Varias fuentes dicen que Chile liderará el crecimiento de la región este año. No es verdad, hay al menos tres países que podrían hacerlo mejor, pero de todos modos importa un cuesco. La gente está alzada en todos sitios.
¿Recuerdas la Primavera Árabe?
No hay noticias de la Primavera Árabe que hace unos meses era descrita como un gran acontecimiento. ¿Qué puede mostrar? Dos cambios de gobierno (Egipto y Túnez) y tres guerras civiles provocadas (Libia, Siria y Yemen). Los cambios de gobierno ni siquiera fueron serios. Los manifestantes están de regreso en Tahrir Square donde en un solo día hubo mil heridos en choques con la policía. Las manifestaciones continúan. Como en los últimos 59 años, un gobierno militar remplazó a otro, con el agravante que la economía está en caída libre, la inversión desanimada y los operadores turísticos en quiebra porque nadie quiere ir al Norte de África. Los “expertos Marmicoc” del Medio Oriente, cuyas entrevistas, columnas y debates llenaron la prensa y los auditorios universitarios durante semanas, podían haber orientado sus empeños a lo que estaba ocurriendo en su propio país.
La incomprensión del desafío chileno
Como estamos cerca del aniversario de la Revolución Francesa, -y aun si hablas y escribes francés ya no eres bienvenido en los círculos oficiales franceses-, pensemos en Louis XVI. El hombre no era un analista, su pasatiempo eran las cerraduras, de modo que mientras las multitudes saqueaban La Bastilla escribió en su diario: “Rien” (nada). Como la expresión chilena “Aquí no pasa nada”. Para obtener una auténtica sensación del carácter nacional tienes que remplazar el huemul por un avestruz. A pesar de que el establishment te hará creer que eres testigo de protestas dirigidas por activistas de izquierda financiados por ONGs extranjeras (ya no pueden acusar a Cuba), la realidad es que las manifestaciones desafían el famoso “modelo” económico imperante en las políticas chilenas durante los últimos 30 años. Abraham Lincoln decía: “No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. El infame “modelo” se las arregló para hacer precisamente eso, incluso bajo dos presidentes “socialistas”, pero el pueblo ya no lo soporta. La ciega arrogancia de este gobierno, -que no ve la realidad de malos y caros servicios públicos, Educación y Salud deficientes y discriminatorias, pobre infraestructura rural, bajos salarios, nula protección laboral, políticas medioambientales corruptas, ninguna protección del consumidor, etc.-, fue la gota que rebalsó el vaso. Los manifestantes se dan cuenta de que en las protestas pasadas las promesas nunca fueron cumplidas. Que mientras les reprimen “manu militari”, las medidas que se toman son diluidas en el Congreso y, si son aprobadas, nunca se aplican. A junio de este año, la inflación para el consumo modesto llegó a un 7,8%. El aumento del 5,8% en el salario mínimo se tradujo pues en pérdida de poder adquisitivo para la mayoría de la población. El cambio de gabinete esperado para agosto podría ser adelantado, incluso para la semana que viene. Demasiado poco y demasiado tarde, especialmente si alguno de los nombres que se rumorean se confirma. Hay quien predice la renuncia de Piñera antes del fin de su mandato. Me parece prematuro darle alguna probabilidad pero en principio no se puede descartar nada. Más creíble resulta Roberto Méndez, patrón de Adimark, que anuncia protestas de niveles “inimaginables”. Quien soy yo para disentir si hace más de tres años (abril 2008) escribí un detallado escenario futurístico llamado “Chile 2015”, en el que describo un país en el caos.
Desacuerdos, protestas y el carácter chileno
Entonces, ¿porqué las protestas en Chile? Porque los chilenos no tienen otro modo de expresar su descontento. Los medios, -exceptuando un par de esfuerzos en la web-, son tendenciosos y censuran hasta las cartas de los lectores. El sistema electoral heredado de Pinochet garantiza un empate, elimina toda representación minoritaria, y la exigencia de mayorías calificadas anula la posibilidad de cualquier cambio real. Las organizaciones sociales no tienen ni poder ni energía, y el sistema judicial es parcial para no decir corrupto. Las protestas han sido impresionantes para los estándares chilenos. En Calama, pueblo de 120 mil habitantes, las protestas atrajeron a 20 mil personas. Cuando las autoridades subieron el precio del gas en Magallanes, favoreciendo una empresa extranjera de metanol, la mayor parte de la población se alzó como un solo hombre. Tal parece que el pueblo no quiere más cuentos. Las autoridades tratan a los jóvenes como niños porfiados, les dicen que piensen en sus padres, como si perder un año de educación para cambiar el sistema fuese una pérdida de tiempo. Luego citan a algún “experto” que apoya sus puntos de vista. No siempre fue así, y aquí tenemos que hacer un poco de psicología socio-política. Durante mucho tiempo los chilenos han sido pasivos. Es el resultado de algunos rasgos de carácter innatos, pero también el de años de bozal impuesto por los militares, y de un sistema educativo en el que expresar una opinión diferente a la del profesor, e incluso preguntar mucho, te crea problemas en la escuela o en la universidad. Pero existe una agresividad contenida, que es reprimida de afuera o de adentro. Pocas naciones son eternamente plácidas si las aprietan demasiado. Entre quienes reciben las protestas se ve un trazo aun más profundo del carácter de los chilenos. No pueden aceptar quejas que ven como una afrenta porque reflejan su incuria y su incompetencia. Si protestas contra el mal servicio de un restaurant, comercio, Banco o lo que sea, la reacción es el silencio del culpable, o bien un reproche por tu “falta de respeto”. En vez de apoyarte, los otros clientes te culparán porque retrasas su propio servicio. Ningún partido político chileno se llamará jamás “Solidaridad”. El autismo sube hasta los niveles superiores. No sirve con un jefe: no habrá ningún esfuerzo por dar una explicación, disculparse o corregir el mal Servicio. En el sector público es más o menos lo mismo. Este mes he escrito 47 cartas (¡cuarenta y siete!). Ni un solo funcionario ha acusado siquiera recibo. Si yo, con toda mi energía, contactos y experiencia no logro hacerme oír… ¿qué chance tendrá un modesto trabajador iletrado? Entretanto, el Fiscal General tuvo tiempo para tomarse un cafecito con Eliodoro Matte para proteger a otro cura pedófilo.
Como lo verán afuera
Si, y cuando (pero más cuando que si…) tengamos un desorden mayor en Chile, el mundo no va a comprender lo que pasa. En la prensa internacional describen las manifestaciones como un problemilla menor para Piñera. “El héroe del año 2010” como lo describió el Financial Times. Pero, ¡Boludos!, no hubo nada heroico en el rescate de los 33 mineros (que de todos modos hicieron los yanquis) cuando fue la negligencia de Piñera y sus predecesores la que los enterró vivos. Después de un año, las anunciadas medidas de seguridad en el trabajo ni siquiera han sido redactadas. Para no hablar de La Polar, otro ejemplo de nula supervisión y de autismo ante cientos y miles de reclamos durante varios años.
Inútil SERNAC
Para terminar, una anécdota de primera mano sobre el SERNAC. Tuve un almuerzo hace unas semanas con el propietario de una cadena de tiendas de la V Región. Llamémoslo Gastón. Le hablé de los reclamos de los consumidores: “¿Recibe Ud. muchos reclamos a través del SERNAC, Gastón?”… “Ah, sí Armen, varias al día”… “Si no le molesta, ¿qué hace Ud.?”… “Bueno… tengo un tipo, adentro, en el SERNAC, al que le pago 20 mil pesos al mes para que extravíe los papeles…”