Noviembre 28, 2024

Reflexionando sobre nuestra libertad …

playa_caribe

playa_caribeImaginemos por un momento que usted se encuentra en un lugar que le agrada profundamente. Sigamos imaginando que ese lugar es una hermosa playa tropical, de esas que aparecen en las publicidades de licores. Sin embargo, si usted deja de imaginar, lo más probable es que se encuentre en una oficina algo fría, o puede ser que se encuentra encerrado por las cuatro paredes de un cubículo.

 

 

 Sigamos suponiendo las cosas, y supongamos que usted va camino a casa, después de una larga jornada laboral. En el camino, un indigente le pide una moneda, a la que usted, por su sentimiento de compasión compulsivo accede entregarle. El indigente se ve muy agradecido, y él no ve otra forma de compensarselo que contándole una historia: la suya.

 

En su relato, el indigente le cuenta de cómo siempre buscó las oportunidades para ascender socialmente, pero debido a los escasos medios que poseía, no pudo nunca concretar sus deseos. En algún momento el indigente reflexiona sobre su situación y le comenta que en realidad la libertad que dicen que él posee, nunca la ha sentido como tal. Si fuera libre de hacer lo que quisiera hacer, entonces podría haber elegido otra vida que la pobreza a la que se vio condenado.

 

Así las cosas, usted vuelve a casa, reflexionando en el camino, si usted es igualmente libre. Cuando se imaginaba en la hermosa playa que le muestra la publicidad de licores, se dio cuenta que en realidad no tenía más opción que estar trabajando en su fría oficina, puesto que ¿cómo puede subsistir sino recibe remuneración alguna, a no ser que trabaje? En definitiva, el dilema que se le presenta a usted y al indigente no es tan diferente: usted tiene una posición favorecida, porque en el pasado se le entregaron los medios necesarios para estar ahora donde está, pero nunca pudo elegir si quería en verdad trabajar o no. Al indigente, en cambio, nunca se le entregaron los medios necesarios para elegir una situación distinta a la pobreza, sus posibilidades de una vida alternativa se vieron claramente anuladas.

 

El caso expuesto llama a reconsiderar lo que los liberales nos han querido hacer creer: en la sociedad capitalista, somos libres de determinar nuestras vidas y lo que hagamos de ellas depende enteramente de nosotros (follow your dreams and you may acomplish your goals). El capitalismo, que nos aseguraría la libertad de autodeterminar nuestras vidas, nos convertirá a todos en unos self-made men, o sea todos seremos Bill Gates si nos esforzamos lo suficiente.

 

Bullshit!, (perdone usted mi inglés), pero la verdad es que lo que entendamos por libertad no puede traducirse en el libre albedrío, allí donde no existe tal cosa. Al fin y al cabo, la libertad es estar ausente de dominación, sin verse sometido a un poder externo que determine nuestras vidas, pero claro, hoy por hoy tal libertad no existe, sino solo en un aspecto formal. No podemos ser realmente libres si no tenemos una autodeterminación efectiva sobre nuestras vidas.

 

Como sociedad debemos comenzar a plantearnos si efectivamente queremos garantizar la libertad real de todos los individuos, o lo que es lo mismo, si queremos tomarnos la idea de libertad en serio. Así usted y el indigente podrán finalmente proclamar que viven en un país libre, pero para ello se requiere un replanteamiento total de las ideas que hoy intuitivamente solemos defender como sociedad, sin reflexionar mucho que el “sentido común” que nos domina en nuestras argumentaciones diarias, en realidad no defiende una sociedad libre. El debate queda abierto sobre cómo podemos plantearnos esa sociedad libre e invito a discutirlo.

 

 

Manuel Puccio

Movimiento Nueva Izquierda

Miércoles 30 de Marzo 2011

 

www.nuevaizquierda.cl – nuevaizquierda@gmail.com

 

 


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