Si alguien es socialista sus afirmaciones sobre la política, economía, ciencia, historia, arte… tienen que mostrar el modelo que propone.
Es frecuente encontrar artículos y discursos de intelectuales y dirigentes socialistas que no manifiestan el proyecto que defienden. Denuncian injusticias, analizan problemas, critican al imperialismo, exigen medidas, sin diferenciarse de los progresistas. Si creen que basta con denunciar la pobreza o la mala distribución del ingreso, deberían saber que la OCDE, representante de los países más desarrollados, se las acaba de reprochar a Chile.
El socialismo por la revolución del sistema es distinto al progresismo dentro del capitalismo y ambos tienen que dar a conocer su posición. Sus visiones de futuro necesitan explicitarse con sus desacuerdos para que la ciudadanía decida entre socialdemocracia y socialismo.
Este vacío puede tener varias explicaciones. Una es que no haya un programa socialista para contraponerlo a la realidad. No pocos afirman que no hay izquierda. Sin saber el qué hacer el discurso se llena con generalidades y críticas parecidas o iguales a las progresistas. Para distanciarlas algunos recurren a frases rotundas sin objetivo o a rememorar la rica historia de luchas y héroes populares, valiosa pero distinta del presente de amenazas inéditas. Llamar en abstracto a la revolución, la justicia, la libertad, el combate, indica no tener claro el quehacer político.
Posiblemente más de alguien con la idea de sumar fuerzas en las difíciles condiciones existentes, opta por no hacer afirmaciones que puedan encender polémicas y alejen a progresistas que tienen influencia ideológica, propiedad de medios en internet, capacidad de censura. Esta unidad tácita tiene el costo de limitarse dentro del sistema.
Otra explicación es evitar aumentar o crear nuevos desencuentros con otros socialistas.
El problema objetivo es que las crisis del futuro consecuencia del capitalismo serán demoledoras, con riesgo de desaparición de la especie humana, y la misión del socialismo revolucionario es ofrecer su programa para enfrentarlas. Y necesariamente explicarlo, difundirlo. No ocultarlo.
Hay coincidencias con los progresistas, pero la tarea es presentar a los pueblos, especialmente a los jóvenes, la alternativa propiamente socialista de la sociedad sin capitalismo. Diferenciarse del progresismo capitalista. Silenciar que son proyectos opuestos con la idea de ganar apoyo para luego hacer socialismo desde el poder sería antidemocrático y débil.
Limitarse a expresar solo contra qué se está no es suficiente para ser socialista; es una obligación enseñar claramente desde ya qué se propone y defenderlo.
La indefinición no enciende la chispa del cambio de sistema.
Rómulo Pardo Silva
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