Al no materializarse la voluntad política para reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, se necesita un enfoque a varias puntas para proteger a los millones de desplazados por culpa del cambio climático, sostienen varios expertos.
“El cambio climático surge como un factor potencialmente serio y poco apreciado que complica las cosas en materia de desplazamientos internacionales”, dijo la alta comisionada adjunta de las Naciones Unidas para los refugiados, Erika Feller.
La comunidad internacional tiene que hacer más para abordar este desafío “de un modo coordinado y pragmático”, declaró a IPS.
Es de fundamental importancia que las autoridades nacionales jueguen un rol central en la elaboración de respuestas adecuadas a la dimensión interna y externa de los desplazamientos relacionados con el clima, dijo Feller.
Es necesario concientizar plenamente a las personas y las comunidades afectadas sobre sus derechos y darles las oportunidades de participar en la toma de decisiones, planteó.
“Las decisiones sobre dónde, cuándo y cómo reubicar a las comunidades, por ejemplo, deben tomarse en consulta con las poblaciones afectadas y ser sensibles a las identidades culturales y étnicas y a los límites para evitar posibles tensiones y conflictos”, agregó.
Quedarse cerca de casa
La abrumadora mayoría de las personas desplazadas por factores ambientales migran dentro de sus propios países. Apenas una fracción tendrá probabilidades de cruzar fronteras internacionales, dijo Michele Klein-Solomon, directora del Departamento de Políticas, Investigación y Comunicaciones sobre Migraciones en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El segundo grupo tiende a trasladarse “desde países del Sur, en el mundo en desarrollo, a otros países en el ‘mundo menos emisor'” de gases contaminantes, explicó.
Inundaciones, tormentas, deslizamientos o degradación de tierras y sequías se volverán fenómenos más frecuentes y severos, y podrán impulsar las migraciones.
Quienes más protección necesitan tienden a carecer de suficientes recursos para adaptarse a las nuevas condiciones de vida, y eso puede incluir la incapacidad de mudarse o de emigrar a otros países.
Es importante considerar estos factores para contrarrestar “los temores abrumadores de que el mundo industrializado se inunde de personas que (.) se queden con los puestos laborales y recarguen los mecanismos de seguridad social”, enfatizó Klein-Solomon en una conferencia sobre migraciones y cambio climático que tuvo lugar en mayo en la Escuela de Leyes de Columbia.
Incluso en los peores escenarios imaginables, según los cuales en los próximos 25 a 30 años podría haber 250 millones de desplazados debido al cambio climático, de todos modos sería “un porción diminuta de la población mundial”, dijo.
“Realmente no estamos hablando de enormes cantidades en relación a las poblaciones mundiales, ni de hordas de gente que inundan países occidentales, industrializados, desarrollados. No necesitamos más legislación represiva y debates xenófobos a consecuencia de este debate”, añadió.
<B>Pocas protecciones legales</B>
Los desastres que aparecen rápidamente atraen mucho más la atención de los medios de comunicación, los políticos y los investigadores que los cambios ambientales graduales, como las consecuencias humanas del aumento del nivel del mar, la salinización de los suelos, la deforestación y la desertificación.
Es difícil llegar a estimaciones precisas sobre las migraciones inducidas por el clima. Sin embargo, hechos recientes como las inundaciones generalizadas del año pasado en Pakistán, severos deslizamientos de lodo tras fuertes lluvias en Brasil y Colombia, y el actual desastre humanitario causado por la sequía en Somalia muestran que millones de personas ya tienen que abandonar sus hogares y propiedades debido a eventos climáticos extremos.
Las estrategias de protección internacional a menudo están marcadas por el énfasis humanitario en “la necesidad inmediata de la persona sin fijarse necesariamente en las causas del fenómeno ni en una respuesta a largo plazo”, dijo Paola Pace, directora en funciones del Departamento de Cooperación Internacional y Partenariados de la OIM.
Cuando se suscitan emergencias se brinda un financiamiento inmediato que dura de tres a seis meses, pero para la posterior “fase de recuperación” es muy difícil hallar apoyo de donantes. Esto desperdicia los conocimientos adquiridos en los meses iniciales, y desaprovecha la oportunidad de “abordar realmente las causas de esa emergencia”, destacó Pace en una entrevista con IPS.
La falta de una estrategia a largo plazo es un problema importante para quienes buscan proteger y apoyar a las poblaciones afectadas. Un mejor enfoque tendría que ir más allá de las necesidades básicas -alimentos, agua, refugio-para afrontar el trauma y las enfermedades inducidas por el estrés, además de brindar oportunidades para el desarrollo sustentable en un entorno nuevo, opinó.
Los desplazados por el clima también enfrentan una situación legal incierta. Ni el derecho humanitario internacional ni el más específico sobre refugiados tienen una definición legal para este grupo, lo que vuelve difícil lograr que los gobiernos se hagan responsables por su bienestar.
A menudo hay en juego múltiples factores, complejos e interconectados, que van desde los eventos climáticos extremos hasta la degradación de la tierra o el aumento del nivel del mar, y resulta imposible identificar con precisión al culpable.
“Es la gota que colmó el vaso”, dijo Jane McAdam, experta en derecho sobre refugiados y migraciones internacionales en la University of New South Wales.
“El cambio climático nunca es el único motivo por el que la gente se traslada. Siempre hay otros factores, por ejemplo las condiciones socioeconómicas subaycentes”, declaró a IPS.
Hallar respuestas legales y políticas adecuadas requiere una combinación de estrategias, más que un enfoque en el que se deba optar por una u otra, sostuvo.
Aunque no hay un estándar legal único que aborde específicamente la situación de las personas que emigran por motivos ambientales, Pace enfatizó que eso no debería crear la “impresión equivocada” de que no se aplica ningún marco legal.
“Antes de ser migrante, esa persona es un ser humano” y le corresponden todas las protecciones establecidas por las leyes sobre derechos humanos, señaló McAdam.