En vísperas de las elecciones del domingo 10 de abril, nadie puede prever cuáles serán los resultados. Mañana, veinte millones de peruanos y peruanas acudirán a las urnas para elegir presidente, 130 congresistas y cinco integrantes al Parlamento Andino para los próximos cinco años.
Cinco candidatos de los once que postulan a la Presidencia de la República corren casi parejos, de acuerdo con las encuestas. Sin embargo, de semana en semana los sondeos han ido mostrando enormes cambios en las preferencias y redefiniendo el panorama político. Diversas encuestas a principios de marzo mostraban al ex presidente Alejandro Toledo en el primer lugar de la intención de voto, con 27%, seguido por la congresista Keiko Fujimori -hija del encarcelado ex presidente Alberto Fujimori- con 19%, el ex alcalde de Lima, Luis Castañeda, con 17%, el líder nacionalista Ollanta Humala con 15% y, cerrando el quinteto, el ex ministro de Economía de Toledo, Pedro Pablo Kuczynski (conocido como
Sin embargo, encuestas aparecidas a partir del 20 de marzo muestran una notable reducción de la distancia entre los favoritos. Sondeos de las empresas
Así las cosas, difícilmente se puede deducir quiénes pasarán a la segunda vuelta, lo cual ha desatado una guerra mediática de pronóstico reservado, más aún teniendo en cuenta que, según los expertos electorales, 27% de los electores todavía podría cambiar su voto.
Cuatro de los cinco punteros son claramente de derecha, defensores del modelo neoliberal implantado en Perú. Sólo Humala, que postula con la alianza Gana Perú, conformada por el Partido Nacionalista y organizaciones de Izquierda como el Partido Comunista, Partido Socialista, Partido Socialista Revolucionario, Movimiento Político Voz Socialista y Lima para Todos, marca la diferencia. Ollanta Humala, teniente coronel retirado del ejército, encabezó en 2000, junto con su hermano Antauro, un levantamiento militar contra el gobierno de Alberto Fujimori, en la sierra de Tacna, fronteriza con Chile. Postuló a la Presidencia en 2006, quedando primero en la primera vuelta, pero fue derrotado por Alan García en la segunda ronda. Aunque logró 45 congresistas de un total de 120, más de la mitad terminó abandonándolo en el camino. A esto se sumó la baja calidad de muchos de sus partidarios elegidos, haciendo que el Congreso que finaliza el próximo 28 de julio haya sido uno de los peores de la historia reciente, comparable sólo con el que existió durante el régimen fujimorista.
El nacionalista Humala
Humala carga el lastre de haber sido vinculado con el presidente venezolano Hugo Chávez en 2006, quien incluso recomendó al electorado peruano que votara por él, algo que los medios todavía recuerdan. Ahora tiene como modelo a Brasil, especialmente al ex presidente Lula da Silva. Ha moderado su discurso e incluso se presenta ante el empresariado para demostrar que no es el cuco que muestra la prensa.
En un reciente encuentro con periodistas radiales de todo el país, organizado por el no gubernamental Instituto de Defensa Legal, Humala señaló la necesidad de “construir un país más igualitario, menos discriminador. Nuestro mensaje ha calado”, dijo en referencia a su subida en las encuestas, “porque hay un bolsón de pobreza que resolver”.
Humala se define como nacionalista, no de Izquierda. Explica que el nacionalismo es “crear políticas nacionales de desarrollo, construir nación, impulsar la industria nacional, el capital privado nacional. Soy nacionalista porque vamos a recuperar la propiedad de los recursos naturales y vamos a cobrar el canon minero y el impuesto a las sobreganancias, y esa plata vamos a invertirla en educación de calidad”, sostiene. “Perú vive de la venta de los recursos naturales. Perú ha renunciado a la propiedad de los recursos naturales. Ha renunciado a la soberanía. El modelo económico no es sostenible porque depende de los mercados internacionales. Es momento de diversificar la economía aprovechando el crecimiento. Ahora que hay plata, hay que apostar por la educación, la ciencia y la tecnología, por si cae el precio de los metales”.
