Septiembre 21, 2024

Las movilizaciones deben transformarse en un movimiento popular que dispute poder

protestasabado500

protestasabado500Cada día que pasa comprueba el error de la derecha al haber asumido la tentación ególatra de Piñera para ser Presidente de Chile. Como nunca, los grandes empresarios echarán de menos a la Concertación y su espíritu solidario con este sector y su desprecio casi absoluto con los pobres y endeudados.

 

 

 

 

Con nostalgia, recordarán los encuentros de la ENADE, cuando la voz amigable de Ricardo Lagos les garantizaba un futuro esplendoroso que hoy se oscurece por la intercesión de la estupidez gubernamental. Y cuando los subsecretarios de Bachelet se cruzaban con mano de hierro a las movilizaciones sociales y mediante trucos, infiltrados, palos, gases, guanacos, y operadores inescrupulosos, desactivaban la indignación popular.

 

Qué años más productivos aquellos cuando las instituciones que debían velar por defender a las gentes más desvalidas, miraban para otro lado y dejaban hacer.

 

Fue un tiempo que dejó las mayores ganancias de la historia para los empresarios y los multimillonarios.

 

La Concertación desarticuló a la educación pública, y la transformó en una sombra pobre de lo que fue en la historia del país. Las universidades fueron reguladas por leyes para violar otras leyes y hacer ricos, más ricos aún, a sus dueños y a los estudiantes dejarlos con una herencia de deudas eternas.

 

Las cárceles pasaron a  engrosar los dominios de los grandes empresarios y las carreteras, el dial de las radios, los goles del fútbol, las riquezas mineras, el agua, el subsuelo, las semillas, y todo cuanto signifique alguna ganancia para lo que siempre ganan.

 

En fin, la traición de la Concertación permitió asentar con firmes cimientos un modelo cultural represivo, hambriento de ganancias, que desprecia a los pobres, tontos que viven de un sueldo y de la amargura de sus deudas perpetuas, desterrados a guetos infames e incapaces de decir otra cosa que sí.

 

En ese contexto, la ascensión de Piñera a la presidencia fue un error estratégico del que los millonarios se estarán arrepintiendo.

 

El tranco torpe de la derecha en una función que le es ajena en razón a sus características genéticas, genera molestias en aquellos acostumbrados a ganar al amparo de la tranquilidad social ofrecida por Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet.

 

Muchos dueños de universidades y de la industria de la educación particular, estarán reclamando por la falta de diligencia presidencial para detener las amenazas a sus negocios. Echarán de menos la diligencia de la Presidente Bachelet que desactivó de la mejor manera las movilizaciones del año 2006.

 

La gestión de Felipe Harboe al mando de la represión y los operadores que cooptaron a los líderes de los estudiantes de entonces serán recordadas con nostalgia.

 

Es que el tema de las movilizaciones de los estudiantes no es para tomarlas así como así no más. Los muchachos pueden hacer que la cosa se complique aún más, si a sus propias exigencias se les suma el malestar de los portuarios, de los ecologistas, de sectores de trabajadores, de los estafados con el retail y con el transantiago, los usuarios del sistema público de salud, los damnificados condenados a vivir la vida en viviendas provisorias y a muchos más que estarán al aguaite.

 

Como han aprendido durante generaciones, nada hace tan mal a los negocios como las movilizaciones sociales. Y nada tan inútil como un colega millonario haciendo de presidente sin más necesidad que las que fluyen de una personalidad cruzada por una egolatría monumental. Peor aún, con un gabinete compuesto por las más disímiles expresiones de la derecha: desde un torpe lavín, hasta un tenebroso Hinzpeter.

 

La derecha más derecha, esa que vive detrás de las grandes fortunas, los cuarteles y las iglesias fundamentalistas, no va a arriesgar la obra fundacional de la Concertación. De seguir la situación tal como está, y sobre todo si el movimiento entiende que las cosas no se van a arreglar en la actual configuración política, la derecha más derecha va abandonar a Piñera y buscará un acuerdo secreto, son los mejores, con los fragmentos de la Concertación, más sensible a las donaciones silenciosas y a las comodidades que ofrece el gobierno.

 

Por lo tanto, el movimiento popular que se ha expresado con vigor en estas semanas, debería aumentar su nivel de peligrosidad y proponerse objetivos políticos mayores, por sobre los límites que impone el juego tramposo del sistema.

 

Convencidos que soluciones de la profundidad de las que exige el movimiento no tienen viabilidad en los márgenes constitucionales actuales, se hace necesario que el movimiento popular se proponga la conformación de un movimiento tal, que en breve amenace al sistema allí donde le complica, donde se genera el poder político: las elecciones.

 

Antes que los vivos de siempre capitalicen a su favor la energía de las movilizaciones, las organizaciones sociales y políticas que apoyan cambios de verdad, debería proponer un movimiento popular que en breve sea capaz de meterse en las elecciones y ganar todas las necesarias.

 

Y una vez conquistados los espacios de poder político, impulsar los cambios que sólo pueden hacerse a partir de entonces, entre otros, el de la Constitución Política.

 

 

 

 

 

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