Noviembre 23, 2024

Pablo Longueira, en busca de un cuento para el gobierno de Sebastián Piñera

pablo-longueira_230x230

pablo-longueira_230x230¡Un verdadero récord! En un año el gobierno la derecha ha triplicado los desaciertos y verdaderos escándalos que la Concertación nos tenía acostumbrados. El Mop-Gate, la destrucción de Ferrocarriles del Estado, Inverling y los sobresueldos, parecen juegos de niños si se comparan con las estupideces que, en pocos meses, están cometiendo los funcionarios del presidente Sebastián Piñera.

 

 

La única diferencia es la forma en que tratan la corrupción los Diarios monopólicos: en el los últimos casos son errores de funcionarios subalternos; en el caso de la Concertación se informaba como verdaderos robos a las arcas fiscales.

 

            Está claro que, de distinta forma, tanto la Concertación como la Coalición – que el fondo son lo mismo – se creen dueños del dinero fiscal que, para fortuna de ambos desastres políticos, es cada vez más apetecible gracias al precio del cobre. Esto de “servidores públicos” y de “entrega de los mejores años al servicio del país”, provoca hilaridad; en el fondo, tanto los socios y democratacristianos, como los RN y UDI, son casi idénticos en el método de apropiarse del botín del Estado.

 

            Esto de la “nueva forma de gobernar”, cuña del actual gobierno, no se lo cree nadie. Concertación y Coalición gobiernan de la misma forma y saben apropiarse de los bienes de todos los chilenos con la misma “brillantez” y celeridad. Sin embargo, es necesario reconocer que, al menos, la ministra Magdalena Matte dio una prueba de responsabilidad política, de la cual carecían, en forma “heroica” los presidentes de partido y ministros de la Concertación.

 

            Pienso que es por este alto grado de carencia de ética de la convicción y de la responsabilidad – para usar los términos weberianos – que, con mucha razón e indignación, los electores escupieron a la Concertación en las pasadas elecciones; sus personeros nunca fueron capaces de hacer uso de la responsabilidad política, de ahí que todos los abusos y escándalos pagaran funcionarios secundarios, y por qué no, los choferes de los parlamentarios.

 

            Nadie puede esperar que Camilo Escalona, Juan Carlos Latorre, Juan Antonio Gómez, Edmundo Pérez Yoma, Carmen Fernández, Jaime Estévez y otros connotados personajes de la Concertación, reconozcan que gobernaron como verdaderos “valets” de la derecha, y con los oídos muy atentos a las órdenes de los empresarios, y que no pocos de los prohombres de ese conglomerado se han convertido en capitanes de empresas y nuevos ricos, mucho más explotadores que los antiguos. Por eso exclamo: ¡nunca más Concertación!

 

            El gobierno de la derecha – el quinto de la Concertación – es el peor de todos: en un solo trimestre acumuló dos grandes escándalos: el de la ex intendenta Risselberghe, que se transformó en tal despelote entre los partidos de derecha, que se vio obligada a renunciar, a pesar de la defensa corporativa de los fascistas de la UDI – poco menos que creían que era una especie de Juana de Arco, o moja alférez del gobierno.

 

            La salida de la intendenta ha sido verdaderamente penosa: toda la región del Bío Bío rebosa de felicidad al verse libre de la asociación de poderes y favores políticos que estaba construyendo la ex intendenta para convertirse en senadora por la zona y quitarle el puesto a Alejandro Navarro.

 

            Cuando el sainete del sur parecía terminado apareció el caso Kodama, en que aparece mezclado en un escándalo – que podría tener ribetes penales – el Ministerio de la Vivienda con empresarios privados, relacionados con el Transantiago.

 

            El senador Pablo Longueira es uno de los más interesantes personajes de la derecha política, quizás el único que entiende la política y tiene un olfato privilegiado. Hay que recordar que salvó, en alguna oportunidad, el derrumbe del presidente Ricardo Lagos, producto de escándalos no muy distintos de los de hoy, sin embargo, sin mayor explicación, sostiene la tontería de que al gobierno de Piñera le falta “un relato”, un cuento – como el de la Caperucita Roja, ¿O no será el cuento del tío? -.

 

            El relato de la derecha democrática murió cuando penetraron el Partido Nacional Sergio Onofre Jarpa y sus seguidores nacionalistas – el la derecha dictatorial con la caída de Pinochet, y el de Piñera sólo puede tener la autorreferencia de su autor junto con una serie de medidas populistas deshilvanadas.

 

            Mientras los tontos sigan eligiendo entre la Alianza y la Concertación, este país será siempre el reinado de unos pocos ricachones que juegan a la política.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas

23/04/2011         

 

           

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