Uno de los pilares del plan de gobierno de Humala es convocar a una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Constitución que reemplace la aprobada durante el régimen de Fujimori en 1993, que abrió las puertas al neoliberalismo. El objetivo de la nueva Constitución es “transformar el Estado para hacerlo más descentralizado y participativo; promotor del desarrollo social y de los derechos sociales universales; regulador de la economía de mercado; promotor de la institucionalidad democrática y de una gestión gubernamental descentralizada con base en regiones transversales y defensor de la soberanía nacional. Esta es la herramienta para construir una nación para todos, una comunidad de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones. Es decir, desarrollaremos nuestra identidad nacional con respeto a la diversidad étnica y cultural, y fomentaremos la interculturalidad y la pluralidad”.
Otro punto clave, y que es la gran diferencia entre Humala y los otros candidatos, es el desarrollo de una “economía nacional de mercado abierta al mundo, que articule la costa, la sierra y la Amazonia del país para aumentar los mercados locales y regionales internos, con trabajo digno y empresas nacionales competitivas y con ello, terminar con la segmentación productiva y la discriminación económica y social del país. Esta es la base para integrarnos al mundo. Con la economía nacional de mercado se dará valor agregado a las materias primas; es decir, se industrializará su producción y potenciará a las medianas, pequeñas y microempresas. Se fomentará la competencia contra el monopolio y se impedirá el retorno al latifundio. Las inversiones extranjeras que respeten los estándares laborales básicos, que transfieran tecnología, que protejan el medio ambiente y que tributen con justicia, serán bienvenidas”.
Soberanía energética
La propuesta nacionalista también incluye “la recuperación de nuestros recursos naturales como el agua y la tierra, los bosques y la biodiversidad, el gas y los minerales para que contribuyan a la eliminación de la pobreza y desigualdad que afectan a millones de peruanos. Su explotación, aprovechada generalmente por minorías extranjeras, no puede continuar. Concretamente en el tema del gas, nos comprometemos a poner en marcha una política de soberanía energética en la que retome el control de las decisiones del negocio gasífero Petroperú, repotenciado para iniciar el cambio de matriz energética y la industrialización de este recurso”.
Las propuestas sociales incluyen destinar a educación el 6% del producto interno bruto, desarrollar un sistema nacional de salud gratuito para toda la población, bajo la rectoría del Ministerio de Salud, y un sistema nacional de seguridad social universal, regido por los principios de solidaridad, universalidad, igualdad, integralidad, unidad y justicia.
La subida de Humala en las encuestas demostraría que la población no está contenta con la realidad económica y social. Es decir, el crecimiento económico sostenido que ha experimentado Perú desde el año 2000, no llega a las grandes mayorías empobrecidas. Como dice el economista peruano Jürgen Schuldt, “hay bonanza macroeconómica y malestar microeconómico” y, por lo tanto, hay una demanda de cambio en una política económica sumamente inequitativa.
Diversos sondeos muestran que dos terceras partes de la población urbana y rural reclaman aumento del salario mínimo (ahora equivalente a US$200 mensuales), mayor apoyo a la pequeña agricultura y una pensión digna para los mayores de 65 años. Justamente el plan de gobierno de Gana Perú, la alianza que postula a Humala, es el único que plantea garantizar una pensión básica de jubilación para los adultos mayores de 65 años.
“Esta nueva percepción de la ciudadanía sobre las desigualdades que origina la actual política económica es, quizá, una de las claves que pueden orientar sobre el cambio de humor reciente que reflejan las encuestas”, sostiene el economista Humberto Campodónico en el diario La República. “Y eso, claro, no es del agrado de las élites económicas que quieren que nada cambie, que todo siga igual, es decir, que siga la bonanza macro y el malestar micro”.
