Al son de cánticos a lo humano y lo divino, miles de pircanos despidieron los restos de Santos Rubio quien fuera el mas grande cultor de este género del folklore nacional. Nacido y criado en Pirque, el folklorista puso, por años, su conocimiento al servicio de la educación de niños y niñas de la Escuela La Puntilla, ubicada a metros del lugar donde vivió hasta la fecha de su muerte, el 24 del presente mes.
Santos Rubio tenía 73 años de edad. Hijo de campesinos, perteneció a un gran “familión”. De 13 hermanos, él era uno de los mayores. No conoció la luz del día, pero su ceguera no impidió el desarrollo de su talento poético y musical.
“A pesar de todo mi infancia fue bien bonita, no fue triste. Mi ceguera fue completa casi de nacimiento, o sea, para mí el mundo está como está ahora. Nunca me di cuenta del impedimento que tenía, porque nadie me lo hacía ver. Yo jugaba igual que los chiquillos, iba a la escuela. Lo único que después me fui dando cuenta que todos tenían lápices pa’ escribir y a mí nunca me pasaban un lápiz, y la profesora que yo tenía siempre me tenía al lado. Me estaba enseñando todo lo que más podía. La recuerdo con cariño”, confiesa en la presentación del CD “El guitarrón chileno herencia musical del Pirque”(2000)
Durante su trabajo en la Escuela La Puntilla musicalizó versos escritos por alumnos de educación básica, plasmados en texto y CD bajo el título “Santos Rubio y los Niños de la Puntilla Cantan a su Tierra”(2010)
La herencia cultural dejada por el cantor no sólo deja una huella indeleble en los habitantes de su comuna sino que, además, en el ámbito académico.
Santito, como lo llamó el pueblo, fue el precursor en introducir el canto a lo poeta en el ámbito de los estudios superiores. Durante siete años enseñó el guitarrón en la Facultad de Artes de Artes de la Universidad de Chile.
En el año 2004 fue galardonado con el Premio a la Música Presidente de la República de Chile.