Es falso decir que el gobierno de Sebastián Piñera carece de relato: su cuento, su paquete chileno es el camelo de la nueva forma de gobernar; en el fondo, la Alianza y la Concertación son el mismo engaño envuelto en forma diversa.
Lo del empate moral es un mito urbano: la “fronda aristocrática” siempre ha gobernado en base al empate; la idea consiste en que estos dos conglomerados se repartan el botín del Estado. Los escándalos de la Concertación – MopGate, ChileDeportes, subvenciones escolares, y otras tantas bellezas – han sido igualados por el gobierno de la derecha en tan sólo un año.
El caso Kodama revela, no sólo la facilidad con que puedan ser asaltadas las arcas fiscales, sino también la responsabilidad política del Ministerio de Vivienda y del Serviu en el sentido de permitir, por acción u omisión, que una empresa privada, por medio de una licitación pueda, fácilmente, engañar a las autoridades o, lo que es más grave, coludirse con personeros de confianza de la ministra Matte.
La vocera germana de este gobierno cuenta el chiste del sofá, de “don Otto”, sosteniendo que “la nueva forma de defraudar al fisco, puestas en práctica por la Coalición, es muy distinta de aquella llevada a cabo por la Concertación, que hizo que los electores la rechazaran por inmoral y podrida. Según nuestra bella y genial comentarista, al menos el gobierno actual ha asumido la responsabilidad política con la renuncia de la ministra del ramo, cosa que los frescolinnes de la Concertación ni siquiera enfrentaton.
De nada ha servido la renuncia de la ministra Magdalena Matte, pues el carácter doloso de la operación Kodama-Serviu-Ministerio de la Vivienda ha quedado completamente al desnudo gracias al informa de la Contraloría que, afortunadamennte, se ha convertido en una institución que defiende el dinero fiscal y la probidad administrativa que, tanto en el caso de la Intendenta de Concepción Van Risselberghe, como el de Kodama, el gobierno de derecha ha hecho caso omiso, incluso ha justificado el atropello a la probidad administrativa.
Personalmente, como lo sostuve en un artículo anterior, soy partidario de la acusación constitucional, pues es el único instrumento jurídico, de caracter vinculante y con imperio, que posee el Congreso para controlar las conductas de los funcionarios públicos. El presidencialismo es una monarquía absoluta que otorga al presidente tales facultades que, a mi modo de ver, deslinda casi en una dictadura legal, por consiguiente, a pesar de haber renunciado la ministra Magdalena Matte, deberá responder políticamente respecto a los cargos de negligencia, contenidos en el texto de la Contraloría.
El juicio de residencia fue aplicado en todo Chile colonial y es el antecedente de las acusaciones constitucionales, por consiguiente, la sola renuncia de un ministro u otra autoridad no lo exime del juicio político. Por lo demás, la ciudadanía tiene derecho a exigir del gobierno conductas probas y la defensa de los recursos fiscales.
“La nueva forma de gobernar” cada día se parece más a la antigua corrupción de los “nuevos ricos” de la Concertación. Mientras no terminemoscon el bipolio Alianza-Concertación, Chile seguirá siendo el mierdero de injusticias y corrupción.
Rafael Luís Gumucio Rivas
16/05/11