Japón elevó hoy al máximo (7) el nivel de alerta nuclear en la planta Fukushima Daiichi (F-1), catalogado como accidente grave, según la escala Internacional de eventos de este tipo, conocida como INES.
Esta categoría se aplica cuando se produce una mayor liberación de material radiactivo que pone en riesgo la salud en general y el medio ambiente. Su establecimiento impone medidas de contraposición.
Hasta ahora el único caso en el mundo con esa clasificación era la catástrofe de la central de Chernobyl, en Ucrania, ocurrida en 1986.
La decisión del gobierno japonés estuvo precedida por un incendio en la mañana de este martes en el edificio de muestreo, cercano a una toma de agua, en el reactor 4 de F-1.
También la víspera se decidió ampliar el área de evacuación a 40 kilómetros debido a los altos niveles de radiactividad acumulados más allá de los 20 kilómetros que tenía establecido desde los primero días de la crisis.
La medida responde al riesgo que representa para la salud humana la continua exposición de esas sustancias, mientras una fuerte réplica de 7.1 grados de magnitud estremeció el área afectada el pasado 11 de marzo por el sismo de 9.0 grados y el tsunami que le siguió.
El movimiento telúrico de ayer volvió a sacudir edificios en Tokio y una amplia zona del este de Japón. Como consecuencia, quedaron sin energía eléctrica unas 220 mil casas y el sistema de bombeo de agua para el enfriamiento de los tres reactores destruidos (1,2 y 3) en F-1.
La réplica además obligó a postergar los planes de extraer el agua altamente contaminada de parte de la unidad 2 hacia un lugar de almacenamiento donde antes había otra menos radiactiva que fue vertida al océano.
Este último suceso, unido a las constantes emisiones desde el complejo nuclear, preocupa a la comunidad internacional por sus posibles efectos en los ecosistemas marinos y en particular en la salud de las personas de los países vecinos.