironía, es demostrado como una verdad indesmentibles por la boca y las acciones de connotados derechistas.
Vea usted lo que acaba de decir el Alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett. Imposible no adjudicar a sus convicciones más íntimas su nostalgia de los tiempos duros del régimen de Pinochet.
Pablo Zalaquett, debería ser acusado de sedición. Que se sepa, los recuerdos angustiosos del paso de los militares en el poder, después de un cruento golpe de estado que significó la muerte, la tortura, la prisión y el destierro de centenas de miles de compatriotas, deberían servir de base para acusarlo a los tribunales.
Un comentario así, aún que sea fundado en las deficiencias de todo tipo del Alcalde, no pueden pasar impunes. No está llamando a un inocente desfile, está llamando a que las Fuerzas Armadas tercien en el debate político y en las movilizaciones mediante el expediente de las armas y la represión.
Las mismas leyes que le son tan caras a Zalaquett definen que el orden público es privativo de las policías. Proponer que las Fuerzas Armadas cumplan ese rol es a todas luces un llamado a incumplir las leyes y una conducta así, sobre todo proviniendo de una autoridad, sea como sea es una autoridad, tiene ribetes de una gravedad que no debiera pasar inadvertida.
Los organizaciones de derechos Humanos y las Agrupaciones de detenidos desaparecidos, ejecutados y presos políticos, deberían acusar al Alcalde de incitación a la violencia, sedición y por violar lo que expresamente define
No es posible dejar en la impunidad actos como el del Alcalde. Recuérdese que en los meses anteriores al golpe de estado del año 1973, voces similares se elevaron para pedirle a los militares exactamente lo mismo.