Diciembre 26, 2024

Espiral represiva y Gobierno neoliberal: conclusiones

hinzpeter_piera270

hinzpeter_piera270Son pocos los Gobiernos que con un 26% de aprobación desconocen el derecho fundamental de un sector importante de la sociedad a manifestarse públicamente.  

 

 

En las democracias liberales para dispersar la reunión de cinco personas en la calle se necesita la figura del Estado de Sitio o Leyes de Medidas de Guerra con acuerdo y votación parlamentaria. En Chile, el Gobierno del multimillonario presidente Piñera transgrede sin ningún empacho los principios de la democracia política en momentos en que la legitimidad, tanto de la armadura constitucional del régimen político, como la lógica mercantil y depredadora del medio ambiente del modelo, están profundamente cuestionadas.

 

¿Habrá que formular a partir de la simple observación de la realidad política chilena una nueva ley de la Ciencia Política? Esta podría expresarse así: un gobierno de esencia neoliberal es incapaz de aplicar reformas orientadas a satisfacer demandas sociales que exigen bienes públicos. Además, la noción de Orden Público del neoliberalismo conservador lo lleva a utilizar el dispositivo policial de manera represiva, generando necesariamente una espiral de violencia social y de crisis.

 

La política pública represiva se apoya en la figura del presidencialismo de la Constitución del 80 que le entrega poderes omnímodos y sin control parlamentario al Ministro del Interior. Si a lo anterior se agrega un inevitable sentimiento de frustración del Presidente y su Gabinete debido al cero impacto de los cambios ministeriales, estamos en presencia de un escenario de alta conflictividad social y política.

 

De lo que se desprende una conclusión política de sentido común: en cuarenta años de  neoliberalismo con un crecimiento económico notable, sin transformaciones profundas en la institucionalidad política que democraticen el país -es decir, que los excluidos sean incluidos para participar en democracia- y con ausencia de políticas económicas que distribuyan la riqueza social producida con el fin de generar un poderoso sentimiento de igualdad, la sociedad se divide y se enfrenta entre quienes defienden el viejo orden (las derechas) y los demócratas que buscan transformarlo.

 

El neoliberalismo no sólo produjo una revolución capitalista, sino una revolución en las mentalidades resultado de la exigencia democrática y de los excesos del capitalismo.

 

Cuando manifestaciones no son autorizadas por el poder político porque su magnitud y masividad son percibidas como un factor de debilidad del gobierno de turno, estamos ante una espiral de aislamiento del régimen político. Y si una parte de la clase política no entiende el clamor ciudadano, debido a que representa sólo a los sectores de su masa crítica conservadora (RN y UDI) y la otra (la Concertación), a la rastra del movimiento social, sólo retoma las reivindicaciones sociales con la intención de negociarlas, estamos en una fase de descrédito y de pérdida de legitimidad del sistema político en su conjunto.

 

En tales circunstancias, la represión indiscriminada, los montajes policiales y el uso abusivo de la violencia sobre la comunidades (Magallanes, Dichato, Santiago) provoca nuevos conflictos y divisiones sociales generadoras de más violencia. Si bien, la sabiduría política y la prudencia aconsejan en estos casos a la clase política dar un paso al lado, bien sabemos que no es la vocación de ésta al “servicio público” la que se lo impide, sino que son los intereses estructurales y de grupo.  

 

En este marco, las fuerzas del cambio emergente y sus nuevos liderazgos colectivos deben precisar sus objetivos políticos, apoyar sin condiciones las reivindicaciones y vincularse estrechamente a los sectores sociales dinámicos: estudiantes, trabajadores/trabajadoras, pobladores y primeras naciones.

 

Ya hay dos grandes reivindicaciones políticas democratizadoras que van en el sentido de obtener bienes públicos fundamentales y gratuitos para un pueblo ciudadano que esgrime el valor de la Igualdad.

 

Las dos demandas tienen una condición necesaria: la necesidad de imponer un nuevo universo electoral (de los ciudadanos no inscritos y no votantes) para utilizar el mecanismo del plebiscito y el llamado a elegir una Asamblea Constituyente con el fin de redactar una nueva Constitución. La movilización para lograrlas será la Madre de todas las batallas; dixit un dirigente sindical en la Asamblea Ciudadana La Mayoría Decide.

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