En Tolerancia Cero, programa de televisión tibio y conservador, estuvo el domingo pasado el abogado y escritor José Rodríguez Elizondo. Invitado en su condición de conocedor y estudioso de las relaciones entre Chile, Perú y Bolivia, JRE pintó un panorama sombrío del estado de la situación entre Bolivia y Chile.
JRE culpó de la situación al gobierno de Bolivia, que actuaría motivado por necesidades políticas internas. Luego, y esto es lo grave, JRE afirmó que la situación se encontraba bloqueada, sin alternativa visible que venga a mejorar las relaciones entre los dos países.
Es aquí donde creo que JRE se equivoca, al tener puesta la mirada en los detalles que van cambiando al son de la coyuntura y los acontecimientos que le van dando forma, apareciendo y desapareciendo en una sucesión sin destino fructífero.
Chile sí puede dar pasos decisivos en alcanzar una solución al largo conflicto histórico con Bolivia. Las posibles alternativas son pocas y no han variado con el tiempo, se remontan las primeras a más de cien años.
Luego de escuchar a JRE he vuelto a leer el libro del ex embajador Oscar Pinochet de
En la página 119, al concluir el libro, que está publicado por LOM y es del 2004, Pinochet de
“Y si en vez de hablar de un corredor por Arica negociáramos un enclave, entre ese puerto y el Perú? Creo que esta posibilidad es ventajosa por las siguientes razones: Bolivia ya propuso como solución –Montevideo, abril de 1987- la entrega de un corredor o –recalco la letra o- de un enclave en Camarones, Tocopilla o Mejillones. Cambiar el corredor por un enclave y trasladarlo al norte de Arica tendría las siguientes ventajas:
Para Chile: a) no tocar el tratado chileno-boliviano de 1904, ni siquiera en la pequeña modificación fronteriza del extremo norte que habría que hacer si se tratara de un corredor, dando así satisfacción a ciertos elementos de las Fuerzas Armadas chilenas y a pequeños grupos nacionalistas; b) no introducir en el territorio nacional, tan al sur, un grupo boliviano, y mucho menos en el tramo de la costa de Antofagasta que les perteneció según los tratados de 1866 y 1874; c) disminuir el territorio negociado a un enclave en territorio que antes de 1879 jamás fue chileno sino peruano.
Para el Perú: a) no separar físicamente sino en mínima parte las provincias de Tacna y Arica, que conservarían su “continuidad territorial”; b) hacer innecesaria para conservar esa continuidad, la creación de un “área de soberanía compartida”, rechazada por Bolivia y por Chile; c) dejar de lado, también por innecesaria, la idea más costosa de una carretera elevada de soberanía superpuestas.
Para Bolivia: a) romper el centenario estancamiento que provoca –por razones sicológicas- la petición de corredor tanto en Chile como en Perú; b) mejorar la solución enclave, al cambiarlo desde una costa sin puertos importantes ni facilidades suficientes, a una zona que deslinda con el puerto de Arica; c) obtener un enclave con aeropuerto ya instalado; d) quedar con un enclave entre dos fronteras internacionales; e) poder usar una carretera moderna que ya existe al altiplano.
Con un enclave entre Chile y el Perú, Bolivia quedaría en situación de igualdad para tomar parte en al integración subregional –a través de un polo de desarrollo que los tres países acordarán tarde o temprano como único medio de hacer progresar un territorio difícil por su aridez, que hoy presta servicios muy limitados a sus dueños. Puerto de Arica + enclave+ Tacna es la combinación que debe sustituir al limitado aprovechamiento actual de la zona ariqueña…”
Chile no sólo puede, sino que debe y está en condiciones de desbloquear una situación histórica que hay que enfrentar con altura de miras y proyección hacia los cambios necesarios y urgentes.
En el blog crucesinbarreras.blogspot.com hay una entrevista de P. Armendariz a Oscar Pinochet de