Noviembre 28, 2024

Fukushima: el futuro de la industria nuclear

Durante la última década la industria nuclear civil fue recuperando algo del terreno que había perdido a raíz de los desastres de Isla de Tres Millas y, sobre todo, Chernobyl. El mejor aliado fue el debate sobre el calentamiento global y el lobby nuclear no desperdició la oportunidad, insistiendo en las casi cero emisiones de gases invernadero y buscando que se olvide el problema de la seguridad y de los desperdicios radiactivos.

 

 

El argumento que se esgrime es que los reactores en Fukushima estuvieron sometidos a un castigo brutal: un terremoto de 8.9 grados y, poco después, un tsunami de grandes proporciones. Eso revela lo robusto y bien diseñado de estos artefactos. De aquí se desliza la conclusión de que la energía nuclear es segura, confiable y económica.



En los últimos 15 años, la compañía japonesa TEPCO, dueña y operadora de la planta de Fukushima, se vio envuelta en una larga historia de mentiras y manipulación de la información sobre la seguridad en sus plantas nucleares. En algunos casos varios de sus funcionarios incurrieron en responsabilidades penales. Su credibilidad es muy pobre y su conducta en esta catástrofe no hace sino empeorar esta situación.



Según TEPCO, las barras de control se insertaron correctamente durante el terremoto o en los minutos que le siguieron en los tres reactores en funcionamiento. Sin embargo, el calor residual en el núcleo del reactor es demasiado intenso y durante varios días es necesario seguir inyectando refrigerante para ir reduciendo la temperatura. Si no se mantiene el flujo de agua, las barras de combustible nuclear pueden fundirse, aún cuando la reacción del reactor haya sido controlada.



El tsunami incapacitó el sistema principal de bombeo de agua para reducir la temperatura. El mecanismo de respaldo entró en funcionamiento, pero no por mucho tiempo pues también resultó afectado por el tsunami. Los operadores de la planta recurrieron a sistemas de bombeo que funcionan con baterías y con generadores móviles, pero eso tampoco duró y poco después el refrigerante al interior de la vasija del reactor se fue evaporando. Para el martes los ingenieros en Fukushima habían optado por el último recurso, inundando el contenedor primario y la vasija de los tres reactores con agua de mar. Este recurso significa que el reactor tendrá que ser desmantelado cuando se extinga la reacción y la temperatura permita iniciar los trabajos en el reactor. La acumulación de hidrógeno provocó las tres explosiones que destruyeron los edificios de los reactores dañados. Los voceros de TEPCO insisten en que el contendor primario y la vasija de los reactores no fueron dañadas por estas explosiones.



Ya se ha producido una fusión parcial del núcleo en por lo menos dos de los reactores del complejo de Fukushima. En un caso las barras de combustible estuvieron expuestas por un periodo de dos horas y media. Su temperatura se mantuvo en niveles altísimos, precipitando la fusión parcial del núcleo. Por otra parte, los movimientos de temperatura y presión al interior de la vasija de dos reactores también son indicio de una fractura en las paredes del contenedor primario. Finalmente, las lecturas de material radioactivo en el interior y en las proximidades de la central nuclear son otro potente indicador de que la integridad del núcleo del reactor en dos de las unidades de Fukushima está gravemente vulnerada.



En caso de una liberación violenta de material radioactivo a la atmósfera, la dirección del viento es un factor importante. Si fracasan los esfuerzos por evitar la fusión de los núcleos de los tres reactores en Fukushima, se puede liberar a la atmósfera una gran cantidad de material radiactivo. Una nube radioactiva inyectada a baja altitud por una emisión de los reactores dañados representa un grave riesgo. Si se presentan vientos en dirección sur-oeste, la zona metropolitana de Tokio-Yokohama se vería amenazada.



Los tres reactores afectados en Fukushima son de agua hirviente (BWR). Dos de ellos son General Electric, casi idénticos a las dos unidades de la planta de Laguna Verde. Habrá que observar en las próximas horas: si los esfuerzos por mantener el flujo de refrigerante fracasan, estaremos frente a una catástrofe inédita. Ni los más ardientes pro-nucleares podrán manipular los hechos y presentar todo esto como una historia de éxito. Hoy, las mentiras del lobby nuclear han quedado a cielo abierto, como el contenedor primario de los tres reactores en Fukushima.

 

Ahora el desastre en la central de Fukushima a raíz del terremoto y del tsunami de la semana pasada reabrió el debate. Las explosiones, la fusión parcial del núcleo y las emisiones controladas de material radioactivo podrían haber sido suficientes para recordar a todo mundo que las centrales nucleares constituyen una forma peligrosa de generar energía. Paradójicamente, los pro-nucleares argumentan que la catástrofe en Fukushima es una prueba de que las instalaciones de la industria nuclear civil son sólidas y confiables.

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