Septiembre 22, 2024

El Estado y la información

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golborneSi bien la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, consagra, por primera vez, el derecho a la información, los Estados nacionales, en general,  no han dado cumplimiento de ese derecho fundamental para el desarrollo normal (incluido el conflicto político) de los ciudadanos en una sociedad democrática.

 

 

 

 

Los Estados, y más especialmente sus gobiernos, parecen no comprender la importancia de una información fluida en el seno de una sociedad, incluso para su mejor gobernabilidad. *

 

El ejemplo más palpable de un precario flujo de  información, lo entregan los sucesivos gobiernos de la Concertación. Con una miopía política digna de un principiante de primer año de enseñanza básica, creyeron que hacían una gran contribución a sus propios gobiernos, cerrando todos los medios (especialmente escritos) que eran de izquierda o que, suponían,  pudieran tomar una actitud crítica a la consecución del sistema neoliberal que, en acuerdo con la dictadura cívico-militar, se habían comprometido a administrar  durante la transición.

 

En este mismo medio, Felipe Portales se ha encargado de relatar toda la ignominiosa tarea que realizaron los gobiernos de la Concertación para borrar del mapa los medios que pudieran no estar al servicio de sus políticas públicas. Prefirieron, con una ingenuidad (¿o con toda intención?), llevar adelante una política de “seducción” hacia los medios del duopolio, contratando toda la publicidad  gráfica del Estado en general, y del gobierno en particular, únicamente con esos diarios.

 

Pero esta política miope se les revirtió, con las consecuencias que todos sabemos. Es cierto que perjudicaron canallescamente a los medios que habían sido indispensables para que ellos llegaran al poder y a la ciudadanía toda, pero al no tener retroalimentación, siempre creyeron en las adulaciones de la derecha y jamás oyeron las voces disidentes. Por esto mismo,  la Concertación  “habiéndolo hecho tan bien”, todavía no logra entender por qué perdieron las elecciones. Ricardo Lagos: “estamos orgullosos de lo que hemos hecho”.

 

Ahora bien, desde la Declaración de los Derechos del Hombre, han pasado más de seis décadas y tanto las sociedades como las comunicaciones han tenido un desarrollo vertiginoso. Es por eso, que hoy debemos propugnar por el “derecho del hombre a la comunicación”. Este derecho fundamental ha estado desde los orígenes implícito y subyacente a todas las libertades sucesivamente conquistadas: libertad de opinión, libertad de expresión, libertad de imprenta, libertad de información. El derecho a la comunicación engloba todas las libertades y, además, aporta, tanto para los individuos como a las sociedades, las ideas de acceso, de participación, de corriente bilateral de información, todas ellas necesarias al desarrollo armónico del hombre y la sociedad.

 

Respecto de las movilizaciones ciudadanas para protestar contra HydroAysén, el ministro de Minería y Energía, Laurence Golborne, ha manifestado que “la ciudadanía está empoderada pero no bien informada”. Si nos atenemos a la información que entrega el gobierno sobre este tema, o sobre cualquier otro, tenemos que concordar con el ministro Golborne que efectivamente la ciudadanía está “no bien informada”, incluyéndolo a él, pues no porque sea ministro, va a dejar de formar parte de la ciudadanía. Por suerte, esta misma ciudadanía, no le cree al gobierno y se informa y comunica a través de las redes de Internet y de los pocos medios alternativos que subsisten.

 

Pero además, el ministro Golborne (y al parecer varios de sus colegas ministros) no se informa ni siquiera por los medios del duopolio, que tienen la misión de adular las acciones del gobierno. Se nos ha dicho hasta el cansancio que Chile no está en condiciones de crear fuentes de energía no convencionales y amigables con el medio ambiente por sus altos costos de construcción.

 

Le voy a contar, señor ministro, que el día jueves 19 de mayo en la página 6 del cuerpo B, Economía y Negocios del diario El Mercurio, se publica la siguiente información:

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Pedro Litsek, gerente de CGX Castilla Generación: En 2012 se iniciará   construcción de Central Castilla.

“A comienzos de 2012 se iniciará la construcción de la primera de las seis unidades que contempla la central termoeléctrica Castilla, complejo de generación a carbón de 2100MW de capacidad que se ubicará a 80 kilómetros al suroeste de Copiapó y cuyo costo ascendería a US$5 mil millones. Así lo señaló el gerente general de CGX Castilla Generación –filial de la brasileñaMPX, ligada al empresario brasileño Eike Batista- Pedro Litsek, a ValorFuturo”. Después de explicar que el inicio de las faenas está sujeta a la firma de contratos a largo plazo,  el párrafo siguiente señala: “El ejecutivo puntualizó que considerando que el inicio de las faenas relativa a la primera unidad- cuyo costo alcanzaría los US$1000 millones- se producirá el próximo año 2012, ésta debiera entrar en operaciones en 2016…”  (Es decir, US$1000 millones para producir 350 MW o US$5000 millones para producir 2100MW).

 

Hasta aquí, esta información no tendría ningún elemento que pudiera extrañar al lector. Sin embargo, el mismo día, en el mismo cuerpo del mismo diario, en la página B13 titulada “THE WALL STREET JOURNAL AMERICAS, en la sección denominada REGIONAL, se publica la siguiente información:

MPX, empresa de energía del multimillonario Eike Batista, busca invertir US$400 millones para desarrollar un proyecto de energía solar de 200 megavatios en el desierto de Atacama, Chile, dijo el presidente de la subsidiaria local, Pedro Litsek”.

 

Entonces, señor ministro, usted que es ingeniero y si Pitágoras no lo engaña, saque la cuenta y tendrá que convenir conmigo y con toda la “ciudadanía empoderada pero no bien informada”, que la misma empresa construye a menor costo una planta de energía solar que una a carbón, sin contar los gastos de producción con insumos caros, de precio variable y altamente contaminante, en comparación con el bajo  precio del sol que se ha mantenido constante durante varios miles de millones de años y, además, muy amigable con la naturaleza, de la cual usufructuamos todos los seres vivos, especialmente las personas que, según su patrón, “somos más importantes que los árboles”.

 

* Me niego a utilizar el barbarismo “gobernanza”, aunque, no sé quien, lo puso de moda.

 

 

 

    

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