El día martes 8 de marzo del año en curso, se supo por la prensa chilena que el juez Mario Carroza, a cargo de la causa que investiga la muerte del presidente Allende, ordenó a la Fuerza Aérea y al Ejército, dar a conocer los nombres de los pilotos de los aviones y helicópteros que atacaron La Moneda el 11 de septiembre de 1973.
Esta noticia nos hizo pensar en que sería francamente increíble que en casi 38 años, en un país como Chile en donde “no se cuecen peumos”, y en “donde todo se sabe”, no se hubieran sabido, o siquiera sospechado, los nombres de los pilotos que, el día del golpe, bombardearon La Moneda sin la menor contemplación, y así destruyeron e incendiaron uno de los edificios históricos y patrimoniales más valiosos e importantes de nuestro país. Con esta inquietud en la mente, decidí ponerme a la tarea de investigar, tanto en la escasa literatura existente, como en Internet, si acaso era posible descubrir allí los nombres de aquellos pilotos. He aquí los resultados de esta pequeña y rápida investigación nuestra.
Durante los años de la dictadura los nombres de estos pilotos fueron mantenidos en secreto por los golpistas, tal como ocurrió con los autores y cómplices de muchas otras tropelías cometidas por miembros de las FF.AA., a lo largo de 17 años; a pesar de que desde el primer momento se rumoreó, dentro y fuera de Chile, que el bombardeo de La Moneda habían sido realizado por pilotos de la USAF, la Fuerza Aérea Norteamericana que, como se sabe, prestó apoyo al Golpe bajo la cobertura de la Operación UNITAS. Pero hasta el momento aquel rumor no ha sido confirmado, y si alguien sigue creyendo hoy en su veracidad es simplemente por el hecho de que los nombres de los pilotos de la Fuerza Aérea Chilena que destruyeron el palacio presidencial no son ampliamente conocidos, en Chile ni en el extranjero.
Hasta ahora aquellos nombres no han sido nunca oficialmente revelados por la FACH, pero a lo largo del tiempo se han ido filtrando lentamente, al menos los de quienes comandaron los aviones que dispararon sus cohetes sobre el viejo palacio de Toesca, hasta el punto de que hoy es posible identificarlos, con un alto grado de probabilidad, mediante el examen de fuentes, impresas y electrónicas, que desde hace ya mucho tiempo se encuentran, prácticamente, al alcance de cualquiera. Aparentemente, hasta el momento nada se sabe acerca de los pilotos de los helicópteros que, nos parece, no atacaron La Moneda, sino que se limitaron a disparar sobre los francotiradores de la UP apostados en, en el Ministerio de Educación y contra los francotiradores del GAP, apostados en el Ministerio de Obras Públicas, así como en otros edificios colindantes al palacio presidencial.
Sabemos, en primer lugar, que los aviones Hawker Hunter que bombardearon La Moneda, fueron dos, mientras que otros dos atacaron la residencia presidencial de Tomas Moro, aquel nefasto día.(1)
De manera que también son cuatro los pilotos cuyos nombres intentaremos extraer y “deducir” de las fuentes hoy disponibles, la más importante de las cuales, sin duda, tanto por lo que dice como por lo que silencia, es el libro del general ® Mario López Tobar, titulado: El 11 en la mira de un Hawker Hunter. Las operaciones y blancos aéreos de septiembre de 1973, (Santiago, Editorial Sudamerican Chilena, 1999).
El año de publicación de este libro justificatorio del Golpe es especialmente significativo, porque marca uno de los momentos de mayor debilidad política de la dictadura, una vez perdido el apoyo de los gobernantes del Imperio, y la antesala del primer gobierno de la democracia tutelada, es decir, el de Patricio Aylwin.(2) La aparición de este libro estuvo rodeada de una cierta polémica interna en la FACH, tal como puede apreciarse leyendo la prensa de la época, porque al parecer habría encontrado una cierta oposición en los altos mandos de aquella rama de la FF.AA, los que temían que López Tobar pudiera revelar nombres y secretos del Golpe hasta ahora celosamente guardados.
