Eso fue lo primero que pensé al ver la noticia de cómo la Editorial Santillana había incluido en sus páginas de los textos para educación básica publicidad abiertamente tendenciosa. De hecho, esperaba escribir específicamente de esto, cómo de un momento nos habíamos convertido no en ciudadanos, sino en ese ganado poco crítico que constituye esta sociedad de mercado, cómo la necesidad del eterno consumismo ahora se había metido en nuestras salas, escondidos entre las clases de lenguaje (seguramente entre la poesía de Neruda, entre los cuentos de García Márquez quienes seguramente se horrorizarían por el hecho).
Pero no. Habría que ser demasiado ciego como para creer que este “Todo Vale” que vemos ahora en la política Chilena comenzara hace un poco más de un año, con la Banda Presidencial sobre el hombro de Piñera. Sí es posible que haya sido más notorio –el “cuento contado por la intendenta”, “la defensa de la Directora de la Junji a un cura pedófilo”; “los negocios de los Intendentes con las constructoras”; entre tanta cosa que ha pasado- pero la verdad es que esto no es nuevo, antes de la llegada de la Alianza al Gobierno había una política parecida. Tal vez no tan ligada a los negocios, pero sí por mantener “los consensos”… como dicen por ahí, el que calla otorga, y entre los acuerdos Concertación-Alianza para calmar las aguas de los temas MOP-Gate (entre otros tantos temas que no dejaban bien parada a la Concertación) tuvimos que “ver” tantos silencios que callaban las falencias de un sistema político heredado, un sistema social que se fue derrumbando y para qué hablar de la educación y la salud que hemos tenido estos últimos años.
Tantos silencios producto de ese conformismo en los 20 años siguientes al plebiscito hoy nos pasa la cuenta en este escenario tan mercantilizado, con un gabinete tecnocratizado y profundamente ideologizado. Hoy vemos que el Todo Vale impregna la política con la conciencia clara de dejarnos en la esfera de los consumidores (con derechos según nuestro nivel de ingreso) y no como ciudadanos (aquella concepción que los derechos son derechos porque somos humanos).
No, no reclamaré ante este gobierno por aquellos libros con publicidad (que según Santillana, las marcas no pagaron para poder aparecer), aunque me indigne, me asquee este modelito de sistema no nació ahora, y menos es culpable el señor Piñera de que sea así. La falta de los fundamentos básicos de lo que nos constituye como ciudadanos viene de antes, cuando se dejaron morir medios de comunicación independientes, cuando se dejaron morir a las organizaciones sociales, cuando preferimos ocuparnos del mercado y no de las desigualdades que generaba–porque fueron decisiones premeditada, no algo al azar ni producto del desgaste-. Después de todo, para mantenerse en el poder, para no recibir muchas críticas de la oposición, para evitar cambiar este sistema que tanto nos acomoda, Todo Vale.
Natalia Vargas
Movimiento Nueva Izquierda
Abril de 2011