Más del 90 % de los chilenos desconoce el origen de este término. No es para menos, no hay difusión y ni los expertos se han puesto de acuerdo sobre su procedencia. Existen muchas versiones, e incluso los pesimistas creen que nunca se va a dilucidar el enigma. Pero si nos quitamos las vendas del racismo, los nacionalismos y prejuicios culturales, tal vez podríamos llegar a saberlo.
La lingüística, la toponimia y la historiografía, son las principales herramientas que sirven para desentrañar el origen de una palabra. La lingüística es el estudio científico tanto de la estructura de los idiomas o lenguas como del conocimiento que los hablantes poseen de ellas. La toponimia u onomástica geográfica, es una disciplina que estudia la etimología. Es decir, los nombres propios de un lugar, el origen de la palabra o la razón de su existencia. Y la historiografía busca la información mediante el registro de la historia escrita o narrada de los hechos (libros, diarios, revistas, documentos, entrevistas, etc.)
En el último siglo han aumentado los esfuerzos de los historiadores por resolver la incógnita, a la vez que en las décadas recientes se ha generado un serio debate etimológico, e incluso con ciudadanos de un país vecino. Veamos:
Con el inicio de la conquista española el nombre de Chile se masifica y amplía a nivel transcontinental. En la correspondencia de P. de Valdivia, al rey de España sobre la Gobernación de Nueva Extremadura, predominó el nombre de Chile.
En la obra La Araucana, Alonso de Ercilla (1533-1594) escribió: “Es una provincia grande que contiene en sí muchas provincias; nómbrase Chile por un valle principal llamado así; fue sujeto al Inga rey del Perú, de donde le traían cada año gran suma de oro”.
El cronista González de Nájera (¿?-1614), en Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile, dice: “Chile quiere decir ‘frío’ en lengua de algunos naturales, nombre que le fue dado por ser excesivamente fríos los vientos que corren de sus nevadas sierras en tiempos de invierno, en las partes que caen al sur”.
Diego de Rosales [1601-1677], en Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano, Tomo I. Valparaíso 1877), escribió que era el nombre del cacique “Tile” del valle del Aconcagua. Y que cuando Diego de Almagro partió del Cuzco hacia el sur a coger oro, se encontró con indios que llevaban el tributo de oro para el Inca “y que preguntándoles de donde venían, respondieron que de Tili, y los españoles trabucaron (cambiaron) el nombre Tili en el de Chile, por cuanto les sonaba mejor y era más conforme a su lengua general”.
En el siglo XVIII, el Abate Molina (1740-1829), autor de Compendio de la Historia y Geografía, Natural y Civil de Chile, asegura que el vocablo proviene de “trih o chih”, con que los aborígenes mapuches nombraban a un pajarillo con manchas amarillas en sus alas. Explicación que coincide con la opinión de Manuel Antonio Román, quién escribe: “se deriva como lo más seguro y probable, que el ave llamada ahora trile (Xanthornus cayenensis), porque tal es su grito, y que, según las regiones, se pronunciaba thrile o chile”.
En 1877, V. Vicuña Mackenna hizo un estudio sobre dicha palabra, rechazando el nombre y trino de la simple avecilla, el “tril”, que ni siquiera su canto modula bien. Aseveró que Chile es el nombre indígena de un valle de Aconcagua, “anterior a la conquista incarial y al descubrimiento y conquista europea”.
D. Barros Arana (1830.1907), en “Historia General de Chile”. Tomo I, p: 56, dice. “Háblase con variedad del origen del nombre de Chile. Dicen unos que en el idioma peruano alude a la región fría. Otros afirman que era nombre propio de un valle, y que los españoles hicieron genérico. Y no falta quien discurra que se derivó de un pequeño pájaro llamado Aili, bien conocido en este reino. (…), de las cuales la más aceptable parece ser la segunda”.
Ricardo Latcham, a inicios del siglo XX, expuso que el nombre de Chile lo trajo un grupo de mitimaes, “que los indios transportados de la región de Arequipa dieron al valle (Quillota o Aconcagua) que vinieron a ocupar el nombre de Chile, en recuerdo de su patria”. “Almagro llegó hasta el valle de Chile, o como se decía entonces, el valle de los chiles […] cuando volvió al Perú […]. Este nombre se hizo general”.
El intelectual Armando Uribe expresó (2005): “Por lo que he leído, en aymara, significa ‘donde se acaba la tierra’. El nombre le habría sido dado incluso antes de la llegada de los españoles”. Ya que según el diccionario quechua “chilli” significa confín, y así llamaban los incas al sur de su nación el Tawantinsuyu.
Opinión de peruanos: Pablo Nicoli S. dice: “El nombre Chile, proviene de Arequipa”. En Arequipa hay un rio llamado “Chili”, y hay libros que indican que “Chili” en idioma nativo significa “serpentina”, por lo ondulante del río en su paso por las montañas. Luego añade: “Chile es una derivación fonética quechua de ‘Chiri’ que en español quiere decir ‘frío’”, y que al contemplar los primeros mapas del siglo XVI y XVII de este sector de América, se ve “que nuestra Arequipa ocupa una buena parte de la geografía del norte de Chile”.
