Al menos 61 inmigrantes africanos murieron en el Mediterráneo luego de que militares europeos y unidades de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) hicieran caso omiso a sus peticiones de socorro, informó el diario británico The Guardian.
La embarcación, que llevaba a bordo 72 personas incluyendo varias mujeres, niños y refugiados políticos, abandonó la capital libia (Tripolí) con destino a la isla italiana de Lampedusa el pasado 25 de abril.
De acuerdo al diario The Guardian el barco sufrió una avería cuando zarpaba rumbo a Italia, los inmigrantes quedaron a la deriva en el mar durante 16 días, donde las unidades occidentales no les rescataron pese a los gritos de auxilio y los mensajes por radio a la guardia costera italiana.
Las 61 personas murieron de sed y hambre después de que su embarcación quedara en medio del mar, sostuvo el periódico.
“Sólo un helicóptero no identificado lanzó agua y galletas, pero no fueron suficientes para evitar la tragedia”, según el diario británico. Por su parte, un funcionario de la OTAN niega que dicha situación haya ocurrido.
Del total de refugiados, solamente 11 personas que viajaban en el barco lograron sobrevivir, indicó.
“Cada mañana, al despertarnos, encontrábamos más cadáveres, que dejábamos a bordo 24 horas antes de arrojarlos al mar”, relató al rotativo, Abu Kurke, uno de los sobrevivientes.
La nave salió con 47 etíopes, siete nigerianos, siete eritreos, seis ghaneses y cinco sudaneses, detalló el diario.
De acuerdo al derecho marítimo internacional todos los buques, incluidos los militares, están obligados a atender las llamadas de socorro de los barcos que se encuentran en las proximidades y a prestar auxilio.
En tanto, las organizaciones defensoras de los derechos de los refugiados han exigidouna investigación de los hechos. Asimismo, han solicitado a la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) mayor cooperación para salvar vidas entre los buques comerciales y militares que surcan las aguas del Mediterráneo.
“El Mediterráneo no puede convertirse en algo así como el Lejano Oeste. Quienes se abstienen de rescatar a las personas en peligro en esas aguas tienen que ser castigados”, sostuvo la vocera de la Acnur, Laura Boldrini.
El padre Moses Zerai, quien dirige la organización para los derechos de los refugiados Habeshia, fue una de las últimas personas que estuvo en comunicación con el barco antes de que se agotasen las baterías de su teléfono por satélite.
“Ha habido una abdicación de responsabilidad que ha resultado en la muerte de más de sesenta personas, niños incluidos. Ello constituye un crimen, un crimen que no puede quedar impune sólo porque se trataba de inmigrantes africanos y no de turistas de un crucero”, denunció el sacerdote.