Por la boca muere el pez. El otrora candidato presidencial Piñera, prometió hasta el cansancio que con él llegaría a la Moneda la nueva forma de gobernar. Esto era, en palabras del mismo aspirante, que gobernarían los mejores, los más eficientes. Esta derecha, además, no tenía nada que ver con la dictadura. También se acabaría la corrupción, los favores políticos y todos los males que, según él, habían padecido los chilenos durante los gobiernos de la concertación.
Como sabemos, a pocos días de asumir la presidencia, se presentaron los primeros reveses de este discurso que había resultado exitoso en las elecciones. Nombramientos de autoridades que pasaron a ocupar las filas del gobierno de los mejores tenían prontuario en dicom o en los tribunales.
Los vínculos con la dictadura se dejaron ver a través del nombramiento de Andrusco como director de gendarmería, en circunstancias que había sido miembro de la Dicomcar, organismo represivo culpable del triple degollamiento de Parada, Guerrero y Nattino, como sentenció la justicia y que cumplen penas en recintos a cargo de gendarmería. También en el caso de José Miguel Steigmeier propuesto como gobernador del Bío Bío cuya participación en actividades de lavado de dinero de Colonia Dignidad y de complicidad con el ocultamiento de Paul Schafer, cuando era buscado por la policía, también fue probada por los tribunales. O el caso de Sergio Romero, quién ya en funciones como embajador en Argentina fue destituido por su apasionada defensa a la dictadura y hoy ejerce como embajador de Chile en España.
Otra cosa es con guitarra dice también un dicho popular y ante estos primeros impasses que podrían adjudicarse a la falta de experiencia o de personas dispuestas a dejar el mundo privado para asumir responsabilidades de estado, siguieron muchos más. Aunque una vez nombrado el primer gabinete, se nos quiso convencer que eran los más capaces e idóneos, máster y doctorados en Harvard mediante, la realidad fue mostrando otra cosa. La mayoría se comportó como lo que realmente eran. Gerentes acostumbrados a dirigir un negocio, no un país, a tratar con empleados en vez de ciudadanos y a ocupar las prácticas empresariales para hacer que el negocio sea rentable. Favorecer a los amigos, burlar la ley cada vez que sea posible y el desprecio por la mano de obra, ojalá cada vez más barata.
Detrás de la salida de la ministra Matte y otros ministros, de la vicepresidenta de la Junji, de la intendenta de la octava región hay mucho de eso y más. Prácticas reñidas con la ética -porque recordemos que no todo lo que no está prohibido es legal ni correcto. También un profundo desconocimiento y desprecio por la gente de este país. Por los mineros que quedan atrapados en una mina, por las madres que necesitan salas cunas, por los damnificados del terremoto, y seguimos sumando. Desprecio y burla también por todos aquellos que viven de un salario y esperan una jubilación digna, la extensión de derechos como el post natal, o que simplemente aspiran aquel el sueldo es alcance para tomar la micro hasta fin de mes. Evidentemente la nueva forma de gobernar no ha sido eficiente ni nueva. Es la forma de gobernar de aquellos que están acostumbrados a mandar y que cualquier cosa les importa más que la vida del ciudadano común, de ese que tanto hablan sin conocerlo. Los latifundistas de ayer son empresarios y los peones clientes. Las disputas al interior de la alianza son las mismas que ayer criticaban a otros, pero que tienen que ver más con cuentas no saldadas, que con disputas ideológicas de fondo. Larraín versus Larraín. La derecha económica versus la derecha integrista. La disputa entre los que van a misa todos los días y los que lo hacen solo a veces.
Carla Peñaloza Palma
Movimiento Nueva Izquierda
Domingo 24 de Abril 2011