Diciembre 26, 2024

La muerte política de Joaquín Lavín

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estudiantesenparoEn medio de la marcha de protesta más multitudinaria de Santiago de Chile en las últimas décadas, con alrededor de 100 mil asistentes   en torno a la recuperación de la Educación Pública, el profesor de Educación Básica y dirigente   del Colegio Metropolitano de Profesores, Raúl Manríquez dijo que “la manifestación es la mejor demostración de los errores que ha cometido el gobierno en general, y en materia educacional, en particular. Continuar vendiendo la educación pública al sector privado, no lo aceptaremos los docentes. Lo menos que puede hacer el ministro Lavín es renunciar a su cargo. Ello se apoya incluso en su baja en las encuestas.”

 

 

Mientras 14 calles de la principal arteria de la Capital, la Alameda, se mantenían atiborradas de jóvenes estudiantes de colegios y universidades, de educadores y trabajadores, Laura Ortiz, vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), informó que “aparte de las tomas y de los paros que sostenemos a nivel nacional, también salimos a la calle a manifestarnos contra el actual sistema educativo. Estimamos que primero es preciso realizar una transformación del modelo económico del país; y que la renacionalización del cobre es primordial para garantizar financieramente los derechos sociales arrebatados.”

La gran marcha del jueves 16 de junio, se inició a las 11:00 y culminó a las 14:00 hrs. Los pasos firmes, la creatividad expresada con cantos, bailes y las banderas de consignas llenas de humor inteligente, hicieron arder el mediodía invernal del centro de Chile.

Ignacio Sepúlveda, representante de la Escuela de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago de Chile (USACH, ex UTE), indicó que “hemos logrado reunir al sector universitario tradicional y privado. Nuestras demandas son que el Estado se haga cargo de la Educación Pública. El financiamiento a través de los años ha bajado sustancialmente y la familia chilena, vía endeudamiento a más de 20 años, ha tenido que hacerse cargo de la enseñanza en el país. Y   la educación privada   es vital que se regularice en materia de ganancias. Estudios internacionales afirman que en ningún caso el lucro en la educación es sinónimo de excelencia. Todo lo contrario. Las universidades más prestigiosas del América Latina son gratuitas.”

La presidenta de los Trabajadores Bancarios, Andrea Riquelme, explicó la presencia de esa área de asalariados, enfatizando que “estamos contra el lucro en la educación. Y las instituciones financieras se prestan para endeudar a  los estudiantes para el pago de sus carreras universitarias, hipotecando su porvenir para el resto de su vida.”

Pablo Saavedra de la Escuela de Derecho de la privada Universidad Arcis, indicó con claridad que “nosotros protestamos porque el gobierno quiere seguir privatizando la educación, quiere terminar de enterrar la educación pública y continuar con los subsidios a las empresas privadas, como hizo el gobierno anterior durante 20 años, y que la dictadura comenzó a implementar desde 1981. Por eso creo que con más de 180 colegios en toma y 20 universidades movilizadas, y junto a los trabajadores, debemos poner fin a la educación de mercado. Esta demanda debe ser capaz de cuestionar al conjunto del régimen político chileno.”

Jóvenes, intentando llegar a la entrada del  Ministerio de Educación, convertido en un auténtico fortín de Carabineros de Fuerzas Especiales, fueron ferozmente reprimidos con gases lacrimógenos y gases lazaaguas.

Lo cierto es que  el ex pre candidato presidencial de la derechista UDI y actual ministro de Educación, Joaquín Lavín, cae verticalmente y en horas de la tarde, mucho después de la enorme protesta que tuvo carácter nacional, se limitó a amenazar a los estudiantes movilizados con una supuesta pérdida del año escolar (en realidad intentó asustar a los apoderados de los secundarios y a los padres de los universitarios). Ya en mayo, según la encuesta Adimark, se desplomó su aprobación en la cartera de enseñanza en 8 puntos. Hay que esperar la de junio, considerando el dinámico contexto que jaquea su autoridad, y por extensión, la de todo el gobierno.

El Opus Dei y ultra liberal económicamente Joaquín Lavín huele a cadáver político luego de gatillar la manifestación más numerosa que recuerde el país desde los tiempos ruinosos de la dictadura militar a través de la imposición de políticas antisociales, privatizadoras, excluyentes y antidemocráticas en materia educacional. Es claro y no de poca importancia que el movimiento social en su conjunto logre desde abajo derribar, esta vez formalmente, mediante una renuncia por ejemplo, a quien estuviera a menos de 200 mil de votos de Ricardo Lagos Escobar en la elección presidencial de 1999. Ello comportaría un efecto devastador para la administración de Sebastián Piñera. Sin embargo, si se despeñara sólo el personaje, el modelo se mantendría intacto. Por eso la caída de Lavín tiene necesariamente que ir en compañía de victorias, al menos parciales, respecto de los intereses de la ciudadanía y la educación.

El cambio sistémico es un horizonte de sentido que sólo podrá jugarse su oportunidad si logra terciar una tercera fuerza política en medio del duopolio dominante, a saber, entre la Coalición por el Cambio y la Concertación, y desde los intereses de los trabajadores y el pueblo, desde los intereses genuinos de las grandes mayorías. En la actualidad, los partidos políticos tradicionales y sus jefes y subalternos sufren una profunda quiebra de credibilidad popular y no tienen por donde repuntar. Ello representa un desafío político de proporciones históricas para el movimiento social y sus organizaciones políticas. Y demanda convicción de poder, flexibilidad táctica, ductilidad a la hora de construir el nuevo instrumento político electoral más amplio y adelantado posible de acuerdo a las correlaciones de fuerzas y el análisis concreto de la realidad concreta. De hecho, una Asamblea Constituyente, únicamente cobra realidad actualizada desde un gobierno con un fortísimo respaldo social, organizado y conciente. Eso ha ocurrido en todos los países del Continente donde ha habido procesos de asambleas constituyentes. Se pone a la orden del día de acuerdo a las fuerzas capaces de producir una nueva Constitución Política que radicalice la democracia en todas sus facetas. De lo contrario, no deja de ser una demanda trascendental, por cierto, pero sin contexto, sin sujeto, sin escenario, sin realidad, sin poder.

La muerte política del ministro Joaquín Lavín es un paso relevante para las fuerzas que buscan cambiar la vida. Pero aún para echar abajo a un ministro, se precisa la formación de un continente social y político todavía más poderoso.   Y de alcanzarse el objetivo, la generación de condiciones hacia un paro general, ahora contra un Sebastián Piñera ya sin espaldas en la opinión pública, resulta una tesis plausible para bascular las relaciones de fuerza entre una sociedad civil totalmente desconfiada, decepcionada   y escindida del Estado. Esto es, ante la división visible que se expresa en la lucha por la recuperación de los derechos sociales conculcados, como la educación; la huelga de los mineros subcontratados de El Teniente; la lucha mapuche; y la pelea ambientalista contra el despojo capitalista; frente al Estado. La crisis de gobernabilidad y la disputa por la hegemonía de las clases históricas en pugna, manifestadas de diversas formas, podrían sentar las bases para tonificar a través de un gobierno de nuevo tipo, y poner a Chile en sintonía con los procesos progresistas, independentistas, antiimperialistas y pro populares en curso en América Latina y El Caribe.         

 

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