Según lo confiesa, lleno de orgullo y satisfacción, en las primeras páginas de su libro, el general Mario López Tobar fue el Piloto Líder del grupo (“unidad operativa” en jerga militar), de cazabombarderos Hawker Hunter de la FACH que, entre otros “blancos”, bombardearon La Moneda aquel día. Todos los aviones que participaron en esta operación pertenecían al Grupo 7, de Cerrillos, (reforzados por 4 pilotos del Grupo 9), cuyos aviones habían sido trasladados secretamente, a principios del mes de agosto, al Aeropuerto Carriel Sur, de Concepción, por órdenes del Comandante en Jefe de la FACH, quien temía que en caso de un golpe de estado la base del aeropuerto santiaguino fuera atacada por trabajadores del Cordón Cerrillos. Según nos informa López Tobar, ninguno de los pilotos de este último grupo, es decir, del Grupo 9, participó en el bombardeo de La Moneda, sino sólo en el de la casa presidencial, lo que nos simplifica la tarea, porque si descontamos al propio Líder del grupo, nos restaría por establecer la identidad sólo de tres pilotos más.
Aquellos cuatro aviones Hawker Hunter se encargaron de realizar tres “misiones”: 1. destrucción de las antenas de las radios Corporación, Del Pacífico, Magallanes, Portales y Luis Emilio Recabarren,. 2, Bombardeo de la residencia presidencial de Tomás Moro, y 3. Bombardeo de La Moneda.
Se desprende del propio relato de López Tobar que él no participó personalmente en la destrucción de ninguno de los edificios presidenciales, sino solamente en la de las antenas de tres de las radios recién indicadas, lo que describe en su libro con lujo de detalles. Este hecho nos ayuda a acortar a dos la nómina de los pilotos que bombardearon La Moneda. Porque es curioso que el Líder del grupo no eligiera para si el “blanco” más importante, a menos que hubiera tenido alguna poderosa razón para hacerlo. Por ejemplo, que en su grupo se encontrara un piloto de especiales dotes como bombardero.
La orden de atacar y destruir estos tres “blancos” fue dada, por cierto, por el propio Comandante en Jefe de la FACH, el general Gustavo Leigh Guzmán, uno de los principales organizadores del Golpe y posterior miembro de la Junta Militar. Pero, al entrar en conflicto con Pinochet, su participación en la Junta duraría sólo hasta finales de junio de 1974, pues sería expulsado de ella mediante un verdadero “golpe interno”, que terminó con una completa purga y descabezamiento de la Plana Mayor de generales de la FACH, algo completamente inédito en la historia de esta, o de cualquier otra institución armada chilena.
Puesto que, por propia confesión, López Tobar no participó en el bombardeo de La Moneda. ¿quiénes habrían sido, entonces, los dos pilotos restantes que sí lo hicieron? Hubiera sido sumamente difícil poder establecer la identidad de uno de ellos, a no ser porque el 3 de agosto de 2003, es decir, al acercarse el trigésimo aniversario del alzamiento militar de 1973, el diario La Tercera publicó en sus columnas un reportaje, sin autor y sin mención específica de fuentes, titulado: “Diez episodios desconocidos del Golpe”, en el que encontramos, entre otros, el siguiente pasaje:
“El piloto que bombardeó La Moneda el 11 de septiembre de 1973 se llamaba Ernesto Amador González Yarra. [Entonces] era teniente y tenía 24 años de edad. Murió, en Santiago, 22 años después, el 12 de mayo de 1995, víctima de un severo cáncer a la médula. Había nacido el 4 de febrero de 1949.”(3)
¿De dónde pudo haber provenido esta información publicada en La Tercera? No lo sabemos, ni tenemos forma de poder confirmarla ni negarla. Pero es indudable que se trata de información fidedigna que muy probablemente debió haber sido “filtrada” desde la propia FACH. Además, Amador parece haber sido aquel verdadero “As” del aire, en cuyas manos López Tobar pudo perfectamente haber dejado la principal responsabilidad del difícil bombardeo de La Moneda. A respecto se dice en aquel mismo reportaje:
“González Yarra se graduó en la Escuela de Aviación en 1970 dentro de las primeras generaciones de pilotos formados en aviones de alta tecnología. Según varios de sus amigos (¿) a los que contactó La Tercera, a esas alturas ya mostraba una habilidad superior para volar. Destinado al Grupo de Aviación No. 7 de la FACH, apostado en la base aérea de Los Cerrillos, pasó los siguientes tres años perfeccionándose al mando de un [Hawker] Hunter. Su capacidad, para quienes lo conocieron en esa época, sobresalía. Era uno de los mejores pilotos de la Institución y solía demostrarla en las prácticas en los polígonos que efectuaba en el desierto de Atacama. Disparando sobre pequeños puntos en la pampa, rara vez fallaba los blancos, al extremo de que durante su carrera cultivaría la fama de ser capaz “de meter un rocket dentro de un tarro de leche condensada”(4).