Si bien la pobreza se ha reducido, según cifras oficiales de 48.7% en 2005 a 34.8% actualmente, y la pobreza extrema de 17.4% a 11.5% en el mismo período, las propuestas de los candidatos neoliberales coinciden en su enfoque asistencialista, como programas de alimentación para niños menores de 5 años y reequipar los comedores populares. Otros, como Kuczynski, son más atrevidos: plantea la creación de un programa de inversión pública en infraestructura de carreteras y conectividad, para mejorar las oportunidades de negocios de las empresas privadas. Pero el gran bolsón de pobreza se encuentra en las zonas rurales andinas y amazónicas. Según la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza (MCLCP), más del 60% de la población rural es pobre.
Federico Arnillas, presidente de la MCLCP, señala que “se debe buscar la capitalización del pequeño campesino dotándolo de tecnologías agrarias a la medida, proteger sus derechos de propiedad y que pueda acceder a créditos”.
En este sentido, Humala se ha comprometido a crear un banco agrario y un seguro para la población campesina, capacitación tecnológica y fortalecer al productor “para darle valor al producto y a la tierra”. Igualmente, considera indispensable mejorar los mercados internos.
Ante las preocupaciones del sector empresarial sobre sus propuestas, el candidato nacionalista hizo un llamado a asumir una actitud responsable y anteponer los intereses de la nación a intereses particulares. “Estoy dispuesto a conversar con los empresarios para explicarles que no deben tener miedo al modelo económico de un gobierno nacionalista; lo que queremos es transformar ese crecimiento en calidad de vida”, ha dicho. “No soy antisistema; soy caza corruptos, porque no podemos tolerar el desvío del dinero público, la exclusión social, el despilfarro, la falta de preocupación por la niñez, por nuestra juventud, por nuestros adultos mayores”. Para Humala, “el sistema funcionará mejor cuando el Estado no esté al servicio de unos cuantos, sino de todos, de los empresarios y trabajadores, de los agricultores, los comerciantes y las mujeres”.
Humala ha reclamado que la Presidencia debe estar en manos de peruanos, en directa referencia a Kuczynski, quien renunció en los años 80 a su nacionalidad peruana y asumió la estadounidense para trabajar como alto directivo de un banco. Además, por diez años Perú fue gobernado por un ciudadano japonés, Alberto Fujimori, que se fugó del país y se refugió en Japón donde postuló infructuosamente a un cargo en el Senado.
Aunque las encuestas indican que Humala perdería en segunda vuelta ante cualquiera de los otros cuatro candidatos, analistas como Santiago Pedraglio, columnista del diario Perú 21, creen que no todo está dicho y que el mejor escenario para el nacionalista sería una segunda vuelta con Kuczynski. “No es que el triunfo de Humala, en ese eventual duelo, sea 100% seguro, pero enfrentado a Kuczynski tiene la enorme posibilidad de atraer a una gran tajada de los votantes de Toledo y Fujimori, y por lo tanto, de ganar la segunda vuelta”, indicó Pedraglio. “La candidatura de Kuczynski, promovida por el sector social A, bien recibida por el B y parcialmente por el C, tendría graves dificultades para componer una mayoría, a pesar del espectacular apoyo de buena parte de los medios de comunicación y de los principales grupos económicos.
Haciendo cálculos -agrega-, Kuczynski tendría seguros a sus votantes de primera vuelta, a los que queden de Castañeda, algo de los de Toledo y ‘otro algo’ de los que votarán por Keiko Fujimori. Humala mantendría los suyos, captaría muy poco o nada de Castañeda, tendría un buen porcentaje de los votantes de Toledo y podría acaparar una mayoría de votos de Keiko Fujimori, pues con ella comparte la estructura social del voto: mal en los sectores A y B, regular en el C y muy bien en el D y E”.
Sin embargo, en un escenario como el descrito por Pedraglio, Humala tendría un Congreso en contra, que le haría difícil gobernar, porque al igual que lo que sucede en las elecciones presidenciales, todos los demás partidos con posibilidades de representación legislativa son de derecha y harán “causa común” contra un gobierno nacionalista.
CECILIA REMON
En Lima
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 730, 1º de abril, 2011)
www.puntofinal.cl