En cambio Félix Gallegos, en su libro Cayma Historia, Tradición y Cultura, sostiene que deriva del aymara “chilligua” o chilliwa, una paja fuerte que crece en las regiones frías de la puna y que los naturales la usaban para confeccionar escobas y tejer sogas.
En el texto: Arequipa, su pasado, presente y futuro (Biblioteca del Instituto Nacional de Cultura, p: 23), textualmente dice: “Los Chilis se establecieron en los flancos y taludes por donde se desliza el río de Arequipa, al cual dieron su nombre”, referido a un pueblo que ocupó tales tierras antes de la llegada de los españoles. Y menciona documentos que desde Arequipa, salió la expedición de Pedro de Valdivia a la conquista de Chile en 1539.
¿Fue una estas circunstancias que dieron origen al término Chile?
Lo cierto es que alguna de estas opiniones subidas al internet, provocaron ácidas reacciones y discusiones entre chilenos y peruanos. Lo que indica fuertes convencionalismos que anidan en los corazones, debido a los hegemonismos nacionalistas, religiosos y culturales que se gestaron a través de 500 años. Desde la llegada de Colón, Pizarro, Almagro y Valdivia a estas tierras. Especialmente la expedición de Almagro que cometió grandes latrocinios, erró al creer hallar mucho oro, y que por su descalabrado retorno al Cuzco, fueron llamados “Los rotos de Chile”. Sin mencionar “pacificaciones de indios”, guerras independentistas, guerras internas y externas.
Luego, si despejamos el recargado cristianismo e hispanófilo carácter anti-indio con que escribieron los cronistas y la similar interpretación que le dan a ella los historiadores, y si nos despojamos de la posición racista, nacionalista y europeísta con que miramos nuestro pasado y presente, podríamos ver con más objetividad y tino, el origen del término que nos interesa.
Existen varias propuestas más. Pero, recordando que antes de la conquista del Tawantinsuyu y Chile central, no había material escrito de modo formal sobre la historia precolombina, salvo en los quipus y la oralidad. Para lamentar los quipus fueron destruidos a partir de 1583, por del III Concilio de Lima, que los consideró “Instrumentos perniciosos para la fe católica”. Y la historia oral de los andinos, fue escrita por los cronistas, pero bajo el molde de la cultura occidental. ¿?
Luego, la teoría más verosímil del origen de la palabra Chile, pareciera ser que proviene de la toponimia, la historia y las palabras andinas.
Gerónimo de Vivar, en su “Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de Chile”, manifiesta: “Decíanle los a don Diego de Almagro, que eran unos indios que habían traído del Perú, que hacía en este valle ANCHACHIRE, que quiere decir “gran frío”. Quedóle al valle el nombre de CHIRE. Corrompido el vocablo le llaman CHILE, y de este apellido tomó la gobernación y reino el nombre que hoy tiene, que se dice CHILE”.
El diccionario aymara (2004) de Felix Layme Parumani dice: chili, quiere significar frío, helado, y Ch’ili, quiere decir último, muy lejano.
En el diccionario qhëswa (1978) de Jesús Lara, se lee: Chilli, Valle situado a 55 leguas al sur de Coquimbo, conquistado por el general Sinchiruca en tiempos de Pachakutij Inka. Chilliruna, (chilli = Chile, runa = gente), chileno. Ancha = mucho, chiri = frío, helado.
En efecto, según los cronistas más creíbles, y estudios recientes de arqueología y antropología, el inca Tupac Yupanqui, conquistó Chilli unos 80 años antes que los hispánicos, sus exploradores llegaron hasta la isla Grande de Chiloé (rastros entre los Huilliches). Huina Capac consolidó el incanato hasta los márgenes del río Cachapoal. Y en los valles del Maipo, los incas estaban construyendo un nuevo Cuzco. Los vestigios así lo demuestran: los Caminos del Inca, los cementerios, acequias, poblados de mitimaes, los pucaras de Chena, del Cerro Grande de la Compañía, los centros ceremoniales de Chada, del Niño Inca del cerro El Plomo, etc. Los incas trajeron su civilización a esta región, pero se olvidó su memoria. ¿Por qué? Por los prejuicios y convencionalismos chatos que nos invaden.
No hay que olvidar que los peruanos (criollos y mestizos), se adueñaron de la cultura inca, los quechuas que construyeron el Estado Inca, nunca se llamaron a sí mismos “peruanos”. Los bolivianos (criollos y mestizos), se apropiaron de la cultura Tiahuanaco, pues la gente de la Nación aymara, jamás se autodenominó de “bolivianos”. Y en Chile, los chilenos (la mayoría), no están “ni ahí” con los indios. Odian a los peruanos y bolivianos, como ellos a los nacionales. Son prejuicios trasnochados y cavernarios que no se compadecen con los Derechos Humanos, con el respeto a la diversidad, y lo peor es que nos llamamos “civilizados”.
Creemos que es hora de sacarnos las falsas caretas y romper con mitos y estúpidos prejuicios. Lo invitamos a reflexionar sobre los puntos esbozados.