Como puede verse González Yarra es un insuperable candidato para haber participado en el ataque aéreo de La Moneda. Otro buen candidato a formar parte del dúo de pilotos que bombardeó el palacio presidencial es el aviador que actuó de “segundo hombre” a cargo de los ataque aéreos del 11 de septiembre, es decir, el general Fernando Rojas Vender, cuyo nombre de guerra era “Rufián”. Al parecer habría sido él quien recomendó el uso de cohetes en vez de bombas para el ataque aéreo de La Moneda. En su libro, aunque no da su nombre, López Tobar pareciera estar refiriéndose a Rojas Vender cuando escribe:
“Uno de los pilotos, un oficial muy profesional y de probado criterio, me dijo que pensaba que se deberían emplear cohetes y no bombas contra la sede presidencial, dada la proximidad de los edificios altos en el área céntrica. Estuve de acuerdo con él“(5).
Al preguntarle (el 5 de septiembre de 1999) la periodista Mónica González a Rojas Vender cuál había sido su participación en el ataque aéreo a La Moneda, éste le respondió enigmática y elusivamente:
“Yo debo haber volado ese día, pero lo que hice, o no [hice] no se dice: es un secreto profesional”. (6)
Un tercer y último piloto que pudo haber participado en el bombardeo de La Moneda es Gustavo Leigh Yates, hijo del Comandante e jefe de la FACH, que también formaba parte del Grupo Aéreo No. 7. Parece impensable que, dada su relación con el Comandante en Jefe, no hubiera participado en una misión tan importante.
De manera que, como se ha visto, haciendo algunas deducciones elementales a partir de las informaciones que hoy se conocen, los nombres de los pilotos que bombardearon La Moneda, habrían sido muy probablemente: Ernesto Amador González Yarra, y Fernando Rojas Vender. La participación de Gustavo Leigh Yates parece mucho menos probable, y simplemente pudo haber piloteado alguno de los dos aviones que sólo bombardearon la Residencia Presidencial de Tomás Moro.
¿Llegaremos a confirmar, o desmentir, estos nombres, por obra de la investigación judicial en curso? Todo depende de que ellos sean entregados al juez Carroza por el actual Comandante en Jefe, o por alguna otra alta autoridad de la FACH; y de que, posteriormente, estos nombres sean dados a conocer públicamente. Pero nos asiste la convicción de que González Yarra y Rojas Vender son los mejores candidatos a haberse ganado la dudosa distinción de haber bombardeado y destruido el símbolo máximo de la vieja democracia chilena, contribuyendo así a crear las condiciones para la muerte del Presidente Allende y de toda la barbarie que azotará a nuestro pueblo durante 17 largos años.
Notas:
1. Lopez Tobar, El 11 en la mira de un Hawker Hunter, Santiago, Editorial Sudamericana Chilena, 1999, pág. 104.
2. He aquí un hecho tan revelador como poco conocido: en 1991, durante el segundo año de gobierno de Aylwin, es decir, de este antiguo golpista transformado en Presidente, algún Alcalde concertacionista, me imagino, hizo instalar un viejo Hawker Hunter, no una réplica sino un avión verdadero, nada menos que en la Plaza de la Cultura Pablo Neruda de Mejillones. Allí todavía debe encontrarse hoy, aunque algo más oxidado, por cierto.
3. Diez episodios desconocidos del Golpe, La Tercera, 3 de agosto del 2003, Archivo Salvador Allende.
4. Ibidem.
5. López Tobar, Op., Cit, pág. 126. Señalemos que, técnicamente hablando, La Moneda no fue “bombardeada”, porque no se arrojaron bombas sobre su edificio, sino cohetes Sura P3.La diferencia entre una bomba y un cohete es que las primeras son lanzadas sobre un blanco por afecto de la aceleración del avión y de la gravedad, mientras que un cohete es autopropulsado. Desde el punto de vista de su acción y efecto, el cohete pone una poderosa y concentrada carga explosiva en un área más circunscrita, de allí su capacidad para penetrar blindajes, por ejemplo, mientras que la onda expansiva, y destructiva, de una bomba cubre una área mucho más amplia. Aquel día los aviones golpistas hicieron 9 pasados sobre La Moneda, lanzando un total de 36 cohetes sobre el viejo edificio
6. Mónica González, Los detalles secretos del bombardeo de la Moneda, Clarín.com, 5-9-1999.
*“En estos instantes pasan lo aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen”.
Presidente Salvador Allende