Noviembre 23, 2024

HidroAysén es el símbolo de los vencedores

patagoniavelaton

patagoniavelatonNo debe ser tan malo el proyecto HidroAysén. De serlo, voces autorizadas y probadamente patrióticas y democráticas habrían dicho más de algo, pero, ya vemos, ni el ex presidente Aylwin, ni Lagos, ni Frei, ni Bachelet, han dicho esta boca es mía.

 

 

 

 

Más aún, el compañero Daniel Fernández, conspicuo militante del PPD, habrá informado a sus jefes políticos respecto de los alcances del proyecto que encabeza y que comenzó a estudiarse durante los regímenes pasados y con el que estaban en total acuerdo. Pero el partido PPD, con la compañera Carolina Tohá a la cabeza, ha guardado luctuoso silencio.

 

Da la impresión que, en el fondo, estos proyectos cuentan con el aval del sistema político, aunque algunos parlamentarios aparezcan diciendo otra cosa, incluso siendo mojados por el guanaco.

 

Es que HidroAysen se justifica en la lógica en que se viene construyendo un país, desde los tiempos en que los abuelos fundadores redactaron la actual Constitución y sus cuatro abnegados continuadores la perfeccionaron. Esas represas, y todas las que será necesarias están en armonía, y en la necesidad, con el modo en que se hace este país.

 

Pensar que se puede seguir creciendo a escalas actuales sin la energía necesaria para el caso, es una contradicción. Y lo que piensen algunas organizaciones ecologistas y algunos partidos políticos, importa un verdadero rábano. Sobre todo cuando alguno de ellos pone en el centro de su reclamo cómo se afectará el turismo, como si fulanito y zutanito, endeudados como están,  podrán ir alguna vez a regocijarse con esos paisajes salvajes.

 

El quid no está esas cuestiones superficiales y cándidas. Lo realmente serio es cómo un sistema cultural se viene imponiendo con una fuerza arrasadora, y cómo parece que no importara a nadie. Las represas, éstas y las que vendrán y las generadoras de electricidad que sean, son consustanciales al capitalismo tal y como lo conocemos.

 

Como del mismo modo son las empresas del retail, las mineras, las universidades, los sistemas de salud, de justicia y educación, la fuerza bruta de los Carabineros y los políticos que se hacen cariño en el Congreso Nacional.

 

Aunque parezca una herejía, en Chile las cosas funcionan bien, y todo indica que lo seguirán haciendo. Los apaleos inmisericordes que ordena el Ministro del Interior y que la tele extrañamente transmite, lo atestiguan y prueban.

 

El sistema es un todo armónico que no soporta inflexiones ni singularidades. Y cuando éstas aparecen, entonces se hecha mano a los mecanismos que se crean ex profeso: fiscalías que montan tinglados judiciales,  políticos sinvergüenzas que se cambian de lado como si nada, prensa alineada y uniformada, y una sin fin de sujetos que se arriendan, compran o permutan a las grandes empresas dueñas de todo o casi.

 

Los reclamos airados de la gente que salió a las calles, pronto será un detalle en la historia de la construcción de una central hidroeléctrica que en breve será el símbolo del sistema y una vez que esté lista, será un polo de atracción turística y los lances de los que siempre se oponen a todo, una anécdota más.

 

Un ex rector ha escrito una carta al presidente de la República que no tendrá jamás respuesta porque a Sebastián Piñera no le interesa lo que allí se expone y porque le importa un bledo lo que opine él, otros o todos.

 

El presidente sabe en su fuero íntimo que la impunidad es un estado de gracia y su propia historia es una prueba palpable del aserto. Y sabe, además, que estos pequeños reclamos, aunque airados, ya se extinguirán no bien el sistema se acomode y las palabras se diluirán no bien aparezcan otros temas de los que preocuparse.

 

Más aún, algunos han dicho que el presidente ha actuado como patrón de fundo. El caso es que no podría actuar de otra manera porque la prepotencia es el sello de este  y todos los millonarios, dueños de muchos fundos.

 

Y, sobre todo, porque es el convencimiento profundo del presidente y de todos los que forman el régimen, un concepto algo más extenso que el de gobierno, que tarde o temprano estas cosas, por la fuerza avasalladora de lo real, terminarán imponiéndose y ya no habrá nada qué hacer. Los vencedores imponen, ha sido siempre así, sus condiciones y esta es una más.

 

Recordemos este día. Pero mejor aún, recordemos el día en que se inaugure ese coloso energético. Miremos a los que estarán en primera fila y no nos extrañemos si encontramos a algunos rostros conocidos.

 

 

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